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La vida según Pipa | Por J. Javier Santana

La vida según Pipa | Por J. Javier Santana

«Nunca sabremos por qué irritamos a la gente, que es lo que nos hace simpáticos, qué es lo que nos hace ridículos; nuestra propia imagen es nuestro mayor misterio».

Milan Kundera

Hasta que no se haga todo lo que se tiene que hacer, se bailará con la incertidumbre y, no existe nada mejor, para sacudirla que llegar hasta donde se tenga que llegar sin temor a no lograr lo que se espera; pues nada hay que esperar, cuando poco o mucho hay que perder. Se tiene aquello que se debe tener y la desidia es una mala aliada para todo el que hace sabiendo que puede perder, pero también ganar. Se aprende del error y, si no se aprende, se vuelve a intentar; muestra de que aún no estábamos preparados. Todo va al mismo lugar, la diferencia estará en cómo se llegue sin haber perdido el equilibrio. Cuando nos negamos a caminar, por influencia del dolor, será el propio dolor quién termine por regir su influencia de vida.

A veces no se sabe muy bien si es uno el que persigue a la felicidad o la felicidad le persigue a uno, y es que no existe mejor ni mayor criterio, para definir si realmente estamos entendiendo bien lo que hemos venido a desempeñar en ese suspiro del que todos nos hemos puesto de acuerdo para llamarlo vida. Nunca será tarde para dar matices a las paredes de nuestra vida cuando en el intento de sobrellevarla hemos apostado por complicárnosla; el gran secreto es que no existe nadie exento de ello, la diferencia la marca nuestra capacidad, como diría Campbell, para tomarle en serio al Universo; pues allí donde nosotros nos empeñamos en ver sólo paredes, él nos abre portones. Sé feliz y tú, junto con el Universo, te lo agradecerás.

Una letra en una palabra lo puede cambiar todo. Poco es lo que queda por escribir sobre el amor, pero es que el amor no tiene límites. Uno pone la medida; así de grande lo quieras, de grande lo tendrás. Sólo es cuestión de quererlo; el tiempo es ya mismo. Comienza con uno; el amor es magnético. Así te ames, te amarán. En todo momento estamos eligiendo, por tanto ten la osadía de cambiar aquello con lo que no estés de acuerdo; de lo contrario no te recrimines, pues no te olvides que siempre estás eligiendo. Para realizar cambios en nuestras vidas es necesario comprometerse con ellos. Toda acción, en mayor o menor medida, lleva consigo una consecuencia o varias. Las consecuencias las vives en el mismo acto de la acción. Los cambios suelen doler, pero el dolor cesa con el paso de las horas. Si hemos tomado una decisión coherente en el cambio, el terreno quedará libre sin consecuencias para otros que viajan a nuestro lado. Las cosas que se sostienen con pinzas, más temprano que tarde, terminan sucumbiendo. Tras el cambio observamos los miedos. Cuando se está en la serena Paz, los miedos se desvanecen por si solos. La Divina Providencia nos abastecerá de aquello que necesitemos para afrontarlos. Es entonces que en el silencio de la soledad nos trabajamos la autosuficiencia. Todo es una concatenación para extraer la esencia de los cambios. A las puertas de los cambios siempre surge el último aliento a la resistencia, y es justo en ese momento en el que debemos mantenernos firmes y confiados. Nunca se ha de bajar los brazos; pues el hombre más grande que ha dado la historia murió con los brazos en alto. Era necesario para el cambio.

Identificar la razón cuando no se tiene es materia de sabio, reconocerla de humilde. Dar paso a la siguiente página cuando se tiene dicha razón, y no se le reconoce, es logro de ambas virtudes. Y es que el manejo del sentido común nos puede llevar lejos como su mal enfoque destruir, en cuestión de segundos, lo que en el tiempo y esfuerzo se construye. De cómo trabajar el sentido común sin que la defensa a ultranza de la razón nos salpique es la clave. Una atenta escucha poniéndonos en el pellejo del otro ayuda en el envite. La razón de uno termina donde comienza la del otro y viceversa, mientras la línea de comunicación permanezca siempre abierta. Es cierto que no se puede dar aquello que no se tiene, pero también es cierto que se puede trabajar por eso que no se tiene y que de alguna manera puede ser muestra de lo que se da sin aún tenerlo. Se puede considerar al burro como un animal de carga, alfalfa y pocas miras, o verlo como ese animal «versátil, tranquilo, cariñoso, con una gran capacidad para comunicarse e inductor de motivación para el aprendizaje y el desarrollo de nuevas habilidades en el marco de la responsabilidad, la autoestima y la autoconfianza». No en vano fue el animal elegido por Jesús para entrar en Jerusalén.

No hagamos abandono de nuestra sonrisa; que sea siempre un oasis en medio de un desierto de caras mustias.

“No soy ni un pensador ni un moralista, sino sencillamente un hombre de letras que refleja en sus escritos su propia confusión y el respetado sistema de confusiones que llamamos filosofía, en forma de literatura”.

Jorge Luis Borges

Las percepciones son unánimes cuando algo de lo que se ve, también lo ven los demás. Lo que varía es la forma de cómo interpretarla y actuar sobre ellas. Un principio claro sobre una determinada actuación nos permite jugar en positivo, porque las oportunidades se hallan escondidas donde menos apariencias dan. No se descubre nada, pero ayuda a determinar situaciones que nos pueden dejar en el camino. A veces es tanto lo queremos llevar al pie de la letra las voluntades de los demás, que se terminan por confundir con las nuestras. El fanatismo nos lleva a los extremos, nadie vive exento de confusiones, de ahí que lo mejor sea no mirar atrás ni reparar en engaños presuntuosos con uno mismo. Si no se sabe ver el éxito en los demás, el fracaso termina por delatarlo.

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