Entrevistamos al escritor Julián Abasolo Rodríguez, por la publicación de su obra «Algo que contar»
¿Qué te inspiró a escribir «Algo que contar» y por qué decidiste hacerlo en formato autobiográfico?
En ningún momento necesité de inspiración alguna. Todo cuanto quería escribir, expresar y compartir, ya estaba almacenado en mi interior. Bullía en mi interior desde hacía algo más cincuenta años, exactamente desde 1970, hace 53 años. Yo tenía por entonces 18 años de edad, hoy tengo 70. No fue cuestión de inspiración, sino de una promesa que, en algún momento de mi vida, me hice a mí mismo. Todo cuanto vi, viví, sufrí y disfruté junto a cientos de compañeros en dos distintos orfanatos ubicados en Barcelona y provincia, no podía dejarlo en el olvido. Era de justicia que lo diera a conocer. Pero sí hubo un momento en mi vida, que provocó el origen del nacimiento de lo que hoy es mi libro. Ese momento fue la trágica marcha de un querido y añorado amigo de la infancia. Con él coíncidí en la CIUDAD DE LOS MUCHACHOS, y, a la edad de ocho años que ambos teníamos por entonces, vi cómo su vida trágicamente se apagó para siempre.
Ese momento, fue el punto de partida de la existencia de mi libro, pero, también, todo cuanto sucedió a lo largo de los años posteriores de internamiento, desde los dos años de edad hasta los catorce, y sin premeditación, se fueron grabando en mi retina y, al mismo tiempo, archivándose en mi memoria mental y gráfica.
ALGO QUE CONTAR, y como no podía ser de otra forma, debía de ser una narrativa biográfica. Real. Y, autobiográfica, sencillamente porque decidí contarlo todo en primera persona, sin restar protagonismo a mis compañeros de la infancia, reflejados todos ellos en mi obra. Pero sí, autobiográfico, porque, además, decidí darlo todo e implicarme al máximo.
¿Cómo describirías la experiencia de crecer en los orfanatos de Barcelona durante la época de Franco? Antes de nada: me considero apolítico. Pero esa decisión voluntaria, no me exime ni me condiciona de pensar, criticar y opinar libremente sobre los políticos y políticas, tanto de entonces, de ahora y del mañana. Aclarado esto, podría extenderme, hasta la saciedad, describiendo mi visión y experiencia vivida en los orfanatos durante la época franquista.
Concretamente en el orfanato de la CIUDAD DE LOS MUCHACHOS (más conocido por muchos por su nombre en catalán: CAN PUIG), a pesar de nuestras circunstancias de vivir y convivir con cientos de compañeros en un orfanato con todo lo que ello puede implicar, con respecto a la CIUDAD DE LOS MUCHACHOS (orfanato ubicado felizmente en el medio de la nada, en un lugar embosquecido de la Sierra de Collserola), aunque quisiera, no puedo, honestamente, demonizarlo. Sencillamente porque, a pesar de la hambruna que padecíamos, el desarraigo familiar, castigos físicos y psíquicos y la total ausencia de lo material, fuimos, sin embargo, (fui) feliz. Sí. A pesar de las circunstancias. Y así lo hago constar a lo largo de mi libro. Ni me avergüenza ni me sonroja, defender esa etapa de mi vida en época franquista. Al contrario. No obstante y, del mismo modo, los muchos y malos momentos que sin duda los hubo y padecimos, también han sido recogidos en mi libro. No todo fue bueno, ni tampoco todo fue malo. Pero lo que sí puedo pregonar y, a corazón abierto, es la añoranza que sigo teniendo de aquel tiempo y del lugar llamado CIUDAD DE LOS MUCHACHOS.
Aún más claro: Si hoy día me preguntasen: ¿Cambiarías tu pasado en el orfanato de la CIUDAD DE LOS MUCHACHOS -de la época franquista-, por otro internado en el año en el que estamos, es decir, en 2023? ¡NO! No lo cambiaría.
Mencionas que a pesar de las dificultades, teníais una riqueza interior y valores como la amistad. ¿Podrías hablarnos más sobre esto?
La palabra AMISTAD (en mayúsculas), fue, sin duda, nuestro gran secreto mejor custodiado. La nuestra, la de todos los compañeros de entonces y, de mi período en la CIUDAD DE LOS MUCHACHOS (1958-1962), era una amistad incondicional. De dar todo sin pedir nada a cambio. Sin tener nada, lo teniamos todo: la AMISTAD. Una amistad, honesta, leal, sincera y, sobre todo, cómplice. El lugar, las circunstancias de cada cual, la convivencia…, todo influyó en mayor o en en menor cuantía en unos y en otros compañeros, pero nuestra custodiada amistad, nunca decayó.
Y en cuanto a valores: Todos conocimos y vivimos el aroma que desprende la libertad individual sin tenerla, fortelecimos nuestros cuerpos, moldeamos nuestras almas, aprendimos, por nosotros mismos, lo que significaba el honor y la lealtad, construimos, ademas, nuestro carácter, agudizamos nuestro ingenio, fortalecimos y cultivamos nuestras mentes y dejamos pendiente lo espiritual.
