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Génesis de una novela. Feliz Día de Año Nuevo. (Parte I) | Por Carlos María Valencia.

Génesis de una novela. Feliz Día de Año Nuevo. (Parte I) | Por Carlos María Valencia.

A decir verdad, de niño, nunca he sido un gran lector de libros, más bien era mediocre y mi escritura no era buena. Sin embargo, era un ávido consumidor de tebeos. Esa afición matizó, si se puede decir, tales deficiencias estructurales. Sinceramente, la lectura “mas sería” recaló en mí durante la adolescencia, recuerdo que fue motivado por esos momentos aburridos en casa que no estaba con mis amigos de barrio. A los 16-17 años, incluso, iba varias veces al mes a la biblioteca para sacar libros y tebeos de todo tipo: me interesaban bastantes materias pero las preferidas eran las relacionadas con el terror y la ciencia ficción, junto con la historia y la geografía. Una continuada lectura, la desbordante imaginación y una facilidad innata de contar batallitas reales o inventadas acabaron en decidirme a disponer de una mejor formación: entrar en la Facultad de Historia. Aunque, por diversas circunstancias, no lo logré hasta los 26 años.

Durante esa adolescencia pude contemplar como el ambiente festivo de Valencia nos inundaba de ese aire fresco que supuso la plenitud de la Movida Valenciana. Una verdadera revolución que cambiaba el escenario nocturno en muchos aspectos como el social y musical.

Nuestro pequeño grupo de amigos fue cautivado por esta nueva realidad desde muy jóvenes (13-14 años) y conocimos de primera mano esas nuevas y variadas vertientes musicales que solo se escuchaban aquí. Era una evolución natural que comenzáramos a salir hacia las discotecas vespertinas, primero y nocturnas después (haciendo verdaderos encajes de bolillos para que nos dejaran entrar debido a nuestra tierna edad).

Todo comenzó en una de esas discotecas noctámbulas. No recuerdo demasiado los detalles en tal arco cronológico pero ese momento es difícil de olvidar.

Hacia mucho frío. Debía ser finales de 1988 o principios de 1989. Era uno de mis primeros permisos del Servicio Militar. Creo que era la segunda vez que íbamos a esa discoteca, de ambiente oscuro y catalizador de muchas tendencias musicales. De hecho, las tinieblas ocupaban casi todo el espacio. Las luces intermitentes y las de las barras de copas eran los pocos oasis de luz. La realidad era que nos imponía un poco pero nos cautivaba ese ambiente tétrico rodeado de buena música.

La gente joven que se reunía en este tipo de locales era de lo más variado y a veces, de estética estrambótica. Uno de estos subtipos de Tribus Urbanas eran los Cuervos o Siniestros,entre otros tipos de apelativos, lo que llamamos hoy día Góticos.

Nos encontrábamos cerca de un gran altavoz de la discoteca cuando un peculiar grupo de siniestros se posicionaron cerca de nosotros en uno de los extremos de la barra.

Una canción poco motivadora me permitió girar la cabeza y ver esa magnífica escena. Lo componían tres chicos y dos chicas. Su indumentaria y estética, toda de negro, combinaba a la perfección una especie de ropa decimonónica con la ropa de piel más actual y aderezada por unos complementos tétricos a juego de todo tipo.

La imagen alimentó mi imaginación casi al instante: parecen vampiros ¿Vampiros en Valencia? Sonaba ridículo, pero en ese momento no lo parecía.

Durante varios minutos les estuve observando. Se mostraban altivos y arrogantes, no se relacionaban con nadie, ni casi entre ellos, solo se dedicaban a mirar el ambiente a su alrededor. La camarera hacia verdaderos ejercicios gimnásticos en la barra para atenderles.

Me fije en una de la chicas, era realmente hermosa, morena con el cabello no muy largo, ligeramente cardado y unos labios demasiado rojos.

¿Vampiros? ¿Por qué no? Como ciudad de acogida ofrecía unas interesantes condiciones, principalmente su increíble vida nocturna, que les haría pasar totalmente desapercibidos e integrarse como verdaderos cazadores entre sus presas. Un escenario ideal. Estaba convencido como fanático de las historias de terror.

El cambio de canción me devolvió a la realidad y pensé la cantidad de reflexiones absurdas que acababa de divagar. Absurdo, los vampiros no existen fuera del cine y la literatura.

Proseguí de fiesta con mis amigos pero la imagen de ese grupo y de la chica ya no se me olvidó nunca.

El asunto permaneció en el olvido durante muchos años hasta que…

… volvió de manera “tormentosa”.

Página: https://www.felizdiadeañonuevo.com


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