¡Hasta siempre! | Por Lourdes Justo Adán
No sé explicarlo bien, pero cuando me enteré, sentí una extraña sensación de vacío. Sí, el pasado 15 de julio, falleció en Barcelona a los 87 años alguien que, en mi opinión, llegó a convertirse en una figura fundamental del cómic español: Francisco Ibáñez Talavera, historietista y dibujante, creador de muchos y divertidos personajes.
Nació en Barcelona en 1936, en una familia compuesta por tres hijos, la madre de origen andaluz y el padre de origen valenciano, contable de profesión.
Siendo apenas un niño publicó su primer dibujo en la revista ‘Chicos’. Se trataba de la cara de “Halcón Veloz”, un indio Sioux. Corría el año 1947.
Ibáñez estudió contabilidad, banca y peritaje mercantil. En 1950 empezó a trabajar en el Banco Español de Crédito. Sin embargo, su pasión era dibujar, así que, por suerte, dejó el banco e ingresó en la editorial Bruguera.
Allí nacieron los disparatados detectives Mortadelo y Filemón (1958); la Familia Trapisonda (1958) con sus desventuras cotidianas; 13 Rue del Percebe (1961) que desarrolla los enredos vecinales de un edificio sin fachada, para poder ver su interior; Sacarino (1963), el torpe y holgazán botones de un periódico en el cual provoca innumerables embrollos; Rompetechos (1964), cuya baja visión genera innumerables situaciones cómicas; Pepe Gotera y Otilio (1966), un par de operarios que en vez de solucionar pequeñas averías, provocan grandes catástrofes…
Desencuentros con Bruguera, conflictos por los derechos de autor y cambios de editorial aparte, Francisco Ibáñez llegó a recibir numerosos galardones por dar vida a multitud de series humorísticas. Una de mis preferidas era la de los conocidos agentes de la T.I.A. Mortadelo era más tarambana que Filemón, pero tenía la hilarante facultad de disfrazarse ad hoc con suma rapidez. Sus andanzas solían terminar en persecución o desastre, con más de un gracioso ‘slapstick’ incluido. Tuvieron un éxito tan arrollador que fueron llevados al cine, sus figuras fueron incorporadas al Museo de Cera de Madrid, lanzaron sellos con sus imágenes, les dedicaron esculturas, murales, webs…
Pero cuentan que Ibáñez confesó que su hijo más querido era el irascible Rompetechos, otro de mis favoritos. Me encantaba este individuo cuya miopía generaba tales confusiones que terminaba peleando con todos, pues se sentía incomprendido y creía que le querían tomar el pelo.
De niña, muchos de mis ahorritos fueron destinados a la compra de los “chistes” –como yo les llamaba– de Mortadelo y Filemón, así como los de Rompetechos o Sacarino. Llegué a tener una amplia colección. Los leía mil veces sin aburrirme; muy al contrario, siempre me reía a carcajadas con ellos, fortaleciendo, sin darme cuenta, mi gran interés por la lectura. Desconozco qué pasará a partir de ahora con tantas creaciones hoy huérfanas.
Solo me resta desear consuelo a su familia y dar las gracias allá donde él esté, por desarrollar mi imaginación, alfabetizarme visualmente y alegrar mi infancia con cada una de sus viñetas.
……..
Lourdes Justo Adán
Maestra especialista en Educación Infantil, en Educación Primaria y en Pedagogía Terapéutica.
Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación.
Orientadora Escolar.
Escritora.
Coach de víctimas de maltrato psicológico.
Docente desde hace casi treinta años.
¿Te gustaría conocer las apasionantes historias de escritores modestos, pero no por ello menos buenos?
Únete a nuestro canal de Telegram (es gratis) para ayudarnos a darles voz a esos escritores que necesitan un empujón. Sus vivencias e historias para publicar sus libros, su pelea para hacerse un hueco y su mensaje es igual o mejor que el de cualquier top ventas. Únete a nuestro canal para descubrirlos y apoyarles.