¿Qué papel juegan los orfanatos Ciudad de los Muchachos (Can Puig) y La Salle Nuestra Señora de Port en tu libro? ¿Cómo influyeron en tu vida y en la de los demás niños?
Ambas Instituciones, juegan la base principal de mi libro. Sin ellas, mi libro no existiría. De la CIUDAD DE LOS MUCHACHOS (añoradamente: Can Puig), creo haberme ya extendido en las anteriores preguntas, y de ese contenido se desprende cómo pudo influir en nuestras vidas. Pero, ciertamente, aún no me he referido a LA SALLE NUESTRA SEÑORA DE PORT. Sobre este segundo internado y, de un modo total y absoluto, decir que fue la cara opuesta a la de LA CIUDAD DE LOS MUCHACHOS. Fue otro mundo, y lo digo en el más completo sentido de la palabra. Hay tanto que decir al respecto, tanto que exponer… que no sabría por dónde empezar. Pero nadie se ha de inquietar por ello. En mi libro, me he tomado todo el tiempo del mundo (siete años) para plasmar en cada línea, en cada página, mi paso por ese segundo internado, incluyendo el cómo también nfluyó en las vidas de los compañeros que coincidieron conmigo como en los que vinieron después.
¿Cuáles fueron los momentos más intensos que viviste durante tu infancia y adolescencia en los orfanatos? ¿Podrías compartir algunos ejemplos con nosotros?
Fueron muchos los momentos intensos los que viví, tanto directa como indirectamente. Pero de los que más me estigmatizaron y marcaron en mi vida un antes y un después, fué, en primer lugar, la trágica muerte a la edad de 8 años de mi amigo de la infancia Alejandro (nunca supe de su apellido. Él tampoco del mío. No necesitábamos saberlo). Fue un episodio, como ya expongo en la primera pregunta, que marcó el origen de mi libro. Y ese día, ese momento, no pasa un día en que no lo recuerde. Y os pido disculpas si no me extiendo más. La afección que ello aún causa en mí, me condiciona e impide que me extienda. Cada momento, cada minuto de esa tragedia, está y, detallada, en mi libro. Pero permitidme no revivirlo en estos momentos.
Otros de los momentos inrtensos, fue cuando, una vez que se nos informó del fallecimiento de mi amigo Alejandro, llevé a cabo un plan de fuga del orfanato que ya llevaba tiempo planeándolo: Junto con mi hermano Ismael (q.e.p.d). y otro de mis amigos de entoncxes llamado Joaquín Murcia, nos fugamos. Vivimos la aventura de pasar dos días y una noche en la espesura de un bosque, concretamente en un lugar que llamábamos «Castillo roto». Los compañeros que allí estuvieron, sí se acordarán de ese lugar, lugar que, por cierto, era una de nuestras excursiones preferidas, junto a otro lugar llamado San Medín. La vivencia durante nuestra fuga y el cómo nos apañamos, no tiene desperdicio, sin olvidar que éramos tres niños entre siete y ocho años de edad. Pero prefiero que, los que se sientan artraídos por los acontecimiedntos, lo lean y, sobre todo, lo vivan teniendo mi libro en sus manos.
En tu libro, mencionas el análisis conceptual de cada momento y reflexiones sobre temas diversos. ¿Podrías darnos algunos ejemplos de los temas que abordas y cómo los relacionas con la actualidad?
Simplemente, de las vivencias y marcados momentos que viví y vivimos en ambos orfanatos, y después de ver los años pasar, uno analiza su pasado, sus vivencias, aquellos momentos en los que creíamos que iba a ser nuestro final, que se nos iba a imponer un severo castigo que solían ser tanto físicos como psíquicos así como también avergonzantes, de todo ello, uno intenta hallar explicaciones del cómo y el porqué, además de analizarlos, intentando sustraer lo sustancial de cada momento vivido, para bien o para mal. De ahí el concepto.
En cuanto a mis reflexiones sobre temas diversos vividos en aquella época (período franquista), uno no puede eludir ni dejar de reflexionar ni evitar parangonar los distintos períodos vividos con los que estamos viviendo. Evidentemente, me estoy refiriendo a la sociedad actual, a las políticas actuales y a nuestros políticos, cuyos análisis conceptuales, van desde el nacimiento de nuestra Constitución al día de hoy. Y en esto, sí quiero dejar claro, que no me he mordido la lengua y que , cuanto escribo en mi libro, lo he hecho con rigor y llamando a las cosas y personas por su nombre.
Después de casi cincuenta años, ¿cómo te sientes al cumplir la promesa de escribir este libro? ¿Qué significa para ti verlo publicado?
Cumpliendo mi promesa, emocionalmente, me siento realizado. Pero, sobre todo, sentí mucha paz en mi interior. Era una promesa lo más parecida a tener una pesada cadena con una gran bola de hierro fundido atada a una de mis piernas. Terminando de escribir mi última línea, me liberé de esa cadena, y, mientras iba escribiendo, desde el inicio de la primera página, sentía cómo iba liberándome de esa cadena, eslabón a eslabón. Pero también he de confesar, que sentía que se lo debía a mi amigo Alejandro, a mi hermano Ismael y a los cientos de compañeros con los que conviví durante mi infancia y parte de mi adolescencia.
