“La vida loca…” | Por José María Enríquez
Ya no hay historias de amor, como las que canta Chabela, los Panchos, Serrat o el maestro Sabina,
¡No! Ya no quedan Historias de Amor, que te inspiran emociones y te hagan reflexionar: el cómo, el cuándo, con quién y a dónde, mientras estás amando.
Ahora es un aquí te pillo, aquí follamos, y a otra cosa mariposa. Historia con chupitos y copas en la barra del pub, terracita o garito de moda, acabando en el baño o ascensor; encima de la mesa o empotrada contra la pared con una pierna alzada y la otra aguantando las embestidas entre gemidos, rímel corrido y labios secos por besar sapos, que no ranas…y aún menos príncipes o princesas, mientras se escurre por la nariz el caballo blanco que aprovecha con lengua de serpiente , quien se esnifa la vida sin importarle que se le está jodiendo hasta la medular.
Un@ cada finde, traga más de la cuenta, intentando liberarse de todo y de nada mientras se cruzan las piernas, enseñando paquete o las braguitas del pack de oferta.
Somos extras de doblaje en un porno X que ya ni sé disfruta, se eyacula sin gozarlo apenas ¡joder! Puaj…valla mierda.
¡La hostia puta, a follar que el mundo se acaba…! Y con esas salimos de marcha, unas palabritas tontas, risas fingidas, postureo y al lío, sin más…
Siempre habrá quien haga de palmero para animar. Páginas de citas y los “hijoputas comerciando con la miseria en las fronteras del Este, África, Asia y a pie de acera; ofreciendo cama y techo a cambio de abrirse de piernas a quienes se les roba vida, futuro, integridad, libertad y el alma para que comercie el diablo con ella…
Es la Roma de los excesos de las orgías, de la depravación humana que ya no da para más.
¡Ooh! Vale, me estoy volviendo loco o no entiendo esta falsa humanidad o viceversa.
Se sale a la calle en manada a violar, peleas, “críos” con machetes. Sometiendo la voluntad, lo quiero, lo cojo; pisando a fondo, derrapando, rueda quemada, vidas rotas por no calibrar las consecuencias del no pensar.
¿Esto es normal?…
Todo el mundo quiere vivir de prisa:
¡El mundo se acaba!.
El mundo jamás se va a acabar, “gilipollas”; acabará nuestra estupidez animal, nuestra falta de saber valorar, querer, amar. Pero el mundo…
¡Jamás!
Una pena, vaya…, no puedo más que lamentar la falta de personalidad.
¡El individuo ha muerto! ¡Viva!.
Bienvenido el libertinaje y esa individualidad ficticia del que no sabe el significado, ni respeta ni lucha para defenderla, para que exista.
¿Acojona, verdad?
Ahora aún es tiempo para amar. ¿Me equivoco o podemos volver a sentir, escuchar, disfrutar, cogidas las manos, con roces inocentes y besos furtivos, porque sí, surgidos de las miradas, esas que no se apartan por muchos despistes o reclamos que se crucen, delante, en medio, detrás…?
Ojalá volvamos de nuevo a mirar con inocencia y las ganas de amar … Aún estamos a tiempo, no perdemos un segundo, que la vida es breve, un regalo que no se puede menospreciar.
Por ti, por mí, porque merece la pena, te invito a vivir la vida loca, loca con su cruda realidad.
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