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Gerardo Reyes, nos cuenta todo sobre su obra «Pirulí Forever: La tele no se rinde».

Gerardo Reyes, nos cuenta todo sobre su obra «Pirulí Forever: La tele no se rinde».

¿Qué te inspiró a escribir «Pirulí Forever: La tele no se rinde»?

Me llamaba mucho la atención que la gente de mi generación, que seguro vivieron y disfrutaron la televisión como yo lo hice, presumiese de no tener tele en su casa. Ésto me hacía plantearme muchas cosas ¿En qué momento hemos defenestrado tanto a ese aparato al que un día vimos como una caja de sueños? ¿Cuánto hay de hipocresía y postureo en el actual «yo no veo la tele»?  ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Dado que tu libro aborda la televisión del cambio de siglo, ¿cómo crees que la experiencia televisiva ha evolucionado desde entonces hasta ahora?

Pues mira, a ésto puedo contestarte con otra de las anécdotas que me hizo escribir el libro: En 2021, coincidiendo con el centenario de Berlanga, dieron por La 2 «Moros y cristianos», que es de mediados de los 80. Hay una escena en la que Agustín González y Pedro Ruíz van a la tele a  promocionar sus turrones y aparecen fascinados por esos pasillos entre bailarinas, cómicos, lentejuelas… Y en ese momento pensé: «qué distinto y gris se representarían hoy los pasillos de una cadena de televisión: únicamente habría opinadores y politólogos sentados en una silla». Yo creo que la estética, los contenidos y la liturgia han cambiado totalmente, porque la sociedad también lo ha hecho, pero este libro intenta reconciliarnos con esa magia que hemos ido perdiendo por el camino. 

La obra está ilustrada, ¿cómo influyó el formato visual en la narrativa y en la transmisión de la nostalgia por esa época?

Influyó totalmente. Iván García ha hecho un trabajazo que enriquece muchísimo el libro, con ilustraciones en las que pueden percibirse los dos  matices que tiene el texto: por un lado ese homenaje a una forma de ver y vivir la televisión un poco retro y pin-up, y por el otro, ese punto de acidez y picardía (que también tiene él en sus ilustraciones) que le da un toque más gamberro. 

¿Cómo fue tu proceso creativo para encontrar el equilibrio entre el humor y la reflexión en tu obra?

De forma muy natural. Al final, las grandes conclusiones se extraen de las cosas más cotidianas y sencillas. Para conocer a alguien yo creo que hay que fijarse en lo que come, qué ve por la tele, qué libros lee o con qué memes se parte de risa. De ahí se puede sacar mucha más información que de su opinón sobre el sexo de los ángeles o la teoría de la reencarnación.

Obra de Gerardo Reyes con ilustraciones de Iván García.

Al mencionar tu «crisis de los 40» durante el confinamiento de 2020, ¿cómo influyó este período en tu perspectiva y en la creación de tu primer libro?

Creo que ese período nos marcó a todos y yo intento tener muy presente en la actualidad el aprendizaje de aquellos días: el gusto por la soledad, la vuelta a lo básico, el disfrute por las pequeñas cosas… Si a eso añades ese punto de autorevisión que solemos hacer con nosotros mismos al llegar a los 40, se dio el caldo de cultivo perfecto para apostar por hacer de una vez por todas las cosas que me llenasen, y eso pasó por escribir este libro.

Vemos que has vivido en diferentes lugares de España, ¿cómo ha influido esa diversidad geográfica en tu obra y en tu percepción de la cultura española?

Aunque yo creo que la globalización está desdibujando cada vez más nuestras diferencias (Si este año hasta ha habido fallas en Madrid!), la asociación territorial con la televisión sí que sigue manteniendo resquicios muy particulares: En Canarias me sorprendió el vínculo con programas como «Tenderete» o «En clave de Ja» y en Andalucía las sobremesas no serían lo mismo sin Juan y Medio. Ahora que lo pienso, el mundo de las autonómicas daría para otro libro!

En «Pirulí Forever», abordas la competencia de las cadenas privadas y plataformas digitales en la televisión pública española, ¿cómo crees que esto ha afectado la identidad cultural de la televisión?

Pues yo creo que el aumento de la oferta, aunque haya sido indudablemente positivo y enriquecedor, ha desdibujado un poco esa identidad cultural de la que hablas. De hecho, otro de los motivos que me llevaron a escribir el libro y empezarlo en los años 90 es que siempre que se buscan referencias sobre TVE, todo lo que se encuentra gira en torno a su época gloriosa de los 70-80 (La bola de cristal, Un dos tres, Los payasos de la tele…) pero… ¿qué pasa con lo posterior? Creía que ahí había una historia y unos formatos en los que indagar para continuar el relato porque parece que el imaginario televisivo se diluye con la llegada de la competencia.

Hablas de ser más analógico que digital, ¿cómo integras esta preferencia en tu vida diaria y en tu proceso creativo como escritor?

Bueno, en mi vida diaria, sucumbiendo a diario porque asumo que estamos en 2024, aunque me sigue saliendo urticaria cada vez que alguien me incluye en un grupo de Whats App. Y, a la hora de escribir, me gusta la sensación de enfrentarme a la temida hoja en blanco para tomar los primeros apuntes con un boli entre mis manos aunque, una vez superada esa primera toma de contacto, reconozco que termino en un documento de Word de mi portátil.

El autor posando para Elescritor.es.

Después de vivir en diferentes lugares, has regresado a tu Málaga natal, ¿cómo ha influido este retorno en tus planes para futuros proyectos literarios?

Yo soy un poco caracol,  voy con la casa a cuestas y el hogar es el sitio donde estoy en ese momento. Volviendo a lo que hablábamos antes, la pandemia nos enseñó que no hay que dar cosas por supuestas ni situaciones por seguras, así que, aunque esté feliz de haber vuelto, uno nunca sabe los giros de guión que puede dar ésto. En cualquier caso, los planes están ahí y ojalá poder llevarlos a cabo.

Finalmente, ¿podrías compartir con nosotros cómo ha sido tu experiencia publicando con la editorial Círculo Rojo en comparación con tus expectativas iniciales?

Muy positiva. Indudablemente allana mucho el camino tener a profesionales que en tu primer libro te vayan guiando en el proceso de edición y distribución. En mi caso, la parte del diseño ha corrido por mi cuenta (gracias Josu!) aunque también de forma consensuada con ellos. Una experiencia para repetir… ahí lo dejo caer!


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