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La Inmortal Luz del Romanticismo Oscuro | Por Patrizia Gaell.

La Inmortal Luz del Romanticismo Oscuro |  Por Patrizia Gaell.

En medio de toda oscuridad existe siempre un pequeño destello de luz que la acompaña. Tal vez ese diluido brillo fulgurante no cumpla con la estricta definición que siempre se le ha otorgado, pero sí puede llegar a trascender las líneas naturales del tiempo. 

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, en las entrañas de una Europa cambiante y todavía convulsionada por la resaca de las guerras y las revoluciones acontecidas, surge el Romanticismo, que supone un nuevo despertar en la cultura y el arte, un nuevo modo de interpretar el mundo y a todos los que habitan en él. La razón y la racionalidad ilustradas son reemplazadas ahora por la imaginación, las emociones, los sentimientos extremos y las pasiones. Si la Ilustración se centraba en el ser humano como un ser racional y pensante, el Romanticismo celebra con euforia y sublimidad las emociones incontroladas, los sentimientos extremos y las pasiones profundamente ocultas. Se trata de una época nutrida de belleza, fascinación naturalista, imaginación y visceralidad, de una nueva sensibilidad que surge con fuerza para legar a sus futuras generaciones una riqueza artística y cultural sin igual. 

Durante mucho tiempo, el Romanticismo fue celebrado como una fuente de imágenes naturalistas y retratistas de aquellos sentimientos ocultos en el abismo íntimo y personal del individuo, como una ruptura, por tanto, con la tradición clasicista y estereotipada que había regido la cultura y el arte hasta entonces. 

Pero, como todo en la vida, este período de la historia del arte también tiene un lado oscuro y al mismo tiempo sumamente fascinante: el llamado Romanticismo oscuro, gótico o de terror, considerado por muchos el hermano sombrío del dulce Romanticismo. 

Amante apasionado del terror, de lo mórbido y del ocultismo, este romanticismo profesa una fascinación absoluta por lo siniestro, lo inexplicable y lo diabólico. Se debilita ante el abismo del alma humana, de la locura y del lado oscuro de los hombres, autonombrándose representante de la irracionalidad, la violencia y la muerte. Obras de Francisco de Goya, William Blake, Théodore Géricault, E.T.A. Hoffmann, Mary Shelley o Caspar David Friedrich representan todo un cosmos de melancolía, horror, sueños y traumas, contrario —en su totalidad— a la cara brillante y fulgurante de la Ilustración.

Nachtmahr, del pintor suizo Johann Heinrich Füssli, es una de las obras convertidas en icono del Romanticismo oscuro. Nos presenta a un monstruo espantoso privando a una hermosa mujer del aire que necesita para respirar mientras un caballo de aspecto fantasmal observa impávido la escena. Sin bien cuando contemplamos hoy en día esa pintura nos suscita una impresión que puede resultarnos grotesca y comicastra, se dice que en ese momento fue tratada como una sensación, anunciándose con una advertencia, dirigida a las personas con salud inestable, de no acercarse a ella. 

Toda una expresión del culto emocional de la época y del deseo recién descubierto de tener miedo a tener miedo.  Al fin y al cabo, el horror se había revelado como un noble deseo estético —como un «horror delicioso» o un «horror sublime», según el escritor irlandés Edmund Burke— pero que solo funcionaría si uno mismo no iba a verse afectado por ese destino macabro. 

Otra de las obras icónicas de este subgénero es El vuelo de las Brujas, de Francisco de Goya. Esta pequeña pintura, con tres brujas desnudas que flotan ingrávidas, ejerce un efecto increíble sobre aquel que la contempla. Se dice que difícilmente ha habido un fondo pictórico más oscuro en la historia del arte que el que sustenta esta singular obra.

Si hablamos de literatura, una de las obras centrales del Romanticismo oscuro es, sin duda, Der Sandmann, de E.T.A. Hoffmann. También podríamos destacar Frankenstein, de Mary Shelley; Moby Dick, de Herman Melville; La caída de la Casa Uscher, de Edgar Allan Poe; o El vampiro, de John William Polidori.

Muchas otras obras, no solo gráficas y literarias sino también musicales —como la ópera Der Freischütz, de Carl María Von Weber—, dan cuenta de cómo lo extraño, lo mágico, lo oculto y oscuro se estableció en el mundo del arte, durante la primera mitad del siglo XIX, con un férreo instinto de supervivencia y de cómo, a través de las subculturas góticas y las escenas musicales asociadas —claro elemento de apoyo a la autoimagen y a la práctica estética de esta cultura secular—, consiguió la llave de la inmortalidad. La conciencia con la que se habla de Romanticismo oscuro histórico, hoy por hoy, varía ciertamente de persona a persona. Pero, para hacer justicia a esta subcultura aún presente, no deberíamos verla como un mero eco del pasado: deberíamos contemplarla y entenderla como la continuación de un movimiento artístico cuya estela y resplandor fueron tan brillantes que han traspasado el largo sendero del tiempo para llegar, intactos y sin perder un ápice de su luz, hasta nuestros días. 


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One thought on “La Inmortal Luz del Romanticismo Oscuro | Por Patrizia Gaell.

  1. He leído varios artículos de esta autora, y la verdad, es que siempre me sorprende la temática que elije para escribirlos. Una temática referenciada y dedicada al arte en todas sus vertientes. Mi enhorabuena, una vez más a esta autora y mi gratitud a elescritor.es por regalarlos su publicación.

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