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Descubre por qué la imaginación juega un papel primordial en la obra de Cristina Pacareu, «El viaje de Aztalán».

Descubre por qué la imaginación juega un papel primordial en la obra de Cristina Pacareu, «El viaje de Aztalán».

¿Cómo fue tu experiencia estudiando Magisterio de Primaria y Comunicación Audiovisual?

Las múltiples inquietudes que he ido teniendo en la vida me hicieron decidirme por estas dos carreras. Antes de Magisterio incluso realicé dos años de Administración y dirección de empresas, aprendí cosas muy interesantes en asignaturas como derecho, administración de empresas o sociología. Considero que todos los estudios que realices no tienen por qué determinar tu carrera profesional pero sí que definirán tu personalidad y te ofrecerán conocimientos que podrás implementar en más áreas de tu vida. Al fin y al cabo, el conocimiento es transversal

Por otro lado, Magisterio me dio una perspectiva infantil, aprender a cómo hacer que un niño te entienda. La didáctica, la psicología evolutiva, la filogénesis, el funcionamiento de la mente humana para mejorar la enseñanza. Buscar canales y herramientas, desarrollar el ingenio para transmitir conocimiento, de la manera más constructiva posible. Cuando estudié comunicación audiovisual fue en mi edad adulta. Comunicación ha sido la carrera que más he disfrutado, me encantaba ir a los exámenes finales, la adrenalina que me daba me resultaba placentera. Comunicación me enseñó a estructurar, esquematizar las películas, los guiones, entender el mercado cinematográfico, aunque es muy amplio y con un sinfín de ramificaciones. Ser actriz era una parte del engranaje, entender el resto me fue muy útil para entender mejor la producción de cualquier producto audiovisual. Especializarme en el master de nuevas narrativas audiovisuales fue lo más divertido. Podía aplicar todo el conocimiento adquirido de años de visionados de películas y lecturas de libros. Podía entender con mayor precisión de lo que me hablaban y aprender cosas que ni tan siquiera me había planteado con anterioridad. 

Al final, todo es cuestión de aprender y no de enseñar. No hay nada como la propia experiencia para saber lo que nos conviene, nos gusta, nos hace sentir mejor o peor. Puedo considerarme una persona afortunada ya que he podido realizar estudios que me han permitido aprender lo necesario como para saber lo que he querido en la vida y lo que no.

En realidad, estudiar me ha enseñado a tener la experiencia, la determinación y la visión de un entorno que he escogido. Los títulos no son de lo único que he aprendido, ya que he aprendido tanto de los libros, películas, animales como de las personas. La observación. 

 ¿De qué manera crees que estas áreas de estudio han influido en tu carrera como escritora?

Cuando escribes pones en práctica todo el conocimiento adquirido a lo largo de los años. Magisterio me dio una perspectiva más analítica, me enseñó a ser más paciente, a escribir bien, la ortografía. Cuando escribes un libro, necesitas escribir con paciencia, detenimiento, análisis y no cometer ningún fallo ortográfico te hace el trabajo más fácil.

En cuanto a comunicación audiovisual, me ayudó a entender que toda historia tiene una estructura y encontrar el ritmo adecuado para cada parte es fundamental para enganchar al lector. Lo más importante, a la hora de escribir relatos, es ser consciente de que no tienes el tiempo de desarrollo que tienes en una novela. Los relatos exigen dinamismo y una estructura, el desarrollo es más corto, pero quieres que enganchen, para mí, ha sido difícil porque siempre he sido de alargarme mucho. No te puedes ir por las ramas y desarrollar un nudo muy complejo si no vas a tener suficiente tiempo para acabarlo como merece. Los personajes tienen que ser ricos en matices, pero tienes que priorizar en cuales. Las descripciones te tienen que ayudar a mantener tanto el argumento como el peso del género. Si describes una casa del bosque oscura, que sea oscura y en el bosque debe de tener un motivo. Obviamente que en la novela te encuentras con esto pero tienes más espacio para el cambio y el progreso argumental. 

Mencionaste que te especializaste en nuevas narrativas audiovisuales del cine de ciencia ficción y fantástico. ¿Cómo ha influido esta especialización en tu enfoque como escritora de género de terror?

