Con La guarida, Julia Cortés Palma firma una novela incómoda, valiente y, sobre todo, necesaria. La autora —docente jubilada, actriz, modelo y escritora desde los cinco años— se adentra en una de las zonas más oscuras y silenciadas de la adolescencia contemporánea: el submundo digital donde se mezclan adicciones, violencia, abusos y soledades que nadie parece ver. Con una prosa directa y sin concesiones, Cortés Palma convierte su experiencia vital y su sensibilidad educativa en una obra que no pretende tranquilizar, sino abrir los ojos.
La historia sigue a Lucas, un chico marcado desde la infancia por su adicción a los videojuegos. Tras pasar por varios centros privados, termina en el instituto público Leonor de Borbón, donde parece tener una última oportunidad para reencauzar su vida. Allí conoce a Soledad, una joven atractiva, inteligente y con novio. Pero Lucas nunca ha sabido renunciar a lo que desea, y ese primer flechazo se convierte en el punto de partida de una caída que arrastra a todos a su alrededor.
La guarida comienza como una historia juvenil aparentemente inocente, teñida de rosa, para después oscurecerse hasta límites sorprendentes. Cortés Palma explora sin filtros la crudeza del ciberacoso, la manipulación emocional, la violencia de género entre adolescentes, las redes de pederastia, el consumo de alcohol y drogas y la manera en que internet puede convertirse en un arma que anula voluntades y destruye identidades. La autora no pretende moralizar, sino exponer. Poner luz donde suele reinar el silencio. Y en ese gesto, la novela adquiere un valor social indiscutible.
La experiencia docente de Cortés Palma se percibe en cada página: conoce el terreno, las heridas silenciosas, la fragilidad de los jóvenes frente a los dispositivos que habitan a todas horas. Sabe cómo se construye una doble vida digital; sabe cómo se desmorona. Su mirada, lejos de ser condescendiente, es honesta, madura y profundamente humana.
La guarida es más que una ficción: es una advertencia. Una historia que muestra la vulnerabilidad de quienes crecen rodeados de pantallas sin una brújula emocional estable. Julia Cortés Palma, que dejó su tierra y su zona de confort en busca de sus sueños literarios, demuestra con esta obra que el talento no necesita ornamentos: necesita visibilidad. Y pocas novelas recientes muestran con tanta claridad el lado oscuro del mundo que entregamos a los adolescentes sin manual de instrucciones.
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