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¡Escribe como una loca! Minicurso gratuito de Escritura Creativa | Por Josep Segui Dolz

¡Escribe como una loca! Minicurso gratuito de Escritura Creativa | Por Josep Segui Dolz

Imagen: recorte de La chica que ha perdido el norte. Guillermo, ‘Memo’, García©; México, 2021. Técnica mixta papel/cartulina. Medidas 21×28 cm.

«…la idea de que una cosa esté allí donde precisamente tiene que estar, que alguien sea exactamente lo que debe ser —punto de vista objetivo del orden—, es un pensamiento inconcebible. No existe la menor posibilidad de este orden en un mundo real».

Jean Baudrillard, 1995.

—¿Y la realidad?

—Olvídate de eso ahora. Mira, como dice el conocido novelista español (y paisano nuestro, por cierto), el ya citado Juan José Millás, «El territorio de la realidad es la contingencia, porque en la realidad todo puede suceder o no, y no sabemos de qué depende. Es el caos, no hay ninguna lógica interna en la realidad». ¿Lo entiendes?

—Sí. Creo que sí. Pero no estoy muy de acuerdo. Si no es acerca de la realidad, de las cosas que pasan, ¿de qué hablo cuando empiece a escribir?

—No importa si estás de acuerdo o no. Tú escribe. Escribe como una loca, aunque no lo estés. Inventa, invéntate cosas. Sueña y describe tus sueños. Juega con las palabras creando situaciones creíbles, aun no pareciendo reales; eso no importa lo más mínimo, de verdad. Lo sean o no eso no sirve para nada en el contexto existencial este tan cambiante y asombroso. Nadie escribe con el objetivo de describir la realidad porque no se puede.

»Si alguien lo consiguiera sería como Dios, lo sabría todo, ¿me explico? Busca una buena libreta, lo más gorda posible —gordísima si puede ser—, y unos cuantos lápices de la más alta calidad y ponte a escribir ya de inmediato, por favor. No pierdas ni un minuto. El tiempo es oro. Mejor dicho, vida.

—¿Tú me ayudarás?

—No. Yo estaré ahí más o menos mucho tiempo; pero ya no volveremos a hablar jamás. Esto es una introducción y aquí, en este tipo de pasajes literarios, está bien dar habla a nuestras voces internas. Pero en la realidad no la tienen. O sea, me sentirás, pero no me oirás. Reconozco que esto es muy raro, porque lo no dicho no existe. Yo no vivo más que como una fuerza interior inexplicable y, sobre todo, intermitente; a veces me hago presente y otras no. Pero nunca hablo. Ahora estoy haciendo una excepción.

—Te contradices. Has dicho «Pero en la realidad…» y, por otro lado, afirmas que la realidad no existe.

—No me toques las putas narices y no intentes buscar falacias en mi discurso. No, yo no he dicho eso; en todo caso ha sido Millás, que tampoco. Él no dice que la realidad no exista; afirma: «Es caótica e ilógica». No es lo mismo, me pensaba que lo habías entendido, listilla.

—Sí. Bueno, más o menos. Quiere decir: «Nunca se puede saber lo que va a pasar», ¿es eso?

—Afirmativo. En parte es así y eso tiene relación con algo conocido como la incertidumbre, o sea, absolutamente nadie sabe lo que va a pasar absolutamente dentro de cinco minutos, ¡mucho menos dentro de un año, por ejemplo! Las cosas eso, absolutas, no existen, si bien pareciera todo lo contrario en este mundo que pretendemos sea tan ordenado y equilibrado. Sin embargo, tengo una fuerte, fortísima, impresión: «Tu caso es diferente».

—¿A qué te refieres?

—Tú sí vas a saber algunas cosas; ya lo verás.

—Me dejas intrigada…

—Eso no es malo; ni malo ni bueno. Eso es y será. Según vayas escribiendo pronto te darás cuenta de esto: «Tienes algunas capacidades diferentes; eres distinta al resto de personas del mundo mundial».

—Pero yo no sé cómo son el resto de personas del mundo mundial. Nunca las he conocido.

—Ya lo irás viendo, chica. No te preocupes ahora por esas minucias insignificantes, no te agobies.

—Bueno, confío en ti ¿de acuerdo?

—Sí. Pues entonces haz, ponte a escribir ya. Yo voy a ir cerrando mi boca que tengo más cosas que hacer.

—¿Como qué?

—Controlar y equilibrar tu organismo. Tu corazón, tus pulmones, tu cabeza; entre otros. Por eso estoy dentro de ti.

—¿Y cómo empiezo a escribir si no tengo tus palabras?

—Pues hazlo de una manera más o menos tradicional.

—No conozco ninguna tradición —poniéndome muy triste.

—Espera, espera. Tranquila. ¿Cómo empiezan la inmensa mayoría de las narraciones reales y también las irreales?

—Pues presentando a los protagonistas, supongo; pero no sé quiénes son, no tengo la menor idea.

—Sí sabes quién es una de las protagonistas.

—¿Yo?

—¡Justo! Has dado en el clavo.

—Entonces ¿empiezo presentándome a mí misma?

—Eso es.

—Pero si no sé quién soy… —sollozando—. Ya he empezado este capítulo intentándolo y me hago un gran lío…

—Va, no llores. Ya te lo he dicho: imagínatelo, suéñalo, invéntatelo; tu imaginación, tu sueño, tu invención serán tú misma.

—¡Joder! No acabo de tenerlo claro, de verdad. Esto es muy difícil, tía —sorbiéndome los mocos.

—Mira, piensa una cosa: «Nadie acaba de tenerlo claro del todo nunca». Es cierto que casos como el tuyo hay muy pocos, poquísimos. Pero nadie sabe quién es, ¿y? Se lo imaginan, lo sueñan, lo inventan. Al final tú vas a hacer lo mismo en la práctica. No exactamente igual porque el resto de personas tienen unos antecedentes, ciertas referencias; saben dónde han nacido, saben quiénes son sus padres y todo eso. Creen que son como son gracias a sus genes, o a que Dios las ha creado así. Y a partir de ese conglomerado de dogmas es cuando conciben todo lo demás. Inventan su pasado, inventan su presente, inventan su futuro y hacen de la creencia su verdad: la historia de sus vidas. Mas tú partes de cero sin posibilidad de reparación y desde ahí irás encontrando el norte. Algún día serás tú; serás tú misma. ¿Cuándo? No lo sabemos, no me lo preguntes; pero antes o después todo llegará, te lo aseguro.

—¿Te puedo preguntar dos cosas más?

—Adelante; pero ya serán las últimas.

—¿Cuándo me moriré?

—No lo sé. Y si lo supiera no te lo diría. Siguiente pregunta.

—Nada, no, … se me ha olvidado…

https://www.josepseguidolz.info/la-chica-que-ha-perdido-el-norte. De la Presentación.


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