Otra navidad que nos envuelve en nuestros sueños | Por Antonio Nascimento Thomas
Retorna cada año ese momento hermoso que nos trae sueños e ilusiones y siempre nos da como un rayo de Esperanza. Para mí desde luego significa mucho, tal vez porque mis Navidades siempre fueron felices y rodeadas de seres que amaba, hoy muchos de ellos ya no están, pero cierro los ojos y los veo en esas nuestras reuniones rodeados de alegría y felices, entonces esa emoción renace en mí y todo viene a mi mente como en aquellos momentos.
Cada Navidad es diferente, y a veces estamos más de ánimo que otras, aunque esos días yo procuro olvidar toda pesadumbre, y aunarme a ese bello momento de unión entre los seres a quienes amamos, aunque estén lejos.
Creo la vida nos regala cosas y no debemos desaprovecharlas si estamos al lado de seres que amamos, y decirles que los amamos, tal vez no tengamos otra Navidad para hacerlo. No es nunca suficiente repetir te quiero amigo, te quiero hermano, te quiero madre, y recordar todo lo bueno y obviar esas cosas que de alguno de ellos nos haya caído mal y Yo sé que es difícil, pero intentemos ese acercamiento. También es verdad que a veces cerca nuestro hay seres oscuros que no ven la luz, ni belleza en nada, ellos se lo pierden, pero pidan por ellos para que poco a poco la luz ilumine su alma y vean sus errores, los enmienden y despierten a la luz y la belleza de todo aquello que nos rodea, que siempre es un regalo precioso.
Desde mis tiempos cuando pasé bellas navidades en el trópico en mi querida Venezuela pasaron muchos años, tanto en mi casa del paraíso, como en mi casa de la playa en Macuto, en ese clima tórrido de noches estrelladas, muy distintas a las que han sido la mayoría de mis navidades en Europa, donde todos aquellos sueños de niño de ver la nieve y disfrutar de una Navidad blanca se han cumplido varias veces, pero mis navidades en Venezuela no se deslucen en nada de las de Europa, allá disfruté de una Unión hermosa entre mis padres amigos y hermanos. Papá era un entusiasta de la Navidad y la vivía con gran ímpetu y mucha emoción, nos enseñó a amarla. Mi madre igual inventando y poniéndolo todo a punto con un gusto exquisito. Y esos recuerdos no se borran y que yo he adaptado a mis navidades alejadas de ellos.
Siempre recordaré a papá cuando hacía ese enorme nacimiento ponía mesas y hacía montañas de Yeso y le ayudábamos y aprendíamos, traía arena de playa y la extendía haciendo un desierto y formaba caminos con las piedras, las figuras fueron traídas de Olot un pueblo catalán por mi abuelita, eran muy bellas. Era un nacimiento muy grande. Cuando papá ponía las lucecitas yo apagaba todo y me quedaba acostado en el sofá mirando embelesado su obra. Hoy se ha perdido la tradición del Belén y es una gran tristeza. Papá también traía un inmenso pino canadiense a nuestra casa del paraíso, él siempre quería que fuera enorme, al traerlo sacábamos todos los enseres y nos poníamos a montarlo todos juntos mientras reíamos y discutíamos quién ponía una guirnalda o qué lucecita. He puesto unos árboles que me recuerdan al nuestro repletos de regalos que se iban colocando a medida que se compraban y mamá se esmeraba y nos enseñaba la que estuvieran muy bien envueltos y bonitos. En casa se producía un auténtico trasiego navideño y la casa rebosaba de aromas de toda índole desde el pino hasta las especias como el jengibre, la canela, el clavo, el caramelo, tartas recién horneadas y guisos de hallacas, etcétera, eso nos producía una euforia a los niños al sentir toda esa algarabía, además en ese momento mágico que para mí era la Navidad.
