Vivir en una ciudad grande | Por Magdalena Dermisek
Hace poco leí el libro La mujer nueva de la autora Carmen Laforet. Un parrafo me encantó y de verdad, al leerlo, sentí como si la escritora estuviera hablando de mi y no de Paulina.
Va asi: “A Paulina le gustaban las perspectivas ciudadanas, las casas donde mil vidas distintas e inesperadas se esconden. Le gustaba la noche en la ciudad, su río de luces, los anuncios, los faros de los automóviles, los cafés llenos de gentes que charlan vivamente, discuten, vibran hasta las altas horas de la mañana.” (p. 61).
Aunque haya vivido más de la mitad de mi vida en un pueblo, siempre me atraían las ciudades grandes. Siempre soñaba con poder vivir en una ciudad grande, como es Madrid. No sé porque, pero hay algo en ellas que atrae, que te atrapa para que te quedes a vivir allí.
Lo que a mí me gusta es el hecho de poder tener tu vida privada, sin que nadie se mete en ella, puedes vivir sólo o compartir el piso. Si quieres estar solo, simplemente lo puedes hacer, nadie se va a meter en tu vida o aburrirte con sus historias. Pero si necesitas una compañía, te puedes sentar en un parque o cafetería y empezar a hablar con la gente. Es justo lo que hace mejores las ciudades grandes, siempre estás rodeado de la gente, si vas en metro, tren o bus, no estarás sólo. Pero al mismo tiempo tienes tu privacidad.
A mí me encanta este tipo de la vida, me encanta poder sentarme en un parque y ver la gente disfrutando del sol, hablando o jugando. Ver mil vidas diferentes, que esconden mil historias distintas, algunas contadas y otras no. Y da igual quienes somos, de donde venimos, cada uno vive su vida como quiere, sin tener que preocuparse por lo que dicen los otros.
Aunque soy extranjera aquí, nunca me he sentido así. Madrid te acepta y te acoge y es imposible sentirse extranjero aquí, ya que Madrid y su gente es muy abierta. Y ahora, Madrid es mi casa.
Madrid, ¡me encantas!
Magdalena Dermisek