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Ramón Carreras Juanico nos presenta su obra, «Libertad en los Apalaches».

Ramón Carreras Juanico nos presenta su obra, «Libertad en los Apalaches».

En tu biografía mencionas que has practicado yoga, meditación y has estudiado religiones y espiritualidad. ¿Cómo ha influido esta búsqueda espiritual en tu vida y en la escritura de “Libertad en los Apalaches”?

Muchísimo. Totalmente.

Es algo que ha ido transcurriendo paralelamente a mi vida desde muy joven.

Siempre me ha preocupado ser coherente, procurar hacer lo correcto y ayudar a las personas que me rodean. Ello no significa que siempre haya sido una persona buena, que no me haya equivocado en numerosas ocasiones o que, con el tiempo y a medida que crecía en todos los aspectos, haya ido cambiando mis maneras de hacer y mis creencias.

En momentos difíciles el soporte del yoga, de la respiración, siempre fue una enorme herramienta y un soporte muy seguro. Esta herramienta.

A través de la reflexión y la contemplación del arte en sentido amplio (literatura, pintura, música) se fueron abriendo muchos canales que condujeron a resonancias internas. Estas resonancias también se hacen presentes frente al paisaje, al deporte y la naturaleza.

Este estado embriagado de asombro ante la maravilla de cada momento y cada instante es para mi auténtica libertad.

Tu libro fusiona aspectos como la naturaleza, la montaña, el esquí y la meditación. ¿Cómo logras combinar estos elementos en la narrativa y qué mensaje deseas transmitir a los lectores a través de ellos?

Para mí la felicidad es a cada momento y en cada lugar, en cada situación. La meditación puede vivirse en todo instante, en cualquier actividad.

A todos nos ha asombrado una puesta de sol, el color verde de los musgos, las tonalidades de las aguas del mar, los vahos sobre los bosques húmedos o los matices de un paisaje. Todos nos habremos podido sentir la fuerza de una montaña, de un bosque, de un manto de nieve. Y muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de practicar deportes en el aire libre. El esquí es un ejemplo. Principalmente hablo de esquí de travesía y las sensaciones que evocan pueden emularse a las de muchos deportes.

Para mi es fácil: cuando esquí veo lo que me rodea y siento la montaña, estoy presente en mi mismo, estoy meditando.

¿Cómo narrarlo?  Algún detalle evoca en mí cierta emoción. Puede ser una frase de un libro, una reflexión, una luz, un recuerdo. Normalmente tomo la evocación de un instante en los Apalaches. Aquella emoción me conecta con mi sentir mientras practico deporte en determinado entorno y circunstancias. Y surgen las vivencias y luces de la meditación y el Dharma. Son luces muy similares y coincidentes a las que intentan reflejar la mayoría de creencias espirituales.

El título de tu libro, “Libertad en los Apalaches”, evoca un viaje personal de transformación. ¿Cómo fue tu experiencia durante tu travesía por los Apalaches con los monjes budistas zen de Plum Village y cómo se refleja en tu obra?

Fue un viaje duro y austero, de convivencia, de práctica de la amabilidad y la aceptación. Dos meses viviendo en los bosques, pasando, en ocasiones más de 12 horas en una pequeña hamaca: mucho tiempo para interiorizar y trascender. Pasamos mucho frio, mucho calor y aguantamos mucha lluvia. Vivimos la transformación del bosque y del paisaje, que paso de un oscuro triste al verde prometedor y alegre.

Orientar el día hacia alguna contemplación, caminar en silencio durante una larga sucesión de horas y de pasos, compartir nuestras vivencias y nuestros fantasmas, ceder, aceptar, sonreír, animar, ayudar, comprender, amar… Todo ello, día a día, conduce a una transformación muy profunda, una que toca la base.

Añadir que se trata de compañeros excepciones, cada uno de ellos con valores únicos y complementarios.

El relato de tu libro es descrito como vital, poético y lleno de emociones y sabiduría. ¿Cómo logras transmitir estas experiencias y sentimientos a través de tus palabras?

No lo se. Sucede.

Yo lo veo allí, como colgando, frente a mí.

Lo cojo y lo miro de encajar sobre el papel, mediante palabras e imágenes.

He leído mucho (sin creérmelo todo), viajado mucho, vivido mucho y, también, he olvidado mucho.

