Descubrimos a la escritora Cristina Gómez Esquius y su fabulosa obra «Diario del año de la pandemia, por Daniel Defoe»
¿Cómo surgió la idea de escribir «Diario del año de la Pandemia, por Daniel Defoe»? ¿Qué te inspiró a abordar una pandemia desde la perspectiva de dos siglos diferentes?
La idea inicial surgió después de la pandemia y cuando empezó la normalidad. A los pocos días ya nos estábamos olvidando de lo que habían sufrido los sanitarios. No entendí como podíamos tener tan poca memoria. La perspectiva de los siglos no surgió como algo nuevo, sino que es el mismo juego temporal utilizado en “Secuestro en el tiempo” y con sus mismos personajes.
Raquel, la enfermera de quirófano, se encuentra atrapada entre dos siglos y dos pandemias. ¿Qué aspectos de su personaje te resultaron más desafiantes de desarrollar?
En realidad Raquel existe. Es una enfermera de quirófano que estuvo durante la pandemia, asignada a las operaciones de traqueotomía de los enfermos de covid que necesitaban ser intubados. Era mi vecina y llegaba cada tarde destrozada a su casa, apartada de sus hijos en una habitación y aún así, intentaba apoyarnos a todos los vecinos. Me basé en ella para muchos aspectos. Del personaje, y de cualquier personaje que se encontrase en esa situación, me costó el hecho de que a pesar de encontrarse en esa situación, en el fondo se considera afortunada por dejar la pandemia atrás.
La obra está dedicada a los sanitarios que estuvieron al frente de la pandemia. ¿Cómo influyó la dedicación en tu enfoque al escribir y en la conexión emocional con la historia?
El enfoque lo tenía muy claro. Básicamente sentía y aún siento una enorme sensación de rabia porque, mientras muchos profesionales están todavía en terapia, han tenido que dejar sus profesiones y han quedado muy “tocados”, las personas de “a pie” ya nos hemos olvidado. Pero no es de ahora: en realidad ya nos estábamos haciendo los sordos a los pocos meses. Pensé que yo no iba a hacerlo jamás. Quizás mi nivel de empatía es más alto de lo habitual pero no me gusta cuando la gente me dice: -“No escribas sobre la pandemia porque la gente ya no quiere escuchar nada sobre la pandemia”. ¿En serio? ¿Tuviste la suerte de no perder a nadie o de vivirla en tu casa haciendo pasteles? Es obvio que el ser humano siempre quiere pasar página rapidito de todo lo malo que le ocurre. Y ese es el problema de la humanidad, que olvidamos demasiado deprisa y volvemos a cometer los mismos errores. Estoy de acuerdo con que no hay que regocijarse en el drama, pero de ahí a olvidarlo como si no hubiera pasado, hay un trecho. Por otra parte, en este libro no se habla de pandemia como tal; como mucho, un 5%, y el resto son aventuras. Podría haberlo llamado “El Hospital de mujeres” y seguro que hubiera tenido más éxito. Pero este libro no lo he escrito yo, sino Daniel Defoe, como continuación a su “Diario del año de la Peste” de 1722. Es una de esas licencias que nos tomamos los escritores…
¿Cómo se conecta «Diario del año de la Pandemia» con tu obra anterior, «Secuestro en el Tiempo»? ¿Fue planeado desde el principio o surgió durante el proceso de escritura?
En realidad me compré “Diario del año de la Peste” durante la pandemia, del famoso Daniel Defoe, porque estaba bloqueada a nivel literario. Curiosamente se estaba agotando este libro en todas las librerías. Cuando vi la fecha en la que Daniel Defoe lo escribe, mi cabeza hizo “click” y mentalmente uní una historia a la otra, porque coincidía perfectamente con las fechas de Secuestro.
La historia abarca la construcción del primer hospital de mujeres en el Londres de 1723. ¿Cómo te aproximaste a la investigación histórica y qué desafíos encontraste al mezclar elementos históricos con la trama principal?
Afortunadamente, durante aquella época se estaban cociendo muchos cambios a nivel médico, económico y social con lo que encontrar documentación real no fue difícil. Los desafíos de esta parte de una historia es siempre la misma, intentar no meter la pata con fechas e intentar que encaje todo como un puzzle. Igual pasa con la parte de la Inquisición. Intentar darle realismo es lo más importante y para eso, te has de estudiar bien como funcionaba en esa época lo que quedaba de los inquisidores y de su forma de actuar (encierros, juicios, etc…)
Daniel Defoe es un personaje importante en la historia. ¿Por qué decidiste incluir a este famoso escritor y cómo influyó en el desarrollo de la trama?
Daniel Defoe escribió “Diario del año de la peste”, en 1722. Fue un escritor muy reconocido, también autor de Robinson Crusoe y las historias de Molly Flanders, entre otros. Lo único que hice es convertirle a él en el escritor de mi novela, como continuación de la primera que escribió sobre el último brote de peste en Londres. La última que escribe antes de morir. Por supuesto, eso no es posible. Pero para un escritor, nada es imposible si está en su cabeza. De alguna manera me gusta pensar que lo he revivido y que hemos escrito esta obra juntos. Son lo que yo llamo “licencias de escritor”.
La obra menciona la lucha contra los últimos retales de la Inquisición Española. ¿Cómo integras este elemento histórico en el contexto de la pandemia y qué importancia tiene para la trama?