Siempre he sido fanática del terror y de la fantasía. Los libros de R.L. Stein; «Pesadillas». Peter Benchley; «Tiburón»;»Abismo»; «La bestia»;»La isla». Combinado con las películas de terror de los ’80; «Los niños del maíz»; «El resplandor»;»Bitelchus»;»Alien»;»Terror a bordo»;»Freddy Kruger»; «La mosca»; «La cosa»; «Los Gremlins»;»Los critters»; «Poltergeist»; «Posesión infernal»; «Demons»; «La mancha voraz»; «It». Para mí, fue la época estrella del cine de terror. Obviamente, anteriormente ha habido joyas del cine de terror como las obras de Alfred Hitchcock; Paul Naschy. La novela de «Drácula» de Bram Stoker. En el cine, «Drácula» la versión del ’22 de Nosferatu, una caracterización terrorífica. La del ’31 de Tod Browning, con un Bela Lugosi que conquistó con su capacidad para enseñar la elegancia del monstruo. Drácula y Frankenstein son mis monstruos favoritos, puedes ver belleza donde los demás ven horror. El máster de ciencia ficción y fantástico me enseñó a diseccionar las películas y a detectar las características del género. A diferenciar entre la ciencia ficción y la fantasía. En el género fantástico hay mucho trabajo porque tú creas las reglas del nuevo mundo existente, de una realidad que tiene que resultar convincente a pesar de la imposibilidad de que exista. El máster me enseñó a tener reglas a la hora de crear guiones, a que existe un lenguaje específico en el cine, lenguaje necesario para que el grupo de trabajo se entienda con la mayor brevedad posible. Cuando escribo terror mi mente se va a otro lugar, lugar inhóspito al que he acudido siempre porque me resultaba placentero, la oscuridad. Escribo de noche habitualmente para que nada me distraiga de lo que quiere escupir mi mente. 

¿Cuál es tu objetivo final al querer hacer una película de terror? ¿Hay algún tema o concepto en particular que te gustaría explorar en ese género?

Me encantaría producir una película de terror porque el género de terror transforma los miedos en fortalezas, puede que pienses que es un trauma, pero en realidad esas noches sin dormir, pensando que detrás de la cortina se esconde Babadook, slender man o alguna persona que has visto por la calle, te enfrenta a la mejor parte de tu imaginación, la que convierte en realidad tus peores pesadillas. Puede parecer enfermizo lo que digo, pero creo que sentir ese miedo nos hace darnos cuenta de la clase de reacción que tenemos y de la capacidad de reacción que podremos tener. 

Me gustaría explotar el thriller psicológico, pero mezclarlo con el cósmico y paranormal. Además, me gustaría volver a las texturas del cine antiguo, dejar un poco de lado el ordenador y los efectos. Me gustaría recurrir a efectos más artesanales. Creo que mi película iría encaminada hacia la crítica social por supuesto, el convencionalismo que tanto detesto y a descubrir nuevas maneras de pensar. Lo ideal para mí, sería generar terror extremo y acabar en amor y admiración. Conseguir un cambio en el espectador al salir del cine. Creo que las personas que generamos cultura tenemos que ser responsables de lo que hacemos y decimos, y hay que tener en cuenta la interpretación ajena. 

La escritora Cristina Pacareu

Has trabajado como actriz y celadora. ¿De qué manera estas experiencias han enriquecido tu visión artística y tu escritura?

Como actriz he podido ponerme en el papel de un sinfín de personajes y sentir cómo sería mi vida si fuese ellos. Por supuesto, de cada personaje sacas una manera de mejorar tu vida. Cuando te pones en la piel de los demás, sientes de maneras distintas. He visto también a la diferencia del trato en cuanto a ser actriz y zeladora, curiosamente, siendo la misma persona. Cuando he actuado, me han tratado con respeto, con admiración. Cuando eres zeladora eres invisible en muchas ocasiones, existe un clasismo, eres un burro de carga, no eres un cerebro pensante. Es así, después de muchos años en el hospital me llevo bien con todo el mundo, no tengo un maltrato ni mucho menos, pero se nota el clasismo. Cuando vives en mundos distintos siendo la misma persona te das cuenta de la tontería que existe en nuestra sociedad, los prejuicios existentes. Mis compañeros zeladores son mentes inquietas, con vidas paralelas y maneras de ver el mundo de lo más interesantes. Les admiro y muchos de ellos son mis amigos. Eso sí, no soy víctima de nada, acepto mi situación en ambas partes, pero no acepto ni que me halaguen demasiado ni que me discrimen. Soy el reflejo de lo que quiero ser y de la sociedad que quiero. Los diferentes sectores profesionales te hacen abrir la mente, aprendes muchísimo y sobre todo del ser humano. Es digno de un estudio antropológico. 