Determinadas situaciones se encadenan con todo lo vivido, leído y asimilado.

También me he sentado y reflexionado durante muchísimos años con asiduidad.

Todo ello habrá ayudado.

Y, de hecho, comencé a escribir de bastante joven, con frecuencia aunque sin intención de publicar.

¿Cómo abordas la dualidad entre las experiencias externas en la naturaleza y los dilemas internos del autor en “Libertad en los Apalaches”?

No hay dualidad, son lo mismo.

Me quedaría aquí, pero intentaré explicarme.

En el fondo no hay separación. Las condiciones determinan lo que se manifiesta. Lo que me pasa, lo que vivo, lo que experimento es exactamente lo que soy. No hay separación, no hay individualidad separada, no hay un yo que sea “yo”. Únicamente lo que se está viviendo, lo que está sucediendo, es.

Los pequeños detalles de mis vivencias sobre los esquíes, sobre mi bicicleta, a pie, por las montañas, por los bosques o por la ciudad, poco a poco, van contándome lo que uno es.

Nada es para siempre y todo sigue un proceso de transformación constante y, en este proceso, todo depende de todo. Cualquier cosa puede tener relaciones y lazos con lo más inaudito. Todo depende. Mi mente, mis dilemas, dependen de cuanto haga y, ineludiblemente, están en consonancia con mis experiencias externas.

En tu libro, también exploras temas como los miedos, las dudas y las angustias. ¿Cómo los enfrentas y los transformas a lo largo de tu travesía y cómo compartes esas lecciones con los lectores?

Mi debate con los miedos y las dudas viene de antes de la travesía por aquellos montes, pero significó una buena ocasión para la reflexión y para su verbalización.

Determinados entornos y circunstancias acrecientan o catalizan la emergencia de estas dudas y angustias. Durante la travesía, siguiendo el ritmo de un auténtico monasterio ambulante, las compartíamos. La confianza y el soporte que confiere la amabilidad son factores que ayudan a su profundización.

Simplemente, en el libro, aprovecho para compartir, una vez más, los aprendizajes, lecciones o insigths (visiones profundas).

¿Qué papel juega la montaña y la nieve en tu relato? ¿Cómo influyen en la búsqueda de libertad y en el desarrollo personal de los personajes?

La nieve es mi medio. Me siento en ella como “pez en el agua”.

A fin de cuentas, la nieve no deja de ser agua. Pero yo no soy un pez y es necesario conciliar la situación.

La montaña también lo es, y es el soporte de la nieve. Entre las montañas o rodeado de nieve me siento bien, seguro, libre.

La montaña y la nieve juegan el papel de un horno de cocción que fuera transformando, a fuego lento, las arcillas de mi ser.

Creo que, poco a poco, con el tiempo, me he ido animalizando o retornando al estado de fusión con la naturaleza. La comprendo más, soy más ella.

Libertad no es solo libertad. No es hacer lo que quieras. Se trata de sentirse bien, de experimentar un estado de alegría estable en el cual palpas la felicidad. En el fondo libertad es paz y, al mismo tiempo, no es otra cosa que amor.

En tu proceso de escritura, ¿cuál fue el mayor desafío al plasmar tus experiencias y reflexiones en palabras y cómo lo superaste?

Hacerlo comprensible y asequible.

Me di cuenta de que daba muchas cosas por supuestas o sabidas. Cosas que para mi estaban muy claras, pero que, sin un preámbulo, sin una situación en contexto, no eran comprensibles al lector. Entonces una única palabra, que para mi hubiese definido todo, debía convertirla en un párrafo.

Pero es divertido.

Creo que tengo más facilidad para escribir que para hablar. Veo el discurso frente a mi y resulta que no puede manar de mi boca de golpe, lo hace a borbotones. Con calma puedo ir tomando cada una de las ideas y colocarla en su espacio sobre el papel. No pierdo el hilo, estando muy concentrado.

De hecho, no soy una persona que escriba sistemáticamente cada día siguiendo un plan u horario. Como cuando tengo hambre, salgo a pasear cuando me siento ansioso, voy al lavabo cuando siento la necesidad y también hago lo mismo cuando siento la necesidad de escribir, entonces, escribo.

Para poder plasmar todo esto tuve que generar espacios de necesidad en mi día de 24 horas.

El problema es que siempre que haya luz, haga frio o calor, siento la irrefrenable necesidad de estar fuera, al aire libre. Ya es más que un tema de prioridades, es mi vida.

