Déjalo ir, no todo es Hollywood | Por Bárbara Haya
Si hay algo que la vida me ha enseñado en estos años, es que amigos, lo que se dice verdaderos amigos, tenemos pocos.
Vi alejarse y desaparecer mucha gente durante mi infancia, adolescencia, años de universidad y vida laboral. Veo a esas personas como personajes secundarios de mi estancia en este mundo, como si esta fuera una película en la que ellos aportan su valor y se van para no volver, y más tarde salen en los títulos de crédito como figuración especial. Gente que no ha sido importante para mí, pero ha formado parte de la producción cinematográfica de mi vida, dando forma a esta película que produzco día a día.
Pero la vida no se compone solo de personajes secundarios, también entran en juego personajes principales, que tienen un papel crucial en la película y sin ellos, la historia no sería la misma. En las películas son personajes principales, en la vida se les denomina amigos, familia, pareja… En definitiva, las personas que sí importan, a los que damos valor y tomamos en cuenta sus consejos, a los que pedimos apoyo y queremos llamar cada vez que nos pasa algo bueno.
Lo más difícil que he aprendido a hacer durante mis treinta años, es a decir adiós a las personas que han sido tan importantes para mí.
Hollywood nos ha mostrado grandes historias, románticas, de amistad y de familia, que hemos amado y odiado, en ocasiones hemos vivido esas tramas como si fueran propias. Pero lo que no nos ha enseñado, es que tras el “the end”, las historias continúan: las relaciones amorosas, las amistades, las relación de padres e hijos o hermanos, siguen su curso y a veces duran toda la vida, pero en muchas ocasiones terminan, los caminos se separan y no se vuelven a ver, o por lo menos no de la misma manera.
Y eso ha sido siempre un asunto pendiente de nuestra generación, aprender que no todo es para siempre y a veces hay que decir adiós a esas personas a las que hemos querido, a las que hemos valorado y nos han enseñado y aportado muchas cosas.
A mí personalmente me ha costado mucho dejar ir a las personas que ya no tenían que estar ahí, a lo mejor porque no podían, porque no querían o porque no era bueno para alguno de nosotros. Tanto a nivel sentimental, como a nivel de amistad, intentaba aferrarme a aquel que me había hecho sentir tan bien, con el que compartía recuerdos o con el que conectaba. Pero finalmente acababa haciéndome daño, porque a veces hay que luchar por alguien, pero otras veces, sobretodo cuando traspasas un límite en el que la relación está descompensada y tú das siempre más que el otro, hay que dejar fluir a la vida, despedir a quien tanto bien te ha hecho y dejar espacio para que otras personas lleguen.
He perdido relaciones porque estábamos en momentos diferentes de la vida, porque alguno de los dos había cambiado, porque o él o yo necesitábamos distanciarnos o porque simplemente no se merecían ese puesto que les había dado. Y en todas y cada una de esas ocasiones me dolió esa pérdida, pero con el tiempo he entendido que lo mejor que podía hacer, era dejar ir a los amigos que no deben estar con nosotros en ese momento.
Amigos se cuentan con los dedos de una mano, eso se dice mucho, pero el que pueda contar con un par de personas en este mundo, con las que hablar cuando se sienta mal, a las que llamar cuando necesite algo, con las que compartir los momentos felices y a los que quiera de verdad, que se sienta afortunado. Os aconsejo que valoréis esas relaciones mientras estén ahí y los dejéis ir si es necesario.
Porque en nuestra película necesitamos tener actores principales que nos hagan bien y si no es así, habrá que dejarlos ir, hacer otro casting y contratar otros actores que quieran participar en nuestra única y especial producción cinematográfica.
Bárbara Haya es una profesora y escritora, nacida en Madrid en 1991 y autora de la novela “Pretérito imperfecto: el tiempo no vuelve”. Descubre más sobre ella en su web y en su cuenta de Instagram:
https://barbarahayaqueipo.wixsite.com/preteritoimperfecto
https://www.instagram.com/barbarahaya/
Bárbara Haya es una profesora y escritora, nacida en Madrid en 1991 y autora de la novela “Pretérito imperfecto: el tiempo no vuelve”.
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Me parece crucial saber cuándo dejar atrás a una persona y en la misma medida, me supone un reto enorme :). Genial artículo!