Como zeladora he visto la muerte de cerca y te vuelves más consciente de lo que es la vida y la muerte. La teoría la entendemos todos pero la práctica es donde realmente aprendes. Después de muchos años, sigo sorprendiéndome, sigo llorando por las esquinas del hospital. Hay cosas que no soporto y a las que no me quiero acostumbrar tampoco. He visto la muerte de niños, ancianos, largos procesos curativos, he visto la mirada de mucha gente que ha perdido las ganas de vivir por su situación de dependencia absoluta. Lo único que he aprendido a hacer es a valorar cada minuto de mi existencia, a valorar la posición de una almohada para mejorar su situación. Cualquier detalle es útil y fundamental en la vida de aquellos que llevan largo tiempo postrados en una cama o en una habitación de hospital. Eso me ha dado la sensibilidad. Me ha enseñado a valorar mi vida y a mí misma en lo bueno y en lo malo. Ser actriz me ha ayudado a ponerlo en práctica, ser actriz me da la vida, la alegría, dar felicidad a los demás, eso no tiene precio. Cuando trabajas en equipo largas jornadas de trabajo y acabas, tampoco tiene precio. He conocido gente fantástica en Barcelona que me ha enseñado muchísimo de la vida y de la profesión. Como escritora, todos esos sentimientos los reflejan mis personajes y sus tramas. Las conversaciones con ellos mismos son las conversaciones que me imagino que tendría conmigo misma siendo esa persona. Además, mis personajes no son como yo, quería que fuesen distintos, aunque puedan tener particularidades similares y pensar como yo. 

Mencionaste que tu primer libro, «El viaje a Aztalán», nació durante la segunda ola de la pandemia de Covid-19. ¿Cómo influyó esta situación en tu proceso de escritura y en el contenido del libro?

Básicamente fue la razón por la que empecé a escribir. La escritura como proceso catártico, sé que mucha gente se ha encontrado en mi misma situación o peor. Las depresiones estaban a la orden del día. Creo que volver de Costa Rica, cambiar de vida, volver a tus raíces, tener que aislarte, tener a tu pareja lejos sin saber si volveréis a veros. Mi madre con un problema de corazón que me ha preocupado cada día de mi vida y en aquella situación más aún, la incertidumbre. Nada me calmaba, ni la guitarra, ni cantar, ni leer, ni ver películas. Siempre me he considerado muy solitaria y el tema social no me preocupaba tanto, lo que me preocupaba realmente era la apatía que estaba sintiendo y la crisis existencial. 

Me puse a escribir «el arrepentimiento», sentía impotencia, culpa. Sentía que podría haber hecho mucho más por cambiar aquella situación en la que me encontraba, pero una vez más, la duda y el miedo a no volver a ver a mi familia en mucho tiempo me hicieron tomar una decisión. Volver a España. El arrepentimiento se basa en la culpa, en el haber hecho algo más que meterte debajo de la manta. No era solución, ya que era lo único que se me ocurría, trabajar, dormir y taparme con la manta. Siempre que he sentido dolor o depresión siempre me he curado igual, debajo de la manta durmiendo. Por algún motivo esa vez no quería que fuese así, mientras escribía lloraba sin parar. Me podía pasar horas. No tenía hambre ni sed, me obligaba, me aislé muchísimo. Me metí en los personajes de mis historias de lleno, ellos eran mi escapatoria, mi vida paralela. Les castigaba, les curaba, etc… Como si me lo hiciese a mí misma. 

Así empezó el viaje, y por eso se llama «El viaje a Aztalán», es mi manera de agradecer a mi imaginación el haber sobrevivido a ese período. Considero que hay dos periodos en el libro, la primera etapa que me encontraba mal. La segunda etapa que fue una etapa de aprendizaje, de sabiduría y de un dolor intenso también, aunque esa vez ya sabía cómo curarme. 

