“Homo Roma” | Por Juan José Robles
Existen muchísimas referencias de la homosexualidad en la antigua Roma, y no es mi intención a estas alturas, descubrir nada a nadie, aunque si quizás dar unas pinceladas sobre el tema, para los más neófitos.
Para empezar, hay que decir que el término “homosexualidad” tanto en la antigua Roma, como en la más antigua civilización griega, no existe como tal, y su práctica no está extendida en estos términos, sino que más bien podríamos hablar de bisexualidad como práctica más común. A pesar de ellos, existen numerosas referencias sobre hombres que practicaban el sexo exclusivamente como hombres.
La tolerancia de esta práctica, va evolucionando a lo largo de la historia de Roma, dependiendo del periodo, reinado, temprana república, tardo-república o imperio. En el primer periodo, en el que estaba penada la homosexualidad, encontramos textos que afirman que realmente lo que estaba penado era la pederastia, y algunas prácticas. De este modo, vemos que lo que estaba penado era adoptar el papel de “pasivo” en la práctica del sexo anal. Pero era generalmente aceptado el uso de los esclavos para el disfrute sexual.
Según va avanzando la república, la permisibilidad se va haciendo mayor, siendo socialmente aceptado que los “pater familia” tuvieran un esclavo dedicado exclusivamente al disfrute sexual del amo, este esclavo llamado “catamita”, estaba totalmente al servicio del amo, para su penetración, aún en contra de su voluntad.
Con la llegada del imperio, la práctica de la pederastia, fue despenalizada, y su uso fue más normal, como forma de satisfacción sexual, compitiendo con el sexo con mujeres. Sin embargo, siguió siendo condenada por algunos autores más conservadores como Tácito, como una forma sexual vergonzosa.
El matrimonio entre hombres se generalizó y era algo normal, dado que el matrimonio era una situación privada, y así lo constatan autores como Suetonio y Tácito.
La norma generalizada era que el miembro más joven de la pareja (erómeno) fuera el que adoptara la posición de pasivo y el más mayor (eraste) la de activo. Ya que existía la creencia de que el único que obtenía el placer era el activo y el pasivo adoptaba el papel femenino, este estaba mal visto en una sociedad absolutamente patriarcal. Aunque hay autores de hombres mayores que adoptaban el papel de pasivos y dejaban ser sodomizados por sus jóvenes esclavos.
También está bien documentada la práctica del sexo oral, y así lo demuestra algún fresco y grafito encontrado en Pompeya, que decía “segundo es un chupapollas muy habilidoso”.
La prostitución masculina, también estaba generalizada, y se cuenta que había una calzada, donde se reunían los prostitutos, que estaban especializados en el papel activo o pasivo, a la búsqueda de pacientes. Juvenal nos cuenta que, en los baños públicos, también era habitual encontrar a hombres en busca de relaciones sexuales. Se identificaban simplemente rascándose la cabeza con un dedo, o vistiendo alguna prenda de color verde. Por esta razón los homosexuales eran llamados “galbinati”, por el uso de este color.
Pero sin duda las relaciones homosexuales más famosas, y de las que tenemos más datos, son las que mantuvieron los emperadores. Aunque una de las relaciones más conocidas, que aún está en el ámbito de la leyenda, es la que mantuvo Julio Cesar con el rey Nicomedes, en uno de sus viajes a Macedonia.
Y ahora sí, comenzando con el primer emperador, Augusto, que tuvo a un joven catamita, llamado Sarmento a su servicio sexual, aunque por lo dilatado de su reinado, dudo mucho que fuera el único. Sobre Tiberio, su sucesor, hijo de su esposa Livia, corren muchos rumores sobre sus actividades sexuales en su retiro de Capri, actividades en las que se incluía la pedofilia, sin importar el sexo.
Sobre Calígula, ¿Qué os puedo decir? Sobre él se ha escrito mucho, y poco bueno. Aunque quizás no todo sea cierto. Lo más cierto es quizás fue el romance que mantuvo con el actor, Mnester.
Nerón fue aún más lejos, y tuvo varios amantes con los que llegó a casarse. Con Sporo, con el que Nerón adoptó el papel de esposa, y con Doríforo con él adoptó el papel de esposa. Aunque en realidad fueron varios sus amantes, teniendo varios a la vez.
Los siguientes emperadores también tuvieron sus amantes, Vitelio al esclavo Asiático, Domiciano al eunuco Flavio, Trajano al actor Pylades y el bailarín aplautro. Muy conocida y documentada es la relación de Adriano con Antinoo, un bellísimo joven del que se conservan numerosos bustos y que llegó a ser deificado. Cómodo, tuvo como amante a un liberto, que ejercía la labor de chambelán, llamado Saotero.
Mención especial merece el emperador Heliogábalo, y sobre el que ya escribí un libro, llamado APOLO NO EXISTE. Posiblemente, Heliogábalo fue sodomizado por medio Roma. Pero también tuvo sus preferidos, con los que se llegó a casarse, HIEROCLES, un esclavo auriga, al que llegó a nombrar sucesor al trono. Y Zotico, un joven esclavo, que a buen seguro hipnotizó a Heliogábalo con su dotación sexual.
Como veis, con sus más y sus menos, la tolerancia de la homosexualidad en las culturas antiguas politeístas era algo más natural y tolerada que aún en la actualidad.
Pero era de esperar que, con la expansión del cristianismo, y su “legalización” en el siglo IV por parte del emperador Constantino, la homosexualidad, no solo comenzara a ser mal vista, sino que pronto pasaría de ser un pecado, a un delito. Y hasta nuestros días en los que la homosexualidad sigue siendo castigada hasta con la muerte en muchos países del mundo.
¿Te gustaría conocer las apasionantes historias de escritores modestos, pero no por ello menos buenos?
Únete a nuestro canal de Telegram (es gratis) para ayudarnos a darles voz a esos escritores que necesitan un empujón. Sus vivencias e historias para publicar sus libros, su pelea para hacerse un hueco y su mensaje es igual o mejor que el de cualquier top ventas. Únete a nuestro canal para descubrirlos y apoyarles.