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«El dolor» | Por Aida Clausell

«El dolor» | Por Aida Clausell

Soy ese que se esconde en tus ojeras, el que te hace retorcerte en silencio, te agota física y psíquicamente, el que nadie comprende porque no me puede ver. Haré que desees tomar todo tipo de drogas para callarme, derramare tus lágrimas y conseguiré que en tu tiempo libre estés en la cama intentando recuperar el sueño que te quito por las noches. Soy las espinas que recorren todo tu cuerpo, el que hará que te paralices, te retuerzas,  llores de impotencia e interrumpas  tu vida cotidiana.

Lo peor de todo es, que nadie puede verme y solo tú puedes sentirme, ni siquiera un médico puede saber realmente que tanto malestar te produzco. Agotare tu mente, haré que la tristeza se apodere de tu ser, hasta que vuelvas a derramar lágrimas, pero esta vez, de impotencia por no poder levantarte de la cama. Escucharas una y otra vez de los que te rodean decirte, anímate, muévete, haz deporte… por eso siempre estas mal, porque no practicas deporte y tienen razón, lo que ellos no saben es que yo extermino tus pocas fuerzas, te paralizo los músculos y atrofio tus pensamientos. Nadie entiende el sobre esfuerzo que haces. Nadie me entiende mejor que tú, la que me siente cada día.

Cada vez son más las personas que son diagnosticadas de dolor crónico, fibromialgia, artritis, enfermedades degenerativas o producidas por efectos secundarios por tratamientos oncológicos. Al principio todos dicen que te comprenden, pero la realidad es que esa comprensión dura 2 días, porque por suerte para ellos, no saben lo que significa convivir con ello. Esto es algo que para entenderlo hay que vivirlo y sentirlo. No es salir a caminar, hacer deporte o ejercicios, es vivir con algo que poco a poco te consume y cuando te dan los brotes sientes que estas muriendo en vida. Tener a tu lado alguien que te entienda y comprenda, es tener el mayor tesoro, pues para ellos, seguirnos, puede volverse tedioso y aburrido. Y saber eso, es algo que nos preocupa mucho a los que lo padecemos.

Como en todo en la medicina, debería de haber más terapias alternativas que nos alivien y calmen esta tortura y no tanta pastilla que terminan fastidiándote el estómago y otros órganos. Se debería de curar y no paliar.

Desde que fui diagnosticada de cáncer de mama y comencé este largo camino, no sabía lo que me esperaba y me quedaba por sufrir. Por desgracia, he conocido la faceta del dolor duro y crónico, por culpa de las pastillas, pinchazos y goteros que tengo que seguir, para mantener el cáncer a raya.

Yo estoy con el tratamiento hormonal que nos dan a las pacientes que son sensibles sus tumores a las hormonas. Quisiera dar todo mi apoyo y comprensión a todas aquellas que están pasando por lo mismo, darles voz, ya que parece que una vez pasas a revisiones semestrales y no tener las señales significativas que te dejan los tratamientos agresivos del principio, la gente se olvida de lo que estás pasando.

Mucho ánimo a todas ellas y también a todos los que sufren de este dolor por otras enfermedades. Somos luchadores, de algo que no se puede ni ver, ni medir.

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