“La larga ausencia del silencio” | Por Teo San José
Cuando paseamos, meditamos, miramos al mar, cuando cerramos los ojos en la noche, cuando decimos que estamos en paz, en todos estos casos y muchos más lo que ansiamos es una palabra, un concepto… silencio.
Quizá uno de los silencios más buscados o deseados sea el emocional: cuando podemos mirarnos al espejo, mirar a otras personas, a nuestro corazón o estomago y … sentirnos en calma.
En un mundo como el actual donde todo nos dice algo: las farolas, los móviles, las paredes, nuestra cama, nuestra cocina o … nuestra mirada ¿Cómo podemos encontrar ese espacio de silencio para recargar las baterías emocionales, esa sensación de CALMA?
Cada día se nos plantean, para resolver esto, cientos de soluciones. Estamos en la época donde hay tantos magos, chamanes, videntes, gestores de autoayuda, miles de libros, cientos de charlas, etc. Están por todas partes y lo curioso es que seguimos con mucho o incluso con más ruido.
Como paso previo reconocer el dolor emocional nos puede permitir hablar de una sanación emocional y ahí puede estar la clave de una parte importante de nuestras vidas.
Normalmente carecemos de una educación o formación emocional, llegamos a nuestra vida y recibimos, en general, los mismos clichés, mecanismos o maneras de enfocar y desarrollar las emociones; lo que implica que si nuestros padres no han hecho el trabajo de sanar sus emociones, nosotros las vamos a heredar amplificadas, y así generación tras generación. Hemos llegado al extremo de pensar que algunas de estas actitudes son la huella de la casa o la familia: “heredar dolor y la forma de mantenerlo” como manera de forjar nuestra identidad; entonces lo más normal es que sigamos con mucho dolor emocional, sin sanarlo toda nuestra vida.
¿Existe la sanación emocional?
¿Es eso lo que vemos por ejemplo en los lamas budistas? ¿Es la anulación de emociones la solución? Desde mi punto de vista esta opción es un parco resultado y sólo válida para unos pocos.
Quiero aclarar que vivo como todos ustedes esta situación, tras muchos años de trasiego, de aplicar muchas técnicas y consejos, etc. sigo con dolores emocionales, sigo buscando la sanación emocional.
Este articulo es para llamar la atención sobre las palabras que definen estos dolores, ¡que existen! Entiendo que en la medida que le vamos poniendo nombres y palabras a las emociones vamos comenzando el proceso de sanación; comprendo que es un proceso largo, laborioso y que sólo después de años de constancia llegamos a esa sanación, aunque con cada emoción sanada, caminamos más ligeros.
¿Merece la pena el proceso o es mejor seguir con esos dolorcillos?
En principio la solución parece fácil, mejor lo dejamos estar, total ya nos hemos habituado.
Esto estaría muy bien, pero los frecuentes descubrimientos de la ciencia hablan de la relación (estrecha) entre las enfermedades físicas graves y leves con los dolores emocionales, nos hablan una y otra vez de que es difícil sanar el cuerpo sin sanar las emociones; tapamos un agujerito y se abre un socavón, tapamos el socavón y se nos rompe otra parte.
Hay técnicas muy sencillas como la escritura, modelar con arcilla, dialogar con l@s amig@s, con los padres, con l@s hij@s…dialogar siempre será la clave sin duda ya que es allí donde
Para empezar, en este pequeño articulo les voy a indicar un sencillo ejercicio que les permitirá, al menos, “saber por donde anda cada uno”:
Cortar 2 folios en blanco en cuatro porciones cada uno. Cada mañana al levantarse de la cama cojan uno de ellos y con un lapicero pinten o escriban algo, apenas un minuto, sin repasar, lo primero que les llegue a la mente, palabras o dibujos. Lo colocaremos boca abajo en un cajón.
Esto lo repetimos durante los 7 días de la semana, siete papeles colocados boca abajo y que dejaremos reposar, así tapaditos y boca abajo una semana; al cabo de estos días sacamos todos los papeles y los colocamos uno al lado del otro en orden cronológico, y… prepárense, lo que van a sentir es un reflejo de sus dolores emocionales, con nombre o forma. A partir de aquí ya sabremos donde poner la atención o la sanación.
Les deseo suerte y ánimo.
Todos caminamos por los mismos caminos…
a diferentes horas.
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