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«Todo es igual en esta noche» | Por Laura García-Martín

«Todo es igual en esta noche» | Por Laura García-Martín

Entre 1965 y 1966, Miquel Martí i Pol, desde el exilio, escribió uno de los poemas más bonitos que se han escrito jamás, evidentemente en mi opinión. Hoy por algún motivo que desconozco, me he despertado con ese poema en la cabeza. Los poemas tienen vida propia, este en concreto, lo que ha hecho ha sido empujarme a abocar lo que yo sentía, arropada por sus versos. Lo he escrito porque pedía que lo hiciese como un humilde y sentido homenaje a Miquel Martí i Pol.

¿Què més podria fer per apressar-te

Si el temps ja no pot res contra l’espera

De tu que m’he impossat, si no m’arriba

Cap remor de la nit i resto immòbil

Perquè el silenci ets tu i tinc por de perdre’t?

Miquel Martí i Pol

Todo es igual en esta noche surcada de recuerdos.

Igual que era ayer, o hace mil años, cuando mi cuerpo

era tu sueño y en tus manos se formaban tormentas

y huracanes que bebían mis labios de tus labios,

mientras surcábamos la noche de fuego en cada abrazo.

El mismo viento hace estremecer los mismos campos,

bañados por el manto transparente de la misma luna

que contemplaba nuestros besos derramados sobre las mismas sábanas

que hoy arropan fríamente esta piel mía que es la misma

y es distinta, al mismo tiempo, porque el tiempo no es el mismo.

Y me asustan las agujas del reloj, porque se clavan

dulcemente en la memoria, abriendo heridas en el alma misma

que no es la misma alma en esta inmensa espera.

La espera eres tú y soy yo mismo. La espera que rebosa de la esfera

de un reloj que debería estar parado para siempre.

Y, sin embargo, avanza sinuoso y arrogante igual que antes,

sin saber que ya no tiene horas felices para darme,

sino segundos infinitos y asfixiantes que me escupe a cada instante,

empeñado cada día en recordarme que esta infinita espera

en la que vivo la elegí yo mismo para estar contigo.

No tengo más que esto para darte y esto es la triste vida que me queda,

que unida a aquella vida que ya te entregué antes

forma al unirla toda mi vida entera, hecha de amor y espera.

Ya ves, no tengo nada que decirte en esta noche.

Y, sin embargo, necesito hablar contigo sin demora

porque mientras haya unas letras que al unirse

formen palabras que llenen mi desolador vacío,

podré seguir viviendo cada instante como si la vida,

esta vida de resquebrajada loza, tuviese aún algún sentido.

Y mientras invento alguna pobre excusa para hablarte,

ahí afuera sopla el mismo viento entre los mismos pinos.

Y todo es tan igual —o se asemeja tanto—

que se diría que el ayer es el hoy y el tiempo no ha corrido.

Solo nos queda la esperanza misma del recuerdo de todo lo vivido.

Escuchar el leve viento que susurra estremeciendo los campos

y contemplar, a ratos, la luz que se derrama de la luna.

Porque todo sigue igual, nada ha cambiado y nada cambiará

mientras nosotros vivamos esperando y recordando,

unidos en la espera, simplemente, por el murmullo del viento entre los pinos.

Laura García-Martín

Poema incluido en la novela La Luna en tu mirada.


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