Voldemar Kvantaliani, nos cuenta todo sobre su obra de cuentos cortos “Todo es una ficción”, recientemente publicada con Círculo Rojo.
¿Cómo pasaste de ser un diseñador de moda a un escritor? ¿Cómo influyó tu vida y tus experiencias en este cambio de enfoque?
No he dejado de ser un diseñador de moda, simplemente, en la vida de uno siempre surgen momentos cuando hay que cambiar la perspectiva, la diferencia está en que algunos deciden cambiar y otros deciden seguir con lo que ya saben.
La escritura, en general, es un mundo aparte de todas las disciplinas artísticas que conozco, más amplio y, en algunos aspectos, más completo. No es que mi vida o mis experiencias influyeron en mí para ponerme a escribir, sino las circunstancias del entorno. Se me presentaron de tal manera que sentí la llamada a la acción, que no pude rechazar ni no advertirla, y es ahí donde la experiencia empezó a esgrimir con sus recuerdos y mi fantasía empezó a desparramar las secuencias vivenciales, mezclando entre sí todo lo que podía agarrar.
Hasta los veinte años, no encontraste atractivo en la lectura ni en la escritura. ¿Qué evento o momento específico desencadenó tu interés por la literatura y cómo ha afectado tu vida desde entonces?
El momento de empezar a estudiar la moda. Tomarla un poco más en serio que hacer un simple bosquejo. Empecé a leer literatura relacionada con la moda y de ahí la de otro género y, en un momento dado, llegué a la comprensión de que la escritura es el medio de la visualización de la vida más completo que, de momento, hay.
La escritura no me ha cambiado radicalmente, pero sí muchos aspectos de mi vida han pasado a ser más conscientes. Sobre todo, la manera de abordar la reflexión sobre las situaciones que surgen. Con más frialdad de la habitual.
Tu profesión como diseñador de moda te ha llevado a través de diferentes lugares y culturas. ¿Cómo ha influido esta diversidad de experiencias en tu escritura y en las historias que decides contar?
Las paradas en diferentes lugares con diferentes culturas influyeron, evidentemente, en la perspectiva del mundo que tenía antes de visitar estos lugares, pero no fueron tan cardinales como para decir que si no fuera por ellos mi vida seguiría siendo más simple que de una hormiga. Cualquier historia necesita colores, por tanto, para mis cuentos cojo sólo imprescindible, pero con sombras, y sin copiar tal cual las costumbres de la cultura. No me influyeron mucho, por naturaleza soy poco impresionante (pocas cosas que me impresionan mucho).
“Todo es una ficción” es tu obra debut en el mundo literario. ¿Cómo describirías tu enfoque y estilo narrativo en esta compilación de cuentos cortos?
No tengo un estilo definido, porque no lo quiero. No lo quiero porque significaría meterme en una taquilla con alguna definición grabada encima y trabajar para ella, y eso significaría pudrirse en raíz, lo que va, según mi entender, contra la naturaleza artística per se.
Y, en cuanto al enfoque, abordo (o intento hacerlo) todo desde las alturas persoparciales (un poco personal y otro tanto parcial).
La sinopsis menciona que la mayoría de los cuentos están relacionados con el tema de la muerte física. ¿Por qué este tema específico y cómo ha impactado tu percepción de la vida y del ser humano?
¿Por qué el tema de la muerte física? Pues porque es como un imán. Cuando a uno le toca vivir este momento, entre la vida y la muerte, emergen cuestiones muy suculentas y que, de momento, nadie sabe respuestas, pero sí que tienen teorías, presuposiciones, hipótesis, etc. Así que, simplemente, es una búsqueda de la vida en la superficie de la muerte.
¿Podrías compartir cómo fue el proceso de liberarte del peso emocional a través de la escritura de estos cuentos? ¿Fue un proceso catártico para ti?
Aquí seré un poco banal, contestando que el proceso de escribir es como escalar las montañas. Sudas como un pollo al horno y te pones nervioso cuando te falta aire al acercarse hasta las alturas, no estas de 1000 metros, sino escarpadas y peligrosas y al llegar a la cima exhalas, te sientes y contemplas lo que has creado (no en el sentido directo, sino metafísico o simbólico).
Sí, en algunos aspectos fue catártico, porque a algunos cuentos les acompañan mis lágrimas a otros mis rabias a terceros deleite. Podría decir que para mí es terapéutico.
Aunque aún no has sido galardonado con premios literarios, te enorgulleces de tu título de escritor novel. ¿Cómo afrontas las expectativas y cómo te sientes respecto a este nuevo capítulo en tu vida?
¿Las expectativas? No las afronto, porque no las creo. Así estoy más preparado para lo que viene. No hace falta engañar a sí mismo creándolas, es un malgastar de energía e inútil.
Pero sí que me siento muy orgulloso por este pequeño logro en mi vida. Lo he logrado por mi propia cuenta. Porque hay que reconocer que es un trabajo duro escribir desde tu ser, y no desde las entrañas de IA o un negro, sino por medio de tus conocimientos, fantasía, disciplina, etc.
En “Todo es una ficción,” exploras diferentes géneros y estilos de escritura. ¿Cuál fue el cuento más desafiante de escribir y por qué?
Creo, que el cuento más desafiante, entre los que presento en este libro, sería El presentimiento. Porque no sabía cómo representar un sueño dentro de un sueño, sin decir abiertamente que es un sueño dentro de otro sueño. Todavía no sé si lo he conseguido.
La sinopsis destaca que los lectores se sumergirán en una fantasía similar a la vida “real”. ¿Cómo logras equilibrar la realidad y la fantasía en tus historias para crear una conexión con los lectores?
En realidad, el equilibrio es la aceptación por el propio lector que la vida “real” podría ser perfectamente una “fantasía”, y viceversa, como en aquel cuento chino, cuando la pregunta yace en quién es quién: el hombre, que sueña ser una mariposa, o la mariposa, que sueña ser un hombre. Vete a saber. Pero, al profundizarse en la trama y ver las decisiones que toman los personajes, si uno se aleja de las almidonadas calificaciones y disfruta de la historia, añade a su vida personal algo interesante e importante: los colores de la posibilidad.
Finalmente, mencionas que el libro tiene algo para todos, desde terror psicológico hasta comedia absurda. ¿Cuál es el mensaje central que esperas que los lectores obtengan de “Todo es una ficción”? Además, ¿cómo ha sido tu experiencia al publicar con la editorial Círculo Rojo?
Es difícil pretender que el lector saque lo que yo quiero que saque, porque indicarle abiertamente lo que tiene que considerar o fijarse o creer o algo más sería como convertirlo en un inepto y, además, eso significaría restar al arte su punto mágico: el simbolismo. Sinceramente, el libro hay que empezar por la reflexión sobre su nombre y, después, con el resto. Para mí el mensaje central está ahí.
En cuanto a la experiencia con la editorial… en general fue bien. Siempre, sobre todo si algo es por primera vez, surgen algunos malentendidos, pero al final todo se soluciona.
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