Hoy, aunque lo veo más pausadamente no deja de fascinarme. Todos esos sabores y aromas hacen que aparezcan flashes de aquellas Navidades de mi niñez y adolescencia que fueron tan entrañables, y esas costumbres de mi casa y de muchas, donde cada uno de nosotros era parte de una cadena de trabajo para que la Navidad fuese más bella, y se sentía esa unión cuando todos confeccionábamos esa comida, que entre todos hacíamos: ‘las hallacas” algo muy tradicional de mi tierra masa de maíz con guiso, pasas, alcaparras. aceitunas rellenas, todo envuelto en hojas de plátano, una mezcla indígena y española. Cada uno tenía un cometido, limpiar las hojas de plátano con aceite, extender la masa, poner el guiso, poner pasitas, aceitunas, alcaparras . Mamá siempre se encargaba del guiso delicioso que inundaba toda la casa de un aroma único. Otros días las galletas que horneábamos y luego decorábamos mientras cantábamos villancicos como Tucusito, o luna que brilla en diciembre o fuego al cañón y pintábamos con clara de huevo, azúcar, y colorante esas bellas galletitas en forma de pino, de muñeco de nieve, o de corazón etcétera. Luego la torta negra con confituras en maceración que sacaban en frascos que llevaban meses en la nevera llenándose de sabor y, luego, al hornear esas tartas exhalaban un perfume a golosinas. Cuando todo estaba sobre la mesa sentías que estabas en el Reino de los dulces de cascanueces, y el hada del azúcar iba a danzar sobre ellos esparciendo su polvito de sucre glace.
Aún hoy en día cuando tengo tiempo me dedico a esos menesteres haciendo parte de ese ritual de los días de antaño.
Era tradicional hacer ese pan de jamón, un pan delicioso que había que amasar horas, dejar en reposo con un paño y, crecía mucho, y eso nos parecía increíble. Siempre queríamos levantar el paño para ver, y Teodora y Filomena las muchachas que trabajaban en casa nos decían: ¡Hay niñitos dejen esa masa que se va a pasmá! , y la dejábamos por un rato para volver a las andadas, para ver cómo iba creciendo. Luego esa masa se extendía y se ponía el jamón york, la tocineta, las pasas y las aceitunas rellenas, y se horneaba desprendiendo este un aroma exquisito. Para mí las Navidades eran una mezcla de aromas y sabores entrañables. Sentía una serie de cosas inexplicables. Yo me entiendo. Es como una magia que nos va envolviendo y entramos como en un éxtasis sublime. Bueno así soy yo ja,ja,ja.
También se preparaba el pavo que yo suelo hacerlo con una receta de mi bisabuela que data de 1860 de su mamá mi tatarabuela Ana, ella era catalana de Barcelona y de generación en generación se han ido pasando esa receta. Su pavo relleno era único con carne picada, pan mojado en leche, pasas, ciruelas pasas, orejones de manzana y de melocotón, aceitunas alcaparras, y el pavo macerado en una serie de mejunjes de especies y licores, luego horneado lentamente, se desgrasaba la salsa y se pasaba. Solía acompañarse con puré de boniato rociado de azúcar morena y al horno, puré de castañas con un toque de anís, a veces se ponía arroz salvaje que a papá le gustaba mucho y el sempiterno puré de manzana o la salsa de grosellas. Cuando todo estaba en la mesa era una visión exquisita de todo tan bien presentado. Siempre nos gustaron mucho ser muy detallistas. Papá hacia unas fiestas increíbles en mi casa,del Paraíso con mucha comida, bebidas baile y camareros.
Yo cuando puedo aún sigo con esa costumbre, me gusta que sean momentos cálidos y quiero crear un ambiente entrañable, una atmósfera como para contar uno de esos cuentos de Navidad que tanto me gustaban de niño, por eso me gustan las guirnaldas, las ramas de abeto profusión de velas, creando ese ambiente especial, me alejo de lo minimalista, que no me gusta nada. Hoy todo se simplifica en la decoración de las tiendas, hacen árboles que parecen tumbas, cosas estrafalarias, se pasan con la creatividad sin talento, que al final termina siendo un churro quemado. Hoy se abusa de la creatividad vanguardista, desde luego hay unas que sí lo son, pero a veces no. Se da se da mucho bombo y no son más que bodrios que no sé quién les da aliento.
Me encanta la profusión de velas, apagó las luces y solo dejo pequeñas lamparillas sobre las mesillas, esa luz tenue y melancólica para esas noches. Siempre he sido muy de rojos en la Navidad, a veces también he utilizado el blanco, pero todo con gusto e inteligencia puede quedar bonito.
Esos días fríos de aquí me da por pensar en mis navidades pasadas presentes y de cómo serán las futuras, como en ese cuento de Navidad de Dickens que de niño me fascinaba y que nos dejaba una gran enseñanza.