El terror parece ser una temática importante en tu vida y en tu obra. ¿Qué te atrae tanto de este género? ¿Cómo crees que el terror puede transmitir mensajes o emociones de manera efectiva?

La respuesta al miedo comienza en una región del cerebro denominada amígdala, ubicada en el sistema límbico, encargado de regular las emociones y funciones para la supervivencia del individuo. Cuando detectamos una fuente de peligro, desencadena los sentimientos de miedo y ansiedad. Es un sistema de defensa en realidad, pero y ¿si ese sistema de defensa está anticuado?

 Cuando estudiaba psicología evolutiva me leí un libro que era: «Desarrollo psicológico y educación» por Jesús Palacios, Álvaro Marchesi y César Coll. El libro hablaba de los reflejos que aún arrastramos de la filogénesis, es decir, del proceso de aprendizaje de la especie. Tenemos infinidad de reflejos que ya no tienen sentido, aunque otros sí, como el de amamantarse, pero el de coger el dedo índice con fuerza de un bebe recién nacido es porque se cogen a las ramas del árbol, como cuando éramos monos. Curiosamente, el ser humano almacena una cantidad de información variada que no ha evolucionado demasiado. Por ejemplo, leí otro libro recientemente que se llama: «El cerebro idiota» por Burnett Dean. Descubres que muchos de nuestros estímulos, deseos, miedos etc.. Son parte de nuestra evolución como ser humano. El escoger pareja, el dormir, e incluso marearnos en el coche, nos mareamos en el coche porque nuestro cerebro no entiende por qué nos movemos. Al no mover ni un músculo de nuestro cuerpo, el cerebro entiende que ese movimiento es a causa de un envenenamiento por ingerir un alimento o sustancia x, por tanto, nos da ganas de devolver. La adaptación de nuestro cuerpo y cerebro será a costa de la repetición de sensaciones continuas. Si vemos como matan a alguien en una película, como muere, como despierta en un lugar desconocido, la empatía del ser humano hará que cuando te sientas en una situación parecida al menos te conozcas a ti mismo en ese momento. Al plantearte con anterioridad un miedo, su resolución o al menos el desarrollo de una solución para salir de ese problema estará bajo tu control. Actuar sin ansiedad ni miedo no te salvará la vida, pero al menos no te dejará bloqueado más tiempo de lo normal y podremos optimizar el tiempo de reacción ante el problema. Creo que el terror más vanguardista es el que se está creando hoy en día. La hibridación de los géneros, y las propuestas creativas de muchos directores como: Jordan Peele, Robert Eggers, Jennifer Kent, Ari Aster, Guillem Morales, Juan Carlos Fresnadillo etc..y no pararía de nombrar gente.

La gente entiende que el terror no es solo muerte y destrucción, sino el viaje del héroe hacia un destino desconocido, pero saboreando y valorando el proceso. Hay que aceptar también que el viaje, aunque todo lo estés haciendo de la mejor manera no tiene porqué salir bien. Es por eso por lo que me gusta sentir miedo, me hace darme cuenta de que la existencia es frágil, la realidad cambiante y el dolor puede ser desmesurado si no analizas las diferentes situaciones por las que pasamos. 

Has mencionado que has estudiado y te has inspirado en diferentes filosofías y en la historia. ¿De qué manera estas influencias se reflejan en tu escritura y en las temáticas que abordas en tu libro?

Hay una frase de budha que dice: «No pienses que no pasa nada, simplemente porque no ves tu crecimiento. Las grandes cosas crecen en silencio». Me gusta curarme sola y en silencio. Además, mi madre me enseñó muy bien a no lastimar a los demás por lo que te causa dolor a ti mismo, no me gusta que me vean triste porque los que me quieren se preocupan. Hay cosas que no hay que esconder, dolores, sobre todo los de pérdida que necesitas compartir. Este caso era distinto, era una crisis en silencio, supongo que por eso estamos aquí y he escrito un libro. 

