Activismo | Por Martín Isidro Vázquez León
El activismo es el atributo esencial del individuo que determina sus capacidades, predisposición, inclinación a la conducta libre, voluntaria, no impuesta e interesada en desarrollar sus propias fuerzas internas. Este sistema filosófico se define también como la dedicación intensa a alguna línea de acción en la vida pública, ya sea en el campo social, como en lo político, ecológico, religioso, económico u otros. El activismo se entiende también como la estimación fundamental de la acción. El activismo es una doctrina, en muchos casos mitificada o ideologizada, que se caracteriza por una confianza exagerada en el poder de la acción. El activismo es contrario al pasotismo y también al teoreticismo, porque considera que estos, el pasota y el teórico, están instalados en la quietud, la inactividad y la postergación, y por tanto, no transforman el mundo. William James, filósofo representante del activismo, dijo algunos pensamientos más o menos relacionados con esta doctrina: “Nada es tan fatigante como dejar eternamente una tarea inacabada”. “Parece que la acción va seguida de la emoción, pero en realidad la acción y el sentimiento van juntos; y al regular la acción, la cual está bajo control de la voluntad, podemos regular directamente la emoción”. “Puede que la acción no traiga la felicidad pero no hay felicidad sin acción”. Otro filósofo que teorizó sobre el activismo fue Giovanni Gentile y esta es una frase suya sobre este sistema: “No es posible concebir el mundo moral sin concebir el espíritu humano como actividad creadora, porque el mundo moral, o sea el conjunto de todas las acciones que se presentan a nuestro espíritu como susceptibles de una valoración que las apruebe o las desapruebe, puede solamente ser valorado si se le considera como debido absolutamente a la actividad del espíritu, como aquello, que es tal cual el espíritu lo ha querido”. Yo considero el activismo como una filosofía emprendedora que apuesta o cree en la acción, en la actividad o el trabajo o el esfuerzo, en la dedicación a hacer cosas y no caer en la quietud o el marasmo de estar sin hacer nada o hacer lo menos posible. Es contraria, por lo tanto, al pasotismo, en el activismo el ser humano se mueve, tiene iniciativas, no pasa de las realidades de la vida, se preocupa, se moviliza, busca soluciones o se interesa por las situaciones o las circunstancias. El activismo es también una doctrina democrática, porque el sujeto desarrolla sus capacidades o inclinaciones libremente y sin imposiciones externas, o sea, a través de su propia voluntad.
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