“Inclusión forzada” | Por Eduardo Ara Aguarón
Uno de los temas que más división causan en las redes sociales es, sin duda alguna, la inclusión forzada. Definirla es difícil, pues parece que su significado sea lo suficientemente flexible como para abarcar todo lo que el usuario quiera criticar. Así que, para hacernos una idea, veamos un ejemplo reciente.
Hace poco se estrenó una serie basada en el universo del maravilloso Señor de los Anillos. Al anunciarse el elenco de actores y personajes poco se hizo esperar la polémica ante la aparición de un elfo negro. Tal mancillación a la obra de Tolkien parecía ser un indicio del fin del mundo para algunos. Y aquí es donde me surge la duda de qué es exactamente la inclusión forzada. Que yo recuerde, en el Señor de los Anillos jamás se hace mención a algo que anule la posibilidad de un elfo perteneciente a otra etnia. Bien podría equivocarme, hace un tiempo de la última vez que disfruté el libro, pero en todo caso, estoy seguro de que el color de piel que tuvieran o dejaran de tener los elfos no tenía influencia alguna en la historia. Curiosamente, las adaptaciones cinematográficas de la obra sí que tienen una gran cantidad de cambios, y no por ello dejan de ser (merecidamente) muy queridas. Otro caso similar ocurre con la nueva adaptación de la Sirenita, con cuya actriz protagonista, una mujer de color, muchos han quedado insatisfechos, como si la única esencia del personaje fuese el color de su pelo.
El problema viene cuando la gente no se limita a dar una opinión. Ambas adaptaciones han sufrido un desproporcionado aluvión de críticas negativas, de gente que seguramente ni siquiera las ha visto o piensa hacerlo. Como escritor, me resulta triste ver que una ficción creada para el disfrute se mezcle de este modo con un debate claramente marcado por la política. Y por varias razones. Primero, porque cuando alguien crea una historia, ya sea adaptación u original, para que sea disfrutada, no lo hace con la intención de que se ignoren todos los detalles interesantes que pueda haber incluido en favor de algo tan irrelevante como un color de piel. A mí, de hecho, ese es un detalle que me gusta más dejar a imaginación del lector, salvo que, por alguna razón, sea importante para la historia. Por otro lado, hay algo que muchos aún tienen que asumir. El mundo no está sólo formado por un ejército de hombres y mujeres blancos y heterosexuales. No, y si el escritor quiere que su obra sea lo más realista posible, lo cual hará si le viene en gana, seguramente creará una galería de personajes lo más variopinta posible. Y no porque quiera meter a un homosexual para cumplir con una agenda política. Sino porque las personas homosexuales existen, y no hay motivo para que no tenga presencia en nuestras historias. Para acabar, he de decir que ver las reacciones a estos casos hacen que me cuestione seriamente la educación que estarán recibiendo muchos niños. No creo que con mi edad sea nadie para decirle a cualquiera cómo deben criar a sus hijos, pero no me parece correcto, escandalizarse por la idea de un beso homosexual en una película infantil (como pasó este verano con la cinta “Buzz Lightyear”, que con un beso de unos segundos causó una conmoción pocas veces vista), pensando que va a corromper su pensamiento. En contraste con lo que muchos parecen creer, los niños no son tontos ni tan influenciables como para que ver a dos personas del mismo sexo besándose les vaya a condicionar su vida. Quizás tengas que responder un par de preguntas al final de la cinta, pero, y aquí está lo que me preocupa, entiendo que cualquier padre tendrá que enfrentarse a esas incomodidades durante una crianza. De no estar dispuesto a hacerlo ¿qué pasará cuando haya que explicarle al niño algo más delicado, como la muerte de un ser querido? ¿o cómo reaccionará cuando afronte esas situaciones presentes en la vida con las que nunca se ha familiarizado porque para sus padres eran incómodas? Al final, la conclusión a la que llego es que, si la diversidad nos parece una inclusión forzada, es simplemente por lo escasa que era antes.