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John Sullivan, nos habla de su carrera literaria

John Sullivan, nos habla de su carrera literaria

¿Cómo te iniciaste en la escritura?

A los trece años, por Navidad, los Reyes Magos me trajeron una máquina de escribir. Eso conllevó ir a clases de mecanografía, pero me aburrían los ejercicios para aprender a escribir al tacto. Así empecé a escribir historias para practicar de forma más entretenida. Me quedaba sin ideas y las dejaba a medias, pero ya tenía ese gusanillo metido en el cuerpo.

¿Por qué decidiste escribir sobre temática erótica?

Fue una búsqueda de años, hasta que encontré en esa temática mi zona de confort y con la que me siento identificado.

¿Qué autores te han influenciado en tu escritura?

Curiosamente, leo poca literatura erótica. Lo cierto es que aprendo mucho de cada autor que leo, es decir, desde clásicos como Lope de Vega o Cervantes, grandes del siglo XX como Cortázar o autores de la talla de Pérez Reverte, hasta autores con los que he compartido espacio como Luis Alfonso Beltrán Grau, Miguel Ángel Rincón, Laura Rodríguez, Patricia Gallardo o Neera Milena, por citar algunos. Ahora estoy leyendo a la poeta Eva Córdoba y a una maestra del microrrelato erótico como Elvira Martínez (Luna Creciente).

¿Qué importancia tiene la perspectiva de género en tus relatos eróticos?

Imagina, estaba harto de ver a las mujeres en un rol secundario o sumiso como se ha visto siempre en el arte erótico en general. Me considero feminista, partidario de la igualdad. Quería crear personajes femeninos que también pudieran marcar la pauta, proponer, dominar, someterse si así lo deseaban… Pero no sólo como meros elementos que están ahí para no tener que contar una masturbación masculina. Ese es el leiv motiv de mi primer libro, Nombres de Mujer. En El Faro de Estela, la protagonista es igualmente una mujer empoderada, aunque tiene sus vulnerabilidades. Se trata de mujeres independientes y empoderadas, pero no son extraterrestres ni superheroínas.

¿Cómo surge la idea de escribir El Faro de Estela?

Todo empieza con una historia inocente de dos niñas jugando al escondite en un castillo de la que me habla una amiga. Mientras me la está contando por teléfono, yo estaba paseando por el faro de Punta Frouxeira, en Valdoviño (A Coruña). Eso me dio la idea para un relato erótico pero, cuando lo acabé, me di cuenta de que ahí había una raíz de la que germinaría un libro entero.

¿Qué lugar ocupa Galicia en tu vida y en tu obra literaria?

Si bien soy cañailla (de San Fernando, Cádiz), he vivido muchos años en el área de Ferrolterra. Galicia es una tierra rica en leyendas y con un aura especial, se puede respirar cierta bohemia si miras más allá de la lluvia, el marisco y todos los tópicos que se asocian a ella. Para mí, es mi hogar junto con mi tierra natal y, además, no es difícil perderse por un paraje cualquiera y salir con mil ideas para un próximo libro.

¿Cómo combinas tu pasión por el rock y el cine con la escritura?

Las tres son alimentos para el alma. Y, de la misma manera que el cuerpo necesita nutrirse para funcionar, el alma y la mente necesitan su «comida» particular. Además, muchos grupos de rock como Saurom, Mago de Oz, Tierra Santa, etc. tiran mucho de leyendas, literatura y demás para las temáticas de sus canciones. El cine también bebe de la literatura y de las leyendas, además de aportar otras ideas. Cuando siembras arte en tu interior, es posible que saques más arte de ti mismo.

¿Cómo es tu experiencia como columnista en Andalucía Información?

Para mí está siendo una experiencia bestial aunque sea en un ámbito muy reducido como es la edición de San Fernando. Empecé con temas locales o con reflexiones, pero al final me hice eco de asuntos de mayor calado, como distintos conflictos laborales de trabajadores municipales, reflexiones sobre la actualidad a nivel nacional,… incluso me han escrito personas por redes sociales para exponerme alguna problemática y proponerme algún artículo. Es bonito poder dar voz a quien la necesita y poder ayudar a otras personas. Desde aquí, quiero aprovechar para recordar a Antonio Atienza, director de la edición de San Fernando, que me dio la oportunidad de colaborar y que ha fallecido hace pocas semanas.

¿Te has metido en algún lío a tenor de esos artículos de opinión?

Nada reseñable. En una ocasión, alguien me dijo que si expresaba tan claramente mis ideas podría perder público para mis libros por no mostrarme neutral. Pues mira, aunque no esté uno para elegir, si hay un público que me dé la espalda por pensar de cierta manera no es público para mis libros. Escribo para mentes abiertas o dispuestas a abrirse. También me ha pasado que me han agradecido algún artículo como me ocurrió cuando di voz a las trabajadoras de ayuda a domicilio de San Fernando en el contexto de un conflicto laboral que tenían; vino un amplio grupo de ellas a apoyarme en la presentación que hice en el Centro de Congresos de San Fernando. Esas cosas las llevo con cariño dentro de mí.

¿Crees que hay algún prejuicio hacia la literatura erótica en la sociedad actual?

Si miras el panorama actual, verás que aún hay LGTBIfobia, transfobia y un repunte del conservadurismo más rancio. Hay libros eróticos con mucho éxito (los de Megan Maxwell, por ejemplo), pero quedan muchos tabúes por romperse y otros más que vuelven. Incluso vuelven a desaparecer los desnudos de televisión, es decir, volvemos a asustarnos de lo más natural del mundo. Ahora imagina lo que supone para muchas personas leer un relato erótico explícito como los que hay en Nombres de Mujer o historias de erotismo y misterio como es El Faro de Estela. Habrá a quien le dé un patatús en mitad de la lectura.

¿Has sufrido en carne propia esos tabúes o prejuicios?

En una feria del libro, una señora casi me tira Nombres de Mujer a la cara cuando le dije que era erótico. Luego vino a comprarlo cuando había menos gente en el recinto, le producía pudor que la vieran con el libro en las manos. En otra ocasión, un matrimonio me pidió que le dedicara un libro «para una amiga», que casualmente tenía el mismo nombre que la mujer. Y, en mi última feria del libro, una chica me dijo que no le gustaba la literatura erótica y menos escrita por un hombre. Supongo que esperaría que, por ser varón, escribiera algo así como «unga, unga, follar, unga, unga, me corrí…». En el fondo es divertido, pero hay momentos y momentos.

¿Qué te gustaría que los lectores se llevaran de tus obras?

En mis obras siempre hay algo más que el propio erotismo. Se pueden escribir relatos eróticos con mensajes subyacentes, como esa perspectiva de género de la que hablábamos, visibilidad LGTBI, realismo en los personajes en lugar de los prototipos idealizados de otras obras… En El Faro de Estela, por ejemplo, los pilares del erotismo y el misterio sostienen mensajes sobre el amor, el perdón y la redención.

¿Tienes algún proyecto literario en mente para el futuro?

Tengo proyectos para ocho o diez años ahora mismo. Hay un proyecto que mezcla ensayo y poesía, Decimatio. Hay una historia de erotismo, que pretende ser muy sensorial, que se llamará Con los ojos cerrados. Y, aparte, no descarto algún spin-off de Nombres de Mujer, porque hay personajes muy potentes e, incluso, algún relato que puede dar para mucho más.

John Sullivan "El faro de Estela"
John Sullivan “El faro de Estela”

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