«La filosofía es el sentido común en traje de etiqueta» como dice Carlos Goñi. La filosofía te hace analizar las cosas desde un lado más noble. No me gusta creer en el karma porque parece que la vida se vengará de ti por haber hecho algo malo, más bien considero que si mantienes una conducta errónea hacia los demás o cometes errores del mismo tipo siempre, al final por estadística, algo malo te va a pasar. Es como conducir cada día, si eres prudente puede que no te pase nada nunca, pero si siempre conduces como un cabeza loca tu probabilidad aumenta. Nietzsche es de mis favoritos, aunque al principio me hizo llorar con un libro llamado «Así habló Zaratrusta», me lo dejó un buen amigo y desde entonces leo a Nietzsche. No sé por qué nunca me había atrevido anteriormente. Niestzsche te hace ver las cosas como son, pero te hace entenderlas, es realista pero su razonamiento es inequívocamente comprensible. Otras filosofías me han influenciado, unas más comunes para todos como Platón, Epicuro, Descartes, Sócrates, y otras menos comunes como Stuart Mill. La filosofía moderna es muy interesante porque plantea la verdad como un nuevo concepto, ya que lo real parte de tu mente. En mi libro, la realidad te la plantean los personajes, en todo momento hay pistas de que algo no anda bien y que no tiene lógica que alguien se encuentre saltando de realidad en realidad, ni que haya un gnomo en la uña o de que un agujero gigante aparezca en tu comedor debajo del sofá. La fantasía se antepone a tu sentido común, en el momento en el que hablamos de fantasía nadie puede dudar de lo que está leyendo, por eso quizá me gusta el término fantástico. En mi realidad todo es posible. La gente que vive con la realidad de lo común alterada, vive aislada, creo que eso es un error, pero claro, vivimos en una sociedad en la que no se apuesta por nuevas corrientes  o insurgentes. Creo que debería entenderse que la gente no tenga que aceptar de buen grado todo lo que un gobierno realiza, aunque también creo que se necesitan buenos ciudadanos del mundo. Deberíamos ser más conscientes de lo que está bien o mal, responsabilizarnos más de lo que causamos y de lo que podríamos mejorar. 

En la historia hemos visto cosas más terroríficas, no solo ha existido Hitler, ha habido otros menos conocidos como Idi Amin Dada, el rey de Escocia, el loco de Uganda. Un ser dominante, cruel y un sádico. Estados Unidos, Inglaterra tenían relación con él porque les interesaba en aquel entonces con la problemática de la guerra fría. No hemos sido tan buenos ni tan malos, pero hemos aceptado tener en la mesa a un ser como Hitler y aún así seguir proclamando un «Long live the queen». La historia misma está repleta de contradicciones, siempre ha habido el bando de los malos y de los buenos, pero no es así como nos lo pintan. Como el ejemplo de Idi, podría haber muchos, pero es que señoras y señores como siempre se dice, «la realidad supera la ficción». Si dijese en mis mis libros que comen carne humana, la gente se horrorizaría, sí, pero es en el mundo aún existen países donde se trafica con carne humana y por ende se entiende que te comas a tus enemigos. En la historia los cuentos fantásticos han influido en nuestra sociedad, como el de la bella durmiente. La figura de la mujer en la historia, la relación de la mujer con las brujas, etc…

Los cuentos hemos visto que han sido tan influyentes o más que la vida real. Lo que la mente genera puede ser muy poderoso, por eso, no menospreciemos los cuentos porque nunca se sabe la repercusión que tendrán. 

“El viaje a Aztalán» es una antología de relatos de ficción con toques de humor y fantasía. ¿Por qué decidiste combinar estos elementos en tu obra? ¿Qué te atrae de esta mezcla de géneros?

El humor es un pilar en mi vida, soy feliz todos los días de mi vida y los que me conocen de cerca saben muy bien que soy una persona alegre. La fantasía ha sido mi fuente de inspiración, un lugar de tu mente donde no hay límites, suena a vacaciones. ¿Verdad? jaja. Tim Burton supo plasmar lo belleza en lo escandaloso y horripilante. Me fascina poder crear de lo que no es habitualmente gracioso gracia, o al menos innovar, te puede salir bien o mal. Hace un año empecé a hacer monólogos de comedia en Barcelona, es ahí donde te das cuenta de lo que sí y de lo que no, pero la mayoría de las veces no es: «lo que dices» sino el «cómo lo dices». Los personajes de los relatos no son lo que soy yo, pero sí lo que estaría pensando yo en ese momento. Por tanto, aunque tengan una perspectiva pesimista de la vida cosa que yo no la tengo, o tengan trabajos y ocurrencias que yo no tendría a la hora de actuar, la mayoría de los pensamientos cómicos y los razonamientos son cosas que pensaría si estuviese en su lugar. 