¿Cómo seleccionas y estructuras los capítulos en tu libro para crear un flujo narrativo coherente y atractivo para los lectores?

 En el año 2016 – 2017 ya tenía un listado de ideas, una colección de notas. Podía tomarlas y ver como se desarrollaban. Todas juntas constituían el esqueleto de este libro, pero era una estructura algo gelatinosa.

Lo importante siempre fue lo que quería transmitir; no aquello que pudiese contar de mi mismo, sino la enseñanza que pudiera desprenderse de aquellas vivencias.

En el año 2018, la excusa del viaje proporcionó una esqueleto sólido al proyecto. La travesía de los Apalaches no es más que la osamenta sobre la que pude hacer crecer las enredaderas de mis pensamientos y cavilaciones.

Tras un preámbulo necesario para situar en contexto al lector, afronto el cuerpo central del libro. Lo divido en capítulos no excesivamente largos, relacionados entre ellos, ligados por un flujo que se va desarrollando y creciendo, siendo, a la vez, independientes entre ellos.

Cada capítulo se inicia a través del recuerdo de situaciones concretas, que siguen una sucesión más o menos cronológica. Cada situación parece transportarme o evocar las emociones experimentadas durante la práctica de mis deportes favoritos o me coloca frente a espacios de la naturaleza. Todo ello me da pie para presentar alguna enseñanza que haya aprendido que tenga relación y pueda ser útil.

Digamos que no hay un hilo único sino varios hilos que se entretejen formando una cuerda más resistente.

¿Qué te inspira de la naturaleza y la montaña, y cómo influyen en tu creatividad como escritor?

 Totalmente. Influyen totalmente.

La atención en la respiración te acerca a un flujo constante que se asemeja al transcurrir de un riachuelo. Algunas veces es como el oleaje del mar. También puede conducirte hasta la presencia de nubes desvaneciéndose en el firmamento.

La naturaleza es una fuente de la cual manan constantemente detalles, emociones y sensaciones capaces de penetrarme hasta quedar totalmente inmerso y empapado.

Su dureza, maleabilidad, cambio, interdependencia, equilibrio, temporalidad, impermanencia… Sus tonalidades, brillos, matices, aromas, sugerencias, sonidos… Me capturan al completo.

Todo está allí. Jo hay nada más. El viaje comienza y acaba aquí.

“Libertad en los Apalaches” es tu primer libro publicado. ¿Qué te llevó a tomar la decisión de publicarlo después de años de escribir y cómo ha sido tu experiencia de compartir tu obra con los lectores?

De hecho, fue una petición reiterada desde varios ámbitos.

En 2013 entre en contacto con los monjes budistas Zen de Plum Village. Cuidan de dar a conocer la visión implicada con la naturaleza y el entorno del maestro Thay, Thich Nhat Hanh.

Después de más de cuarenta años practicando meditación,  comprendí que aquel enfoque sencillo y práctico era muy auténtico. 

No diré que sea budista. No obstante las visiones de sus enseñanzas (Dharma) son como la cola capaz de aunar toda la mezcolanza de enseñanzas adquiridas por diferentes caminos.

Fui responsable de la organización de su gira por España en primavera del 2014, muy concretamente de la Meditación Pública por la Paz en Arco de Triunfo.

Se establecieron lazos con varios monjes y monjas que crecieron tras organizar los retiros de esquí y durante la travesía. A medida que compartíamos nuestras apreciaciones y puntos de vista fueron comentando que estaría bien si escribía sobre mis anécdotas y vivencias.

Consideré que quizás estaba en deuda por todo aquello que me había sido enseñado y decidí ponerme manos a la obra.

Hace años que facilitó sesiones de meditación y colaboró con los monjes de Plum Village y otros entornos vinculados. Compartir me resulta fácil y agradable.

¿Tienes planes para futuros proyectos literarios? ¿Puedes adelantarnos algo sobre lo que estás trabajando actualmente?

Secreto, secreto.

Algo hay.

Estoy iniciando un trabajo que intenta expresar el dolor y podredumbre que impregnan muchos espacios de nuestro mundo actual.

Paralelamente creo que voy a colaborar en un libro promovido por Salva García junto a un colectivo que estamos implicados en transmitir un mensaje de amabilidad (loving kindness o bondad amorosa).


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