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Las huellas de Calixto | Por Juan José Robles

Las huellas de Calixto | Por Juan José Robles

      En septiembre del año edité mi tercer libro, Calixto I El aprendiz de Sabio. La apasionante historia del esclavo que descubrió a Jesús, y llegó a convertirse en el obispo de Roma, en lo que entonces significaba convertirse en el máximo representante del cristianismo. En junio realicé un viaje a Roma, quizás para descubrir nuevas historias, pero también para visitar y recordar los lugares donde se desarrolla la historia de Calixto, lugares emblemáticos y llenos de sensaciones.

     Y todo viaje a Roma, ha de comenzar por supuesto en el Coliseo, el más conocido y visitado monumento del antiguo imperio, pero no es mucha gente la que sabe que justo enfrente del Coliseo, se puede visitar de forma totalmente gratuita, lo que fue el ludus, es decir la escuela de gladiadores. Y allí precisamente transcurre una de las historias narradas en el libro. Cuando Cómodo, el primer mentor de Calixto, pretendía pasar la noche antes del gran combate en el Coliseo, aunque la muerte le sorprendió antes.

Tras la visita el Coliseo, es obligado pasear por los foros, los lugares por los que tantas veces paseó Calixto acompañado por su amigo Marcus. Y el monte Palatino, en cuya cima se encuentran el completo del Palacio Imperial. Para ascender a la cima del monte, una empinada cuesta que te hace pasar por el Templo de Apolo. Un lugar donde Calixto y su padre tuvieron una reveladora conversación. Llegados al Palacio, la majestuosidad del lugar, nos hace soñar y recordar los peores y también mejores momentos que Calixto vivió cuando era administrador de Cómodo.

     De regreso a los foros, nos encontramos con una enigmática finca, me adentro en su interior para descubrir el que seguramente sea el más emocionante lugar, el Templo de Gabal. Erigido por Heliogábalo para dar culto a su dios solar, no es solo es importante en este libro, si no en el que fue mi segundo libro Apolo no existe y lo será también en mi cuarto y que cierra la trilogía sobre Roma. Una explanada con unos pocos restos es todo lo que queda del Templo, y aquí es donde la imaginación se desata, entre las lágrimas y la emoción. Caminar por los foros romanos, es caminar por la historia de Roma y la del propio Calixto, y llegamos a lugar donde se reunía el senado, la Curia Julia. Por suerte, esta vez sí que pude adentrarme en su interior.

Calixto, debía recorrer todos los días la distancia que le separaba de su hogar, en el barrio del Trastévere, del Palacio Imperial. Para ello habría de cruzar uno de los numerosos puentes que cruzan el río Tíber, en uno de ellos fue donde estuvo a punto de perder la vida. El Trastévere, es ahora un pintoresco y bullicioso barrio, quizás no demasiado diferente al que conoció Calixto y en el que se encontraba la casa de sus padres. Una plaza recuerda a uno de sus más insignes habitantes. No muy lejos está la Iglesia de Santa María del

Trastévere, fundada por Calixto cuando ya era Pontífice. Lógicamente no muestra el mismo aspecto que entonces, ya que fue sucesivamente reformada, pero aun así en ella se puede sentir la presencia de Calixto. Allí vivió sus últimos momentos de vida, antes de que una turba le tirase a un pozo, eso cuenta la leyenda, el pozo ya no está allí para poder constatar la verdad. Aunque si podemos ver una imagen de Calixto en el ábside la basílica. No demasiado lejos, se encuentra la Iglesia de Santa Cecilia, el lugar donde descansa Cecilia, un personaje importante en Calixto I El aprendiz de sabio, después de que sus restos fueran trasladados desde las Catacumbas de la vía Appia.

      Precisamente son estas catacumbas, las de San Calixto, las que nos disponemos a visitar. Para ello nos tenemos que trasladar a la vía Apia Antica. Las catacumbas de San Calixto, son un lugar de visita obligada a la hora de entender la vida de los primeros cristianos. Calixto fue administrador de estas catacumbas y principal impulsor de su construcción. Un lugar lúgubre, oscuro, muy interesante y en cuyas galerías se desarrolla uno de los episodios más emotivos del libro. La visita se ha de hacer obligatoriamente acompañado de un guía y otras tantas personas desconocidas, que lógicamente no pueden entender los sentimientos que te invaden al penetrar en los pasillos oscuros y sinuosos de las catacumbas. Kilómetros y kilómetros de galerías en cuatro niveles en los que la muerte y el dolor aún se puede sentir, aunque también el profundo sentimiento religioso con el que vivían aquellos primeros cristianos, y su forma de entender la muerte, radicalmente diferente a la de los romanos de la época.

     Cuando Calixto fue acusado de robo, huyo de Roma en dirección al puerto de Ostia. Una localidad de la que apenas le separaban unos kilómetros. El paso del tiempo, ha provocado que la antigua Ostia se viera cubierta por arena y que ahora el mar se encuentre a un par de kilómetros. Pero esto ha permitido que hoy en día se pueda visitar excelentemente conservada, caminar por sus calles, adentrarse en algunas de sus casas, ver su teatro, tabernas, basílica…      Aquellas son las mismas calles que Calixto recorrió, sabiendo que su vida podría llegar a su fin, aunque todavía no se podía imaginar lo que el destino le deparaba.

      Son muchas las cosas y sensaciones de un viaje inolvidable al corazón de una ciudad que aún guarda muchos secretos de Calixto y de otros personajes que están por venir.

Aún me queda otra ciudad que descubrir, Pompeya, aunque eso será en el próximo artículo… ¿O no?



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