De vueltas y vueltas | Por Jaime Jimeno García
El final de agosto se suele asociar al verbo volver. Los pequeños vuelven al colegio, los adultos al trabajo y los políticos a nutrir de contenido humorístico redes sociales y noticiarios. Se trata de un bucle, una especie de Día de la Marmota que cada primero de septiembre se nos aparece.
Al igual que en enero, los gimnasios se llenarán de inscripciones cargadas de excelentes propósitos, a las que en muchos casos fallará la voluntad. Los bolsillos temblarán gracias a los libros y los materiales escolares. También elegiremos entre aprender a tocar el saxofón o apuntarnos a bailes de salón. Se retoman las competiciones deportivas, vuelven las nuevas temporadas de las series más aclamadas y también los presentadores de los magazines televisivos más seguidos. Parece como si la propia vida se reactivase eclipsando la realidad una vez más.
Y en lo que a realidad se refiere, este septiembre nos va a traer también un evento que demostrará una vez más que el ser humano se sitúa a la cabeza de las especies en cuanto a inteligencia y desarrollo. Me refiero, por si alguien tiene alguna duda, al encuentro de terraplanistas que se ha previsto celebrar en Menorca. Esa corriente de pensamiento parece decidida a dar un paso adelante, hasta el punto de superar al mismísimo Dios en cuanto a visibilidad. No les debería resultar muy complicado, ya que veo difícil que alguien nos pueda mostrar una foto del todopoderoso. Sin embargo, tras la reunión de libre pensadores, más de uno subirá instantáneas en las que podremos ver retratos de esos revolucionarios que niegan tanto la vuelta al mundo que completó Elcano hace cinco siglos, como el fotograma del planeta que pudo contemplar Gagarin a bordo del Vostok 1.
Negar la evidencia no es solo un don de terraplanistas, y si no que se lo pregunten a ese señor que hace unas semanas pedía al gobierno un plan de ahorro que limitara aire acondicionado y calefacción. Cuando el gobierno presentó el plan, se alistó entre los negacionistas del ahorro.
En cualquier caso, y volviendo al que será el centro del terraplanismo, apunta a que será un encuentro en el que las temperaturas darán una tregua. Imagínense en una bonita isla, en la que simplemente con la brisa marina nos encontremos con un ambiente fresco, sin que por ello pasemos frío. Nada de aire acondicionado, ni ventiladores, ni calefacción y, si con suerte, la Luna ilumina la noche, no harán falta ni las farolas de la calle. Y además aprendiendo ciencia de la de verdad, con hechos probados y demostrados. Creo que en mi viejo cuaderno del instituto me sobraron un par de renglones que bien podría aprovechar para anotar las conclusiones que saque, aunque me temo que esta reunión me pilla en mal momento, pues ya me había comprometido a asistir a unas jornadas sobre la amenaza que supondrá la llegada de Galactus a la Tierra.
Jaime Jimeno
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