Que ¿qué siento el ver mi libro ya publicado? Podría daros muchas respuestas y ejemplos. Pero estoy seguro de que, simplemente con lo que ya habéis leído hasta aquí, vosotros mismos podréis haceros una idea genérica de lo que puede significar para mí el ver mi libro publicado, y, sobre todo, compartirlo con todos los amantes de la lectura. Y sí. Claro que me siento muy afortunado y realizado teniendo cumplido mi sueño y mi promesa: Mi libro, no es solo un libro. En él, se hallan las vidas, los momentos y vivencias no solo mías, sino que, también, se halla el sueño de muchos compañeros de la infancia (unos ya no están con nosotros) que, sin saberlo, se han reencontrado a sí mismos.
¿Qué esperas que los lectores se lleven después de leer «Algo que contar»? ¿Cuál es el mensaje principal que deseas transmitir?
Mi deseo y objetivo es, que los lectores que lean mi obra «ALGO QUE CONTAR», (la mayoría sé que serán antiguos compañeros y compañeras de la infancia y adolescencia), que recuerden y valoren lo vivido, que mi libro sea como un cierto acto de justicia a su pasado, al pasado de todos los niños que estuvimos en la CIUDAD DE LOS MUCHACHOS y en LA SALLE NUESTRA SEÑORA DE PORT. Que aquellos que sentimos en algún momento que nuestros sueños fueron robados, que reflexionemos profundamente al respecto. Que mi libro no ha sido concebido con aires de revanchismo, sino más bien todo lo contrario. Que mi esperanza, es conseguir que los lectores vivan y se vean reflejados en el interior de mi libro. Que absorban cada línea, cada página; estas han sido escritas con mucho sentimiento, dolor y añoranza. Que los pequeños detalles son los que importan. Y, por último, sé que todos los compañeros y compañeras de entonces, estarán de acuerdo conmigo en haber dejado constancia de nuestro pasado.
Durante el proceso de escritura, ¿hubo algún desafío particular que enfrentaste? ¿Cómo lo superaste?
Mi libro lo comencé a escribir a inicios del 2014. En ningún momento, sentí desafío alguno, salvo poder acabarlo. No hubo desafío. El contenido de todo el libro, estaba ya escrito en mi retina y en mi memoria gráfica. No obstante, sí ocurrió algo inesperado: En noviembre de 2014, mi añorado hermano Ismael falleció. Un traicionero cáncer, no invitado, me lo arrebató. Desde aquel día, de noviembre de 2014, introduje la pluma dentro de un cajón. Abandoné la escribanía. Sin mi hermano, nada tenía sentido. Tuvieron que transcurrir tres largos años, para recuperar la ilusión de retomar la escribanía y, decidí, contra todo pronóstico, acabar el libro. Mis últimas líneas las escribí a inicios del 2022.
¿Hay algún personaje en el libro que sea especialmente significativo para ti? ¿Por qué?
Sí, lo hay. Al decir verdad, los hay. En primer lugar, es mi amigo de la infancia Alejandro, a quien ya me he referido, y de quien me extiendo en mi libro. Le sigue mi querido e inolvidable hermano Ismael, que fue (siempre) mi hermano, mi amigo y mi cómplice durante toda la etapa de nuestra infancia y adolescencia. Y después están mis incondicionales de la infancia: Paco Martínez Juesas, Joaquín MurcIa, Manuel Contreras y, por último, un niño llamado simplemente Olarte. Todos ellos, de un modo u otro, marcaron en mi vida un antes y un después. La complicidad y la lealtad entre nosotros, fue, en todo momento, nuestra máxima, y nuestro mayor valor custodiado: nuestra amistad.
¿Qué impacto crees que pueden tener historias como la tuya en la sociedad actual?
Estoy convencido de que, los compañeros de la infancia y de la adolescencia con los que conviví, así como también los desconocidos, hallarán, en mi libro, contenidos que les impactarán. A unos más que as otros. Y quiero pensar, que mis historias, que las he narrado a corazón abierto y con cientos de consejos y mensajes, servirán para que compañeros y no compañeros, valoren los pequeños detalles, la amistad bien entendida y que la convivencia entre todos/as es viable si queremos que así sea.
¿Tienes planes de escribir más libros en el futuro? ¿Podrías adelantarnos algo sobre tus próximos proyectos literarios?
Sí tengo la intención de seguir escribiendo. Pero sea lo que sea que escriba, serán narrativas basadas en hechos reales. No concibo escribir historias que no tengan un gran porcentaje de contenido real. De hecho, actualmente, estoy inmerso en una novela basada en hechos reales: «Tres familias y un destino.» Tres familias que mal vivían, pero que, sin embargo, supieron vivir en la pobreza, y nunca les faltó la sonrisa en sus labios. Drama, intrigas, riesgos, escasez, hacer lo ilegal para sobrevivir… Esos son los pilares de mi próximo proyecto.
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