En realidad, una vez te ves inmerso en el Londres de 1730, la pandemia de 2019 pasa a un segundo plano. Por tanto este elemento histórico no está unido como tal. Sin embargo es importante, porque en la nueva vida de la protagonista, la inquisición le puede cambiar el futuro que se le presenta. Tiene más que ver con las aventuras a las que quiero llevar al lector que con la pandemia en sí.
El legado de Raquel, «Tratado sobre una pandemia», se destaca como algo memorable. ¿Por qué decidiste darle este toque al final de la historia y qué significa para el personaje?
Creo que en todas las historias debe existir una moraleja, algo positivo o que te haga pensar. En este caso, me parece que si en el pasado hubieran dado a la peste la importancia que tuvo a nivel médico, todas las pandemias posteriores se hubieran llevado de otra manera. Quizás no hubiéramos tenido que ver tantos millones de muertes si hubiéramos tenido más memoria y no nos hubiéramos olvidado de la barbarie a la que puede llevarnos una “peste”. Y eso es lo que aporta Raquel a la humanidad, una esperanza para que no vuelva a pasar.
Raquel supera gradualmente la desgracia vivida en la pandemia. ¿Cómo evoluciona su personaje a lo largo de la historia y cuál es el mensaje que esperas transmitir a través de su experiencia?
Raquel hace lo que el ser humano está acostumbrado a hacer ante las catástrofes: sobrevivir y adaptarse. Al final lo acabamos aceptando y superando todo. Es una parte bonita de la historia. El mensaje que quiero transmitir es ese, igual que en Secuestro en el tiempo: adaptación y supervivencia por muy complejas que sean las circunstancias en las que nos vamos encontrando en nuestra vida. Nos acabamos recomponiendo y a todo y reinventando para salir adelante.
¿Cuál crees que podría ser el impacto social de una obra que aborda temas tan relevantes como una pandemia y la lucha contra la Inquisición Española?
Sobre la pandemia, lo que quiero, sin hablar demasiado sobre ella, es que no nos olvidemos de lo que vivimos y de lo que algunos valientes hicieron por nosotros. Me han llegado a decir: “Ah, es que yo me puse a trabajar y no me enteré mucho”. Eso duele. En mi caso tuve que cuidar de unas personas y fui de las que iban y venían solas por la autopista cada día. La sensación de apocalipsis que sentíamos los que teníamos que vivir en las calles vacías, no la olvidaré jamás y eso que yo no me iba a un hospital a vestirme de plásticos y a jugarme la vida. Ver como hay personas que no han sido conscientes me revuelve las tripas. ¿Impacto social? No lo pretendo. ¿Concienciación y empatía? Ojalá.
Sobre la inquisición, tampoco he sido especialmente dura y aún así un sacerdote que leyó el libro me dijo que le había encantado pero que lo que decía sobre la inquisición no era así, como indicando que no hicieron lo que hicieron ni era tan crueles como lo fueron. Y no lo digo yo, lo dice la historia recogida de muchos casos reales. Así que otra cosa que deberíamos hacer todos, sacerdotes y laicos, es reconocer la realidad de las cosas que han sucedido en la historia, nos guste o no. Es como decir que no ha habido abusos a menores y niños por parte de la iglesia. Lo siento pero eso es una realidad, aunque no les guste escucharlo a los sacerdotes maravillosos que hay por el mundo. La iglesia está compuesta por seres humanos y son estos, y no Dios, los que cometen estas atrocidades. Y en aquella época muchos de los que se dedicaban a la Iglesia no eran auténticos hombres de Dios, sino que les tocaba por familia dedicarse a ello. Así que sus pulsiones humanas estaban intactas. Creo que esconder lo malo de las cosas, no es correcto. Lo mejor es reconocerlo y pedir disculpas.
Tu formación en Psicología de las Organizaciones y tu experiencia en RRHH se mencionan. ¿Cómo influyeron estas áreas en la creación de la trama y los personajes?
En realidad, mi experiencia en RRHH no influye nunca en mis obras. Pero la parte de psicología es una de las que más me gusta para apoyar a mis personajes. Mi segunda novela, “La Bastarda, el último legado de los Romanov”, es un Thriller psicológico que no hubiera podido escribir sin los conocimientos que tengo sobre psicopatías y desdoblamientos de personalidad, por ejemplo. Todos mis personajes tienen una estructura psicológica que les hace ser quienes son y pensar y actuar como lo hacen.
Después de «Diario del año de la Pandemia», ¿puedes adelantar algo sobre tus futuros proyectos literarios? ¿Hay algún género o tema específico que te gustaría explorar en el futuro?
Estoy buscando ya editorial nueva para mi siguiente libro, que es de humor y se llama “Nunca viajes con tu madre”, en honor a todos los viajes que hemos hecho juntas mi madre y yo durante muchos años. Pero como siempre, encontrar una editorial que te apoye es complicadísimo si no eres muy reconocido.
También estoy terminando otro sobre una experiencia cercana a la muerte (ECM) de una amiga. Le encomendaron escribir un libro como condición para dejarla volver, más o menos. Y ella no escribe. La casualidad hizo que nos conociéramos y nos hiciéramos amigas, gracias al libro. Desde que “volvió”, además, tiene un don, que es el de la videncia y la sanación. Y se dedica a ello. Estamos perfilando detalles y buscaremos editorial para que pueda ver la luz en Sant Jordi.
Como veis, estoy explorando todo tipo de géneros…
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