«La felicidad» | Por Aida Clausell

Me siento cansada, abatida. Cada mañana me cuesta levantarme, el sueño no es reparador y por ello me pasaría el día durmiendo para recuperar las fuerzas que un día, no se cuando, perdí. Llego a mi trabajo, me incorporo y doy mis manos. Mi corazón y cerebro se sienten tristes y cansados, nadie los valora, nadie los nombra, para que voy a sacarlos a trabajar. Apenas como, los nervios y estrés de mi día, hacen que mi estomago se cierren. Llego a casa, observo todo lo que me rodea y nada me emociona. Me acuesto otra vez, duermo e intento recuperar fuerzas. Siento un vacío dentro del pecho que me ahoga y hace llorar. No se cuando me ha pasado algo que ha hecho perder toda esperanza y alegría de mi día a día.
¿Cuantos de nosotros nos sentimos identificados con esta situación? En muchas ocasiones parece que la palabra felicidad, se desvanece y no la vemos por ninguna parte. Escuchamos demasiado las quejas de los que nos rodean, las opiniones, que nunca se piden, de nuestra vida o peor aun, escuchamos las críticas negativas hacia nuestra persona, que nos arrasan y muelen. ¿Como vamos a encontrar la felicidad, si nos hemos encargado de matarla? Sin darnos cuenta, hemos dejado que los demás y lo que nos rodea, distorsionen nuestra felicidad.
¿Que es la felicidad? Esa sensación que nos pasamos la vida buscando y parece ser que no encontramos. La felicidad no es lo que nos sucede, la felicidad es cómo interpretamos y encajamos lo que nos pasa. También es cierto que ponemos el listón muy alto, tenemos unas altas expectativas de la felidad. Lo centramos en lo material y esto, solo nos da y proporciona una felicidad instantánea que desaparecerá por el anhelo de otro capricho. Es todo mucho más simple, sentir el aire en tu cara, sentarte en el sofá y disfrutar del bienestar del descanso, hablar o besar a nuestros seres queridos, muy importantes, pero que solo valoramos cuando nos dejan. Sentir, vivir e ilusionarse, jamás perder la esperanza.
Aprender a escucharnos a nosotros mismos y no darle importancia a lo que nos digan los demás. Cuando te ilusiones, siempre habrá alguien que te dirá que no lo hagas. No porque piense que no lo vas a conseguir, si no porque aceptar que tu puedes cumplir tu sueño, es aceptar su fracaso a no intentarlo. Quiérete e ilusiónate, la vida es demasiado corta para estancarnos y vivir tristes. Emociónate con lo que hagas y trabaja duro por llegar a la cima. La sensación de llegar a casa cansado, pero satisfecho de haber hecho un buen trabajo te va a hacer sentirte vivo.
Si nos impregnamos de la negatividad de nuestro alrededor, seremos eso, negatividad y mala suerte. Si nos impregnamos de ilusión y pasión por lo que hacemos, seremos felicidad y buena suerte. Cuando desprendes alegría y pasión por lo que haces, te vuelves en una inspiración para los demás.
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