Durante ocho años fui a Viena en la época Navideña pasaba 10 días hasta el día 22 de Diciembre, con lo cual disfrutaba de ese ambiente vienes tan único. La ciudad imperial siempre está preciosa en esa época y muchas veces nos acompañaba la nieve. Íbamos a la ópera en el maravilloso Staatoper a varias representaciones y no faltaba ese bella opereta de Strauss The Fliedermouse ( El murciélago) típica en Navidad y también el ballet Cascanueces. Los tenderetes navideños detrás del ayuntamiento de Viena con su pista de hielo. Algún concierto en el Musikverin, sus cafés como el Central y el Sperl, la confitería Demel, la Sacher torte en el hotel Sacher. Cenas en el Imperial y en el Agustin keller. Ida a Salzburgo de dos días, convertido en un cuento de Navidad con sus calles muy nevadas y una decoración de ensueño Sus mercadillos y sus conciertos a la luz de las velas. Y en Viena noche de valses en el Schombrun. Luego partía a Caracas cargado con Sacher torte, Strudel, galletitas y entrañables regalitos de Austria. Y disfrutaba de mis Navidades tropicales. Una vez allí en Caracas me vestí de Papá Noel y mi sobrino Pablito lloró a mares. Nunca olvidaré a Helga y Pedro y nuestra entrañable Florence(Omimi). Pasé También varias Navidades en Oviedo donde estudié, y en Gijón en Somió en casa de mi querida Dolores q.e p d. Mis Navidades en Madrid con mi amigo Cesar y Edgard que nunca olvidaré. Unas Navidades en Paris con Mary y Alex donde nunca me había reído tanto y en Suiza en los Alpes. En Bilbao pasé varias Navidades preciosas. He pasado dos Navidades en Londres cuando viví allí, sus calles ideales decoradas, Covent Garden con sus mercadillos y mi visita a Fortnun and Mason y Harrods. Y el magnífico cascanueces en el Royal ópera house. Fui dos veces a Bath que es una ciudad anclada en el pasado. No se la pueden perder en Navidad y tomar su vino caliente en esos puestos callejeros y comer en The Raven , uno de sus deliciosos pasteles o Pies. También con mamá pasé Navidades en Cartagena de Indias y en Ecuador, otra con mi familia en Can Cún y las última que pasé en Venezuela fue en la isla de Margarita con toda la familia, que para mi fueron muy muy especiales . Y estas que vienen serán en A Coruña con mi querida Carmen, José Luis y sus hijos y también Melwick, Jordí y sus hijos. Todos son más que hermanos para mí y los adoro. Recordaré una Navidad en esa ciudad amada de A Coruña con mis primos Jano Cholí Pepito Julita y José Antonio . Yo me disfracé de Rey Mago para darle los regalos a Jose que era pequeñín y lo que hizo fue llorar y asustarse.
Con las crisis, guerras y la carestía de la vida las Navidades decaen, pero más que nada en los adultos, pues yo veo las caras de los niños y me alegra de verlos con toda esa ilusión. Ellos no entienden de crisis, guerras, ni inflación. Su cabeza está llena de sueños y debemos regalarle ilusiones, eso lo recordarán siempre en la vida, serán adultos generosos, llenos de bondad y recordarán toda la belleza de la Navidad.
Se les debe brindar mucho amor y que sepan es un momento de unión de amigos y familia, donde ese día por lo menos con un pequeño regalo nos demostremos un afecto, y los niños reciban sus regalos que han pedido en su cartita a los Reyes Magos Papá Noel o al Niño Jesús, da igual. Ellos se emocionan y disfrutan de ese momento corto de los sueños de esa infancia, que luego se desvanece muy pronto, y hoy a veces, la niñez no dura nada, con este mundo lleno de las nuevas tecnologías, que no sé hasta que punto hacen bien al ser humano. Que aunque yo las use las cuestiono, pues tengo una mente pensante y lo analizo todo.
¡ jo jo jo ya viene Papá Noel! ¡Ay he visto los renos por la ventana! ¡Métete en tu cama que si no se va a ir y no te dejarán tus juguetes!. ¡Mamá ya voy!, ¡Ya me tapo!. Los Reyes ya están muy cerca con las alforjas repletas de regalos y el niño Jesús arrastra también una pesada bolsa ayudado de angelitos pequeñines en pañales Fuera nieva copiosamente mientras los niños acomodados en su camita se duermen con esa bella ilusión de esperar el día siguiente su regalo, bajo ese bello árbol o junto al Belén. No dejemos perder ese trocito de alma de niño que tenemos, aunque esté muy escondida. Os digo que eso es lo más bello qué tenemos. Y no olvidemos nunca la verdadera esencia de la Navidad, que es el nacimiento de nuestro amado niño Jesús.
Feliz Navidad 2023 Amigos.
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