El género de terror. ¿Al gusto de unos pocos? | Por José María Magro
Desde que decidí empezar a escribir género de terror, cuando tan solo tenía 14 años, me escuchado que el gusto por lo macabro, el horror, los fantasmas o las vísceras estaba al alcalde de unos pocos. Incluso hay quien, al decir que me encanta una buena película de slasher, te mira con sorpresa. Pero a todo el mundo, en lo más profundo de nuestra mente, nos gusta este género y todos, en algún momento de nuestra vida, hemos visto una película de miedo o leído a alguno de esos clásicos que, bien en la escuela, bien por decisión propia, se nos hacía harto terroríficos. En mi caso, pese a que ya llevaba bastante tiempo viendo películas de miedo en casa, la primera que vi en el cine fue El Exorcismo de Emily Rose. Corría el año 2005. Aun recuerdo la sensación de miedo que inundaba mi cuerpo cuando, tras acabar de ver la película, regresaba a mi casa. La distancia existente entre mi hogar y el cine es corta. Tan solo una calle y media y apenas cuatro minutos andando. Ese día, los pocos metros que había y el breve lapso de tiempo que discurría hasta llegar con mi familia se hicieron eternos. Aquella noche la calle estaba más oscura de lo normal. Con cierto miedo, eché a correr. No me sentí seguro hasta que, en la comodidad de mi habitación, encendí todas las luces y descubrí que estaba en un lugar seguro. ¿O no?
Si nos ponemos a recordar, también algunos de vosotros habéis tenido esa sensación de terror, que en el fondo gusta, de acabar una buena novela de miedo o una película de estas que te ponen los pelos de punta, y tener la necesidad de encender todas las luces de tu casa. Nuestra mente, en ese momento, nos juega malas pasadas. Queremos creer que nada de eso es real, pero nos encontramos con que tenemos que ir corriendo hasta nuestra habitación porque nuestro pasillo, oscuro, puede ser el origen de algún monstruo o ser maligno.
A nadie le gusta pasarlo mal. Entonces, ¿por qué el género de terror gusta de forma tan intensa? Quienes somos aficionados a este tipo de películas y de literatura, estamos “curados de espanto”. Desde el inicio del pensamiento, las historias de fantasmas, asesinos seriales, vampiros y monstruos terroríficos han estado en la psicología de la sociedad mundial. En época de los griegos ya se escribían historias sobre fantasmas; con el cristianismo se consolidó el miedo al demonio, las brujas y estos seres sobrenaturales que te llevan a un infierno; más tarde se desarrolló el gusto –y miedo- por personajes como hombres lobo o vampiros. Sin entrar a analizar la historia del género de terror, lo cierto es que a la humanidad nos ha gustado pasar miedo. Y este miedo está analizado. Según los investigadores y expertos, la verdadera razón por la que nos gusta sentir pavor o, simplemente, asustarnos, tiene que ver con el funcionamiento de nuestra mente. No debemos olvidar que los seres humanos somos mamíferos y que, como tal, tenemos un cerebro que está siempre alerta. De este modo, cuando nos encontramos ante una situación de peligro, nuestro cuerpo se prepara para actuar, generando una serie de hormonas que nos hacen entrar en una lucha con nuestros terrores más profundos. Los mamíferos, acostumbrados a la supervivencia, tenemos sustancias y hormonas como la adrenalina o la norepinefrina que nos ayudan a enfrentarnos a ese pasillo sin luz o a esa casa abandonada a la que no nos atrevemos a entrar. No son más que estímulos y reacciones de nuestro cuerpo hacia algo que entiende que no es real. Y esa es la gran diferencia entre el miedo que podemos pasar mientras vemos una película o en una situación de peligro verdadera. Nuestro cerebro sabe que, ante una obra de terror, eso que estamos viendo y absorbiendo no es real. En cambio, cuando nos encontramos ante un accidente o una situación desconocida, nuestra mente sabe que eso es real y ahí es cuando se produce el miedo.
Y esto nos lleva a plantearnos una cuestión, un tanto arriesgada, ¿por qué no le gusta el género de terror a todo el mundo? Por regla general, hay varios rasgos que relacionan la personalidad con el gusto por este mundo. Las personas que se sienten atraídas por el terror suelen tener más ganas de vivir experiencias nuevas, las personas extrovertidas o las más empáticas suelen ser, además, de las que más gusto por el miedo y el horror tienen.
Así que, amigo y amiga, si no te gusta el género de terror porque tienes pesadillas o no quieres vivir experiencias extrañas, no lo des más vuelta. Dile a tu mente que lo que vas a leer o ver no es real, y ya verás como tendrás un subidón de adrenalina.