Lo que me atrae de la mezcla de géneros es que la comedia atrae al lector, porque simpatiza con lo que lee, en consecuencia, empatiza. La fantasía transforma sus mentes de principio a final, detallando un mundo caótico que luego tendrá su lógica dentro de un futuro distópico como en un hipotético caso en el que te secuestraran o te sintieras en un abismo del que no escapas finalmente de tu realidad mental. A veces la realidad mental es una escapatoria, otras veces será una cárcel. Simplemente, como en todo en la vida, tiene que existir el equilibrio. Por tanto, se hace más ameno si puedes reírte mientras te adaptas a una realidad aparente. Aportas comodidad.

Mencionaste que querías transmitir lo que es la vida en realidad, mostrando cómo el ser humano puede transformar su entorno. ¿Podrías profundizar en esta idea y en cómo la abordas en tu libro?

El ser humano tiene un filtro para entender la realidad que le envuelve. Entre los factores que influyen a la hora de filtrar están: el entorno en las diferentes etapas, la educación, la época, etc.

Creo que hay que aprender y desaprender en la vida, nada es estático, lo único que considero inamovible es el amor hacia el entorno. Si no hago las cosas con amor es que algo estoy haciendo mal, he comido mal, no he descansado bien, hay que escucharse a uno mismo constantemente. Lo que puedo decir es que lo que hemos aprendido puede ir cambiando a lo largo de nuestra vida, puedes pensar hoy de una forma, pero siempre mantenerte receptivo para aprender otra. A mi si me dan un razonamiento adecuado puedo entender cualquier cosa, a no ser que sea injusto y no se sostenga por ningún lado. Hablo de injusticia cuando no tienes en cuenta todas las particularidades de una cuestión. Puedo entender tu verdad, pero espero que no sea demasiado egoísta. Todo el mundo transforma su realidad para sentirse mejor con lo que ve y oye. Llamamos a la gente paranoica cuando se aleja demasiado de lo que ha ocurrido. Se ha quemado Notredamme es la ira de dios hacia los franceses. Hombre, pues no, es más probable que haya sido un accidente. Eso sí, nunca descarto que la gente creyente pueda tener algo de razón, quién soy yo para negar su fe. La negaré en el momento en el que opriman o sacrifiquen o haya violencia, hasta entonces nada. Quien quiere transforma su realidad, pero ahí es donde radica el esfuerzo. A mí misma me considero un recipiente, sale y entra energía de él, un cuerpo y una mente que me permiten disfrutar del mundo que me rodea. 

¿Qué papel juega la imaginación en tu obra? ¿Cómo utilizas la imaginación como sistema de defensa y cómo se relaciona con el realismo en tus relatos?

La imaginación de mis personajes los salva o los atrapa en una realidad aparente de la cual pueden decidir salir o quedarse en ella. Utilizo la imaginación como una escapatoria del sufrimiento que sienten. A todos ellos, tanto por imaginar cómo olvidar porque están esa realidad les tengo cariño. Cada uno usa la imaginación para algo distinto. La misión de todos ellos es comprenderse a sí mismos, entender cómo han llegado hasta allí. Al final, nadie te entenderá mejor que tú y todos estamos solos. La realidad supera la ficción muchas veces, es por eso que creamos realidades paralelas para poder hacer frente a lo que nos ocurre. Los psicólogos buscan la cura intentando saber cuál fue la raíz del problema. A veces quizá sería mejor no saberla porque tu propia mente ya ha sabido encontrar la cura, aunque no sea una cura convencional.  Los locos están en los manicomios, para curarlos, bueno, quizá sea para apartarlos.  Quizá no sea así, y repito, mi verdad no es absoluta, pero es más fácil vivir en un mundo normalizado. Todo lo que puede ser un peligro es mejor mantenerlo al margen. No hablo del sistema, hablo de todos y cada uno de nosotros. El realismo es lo que tú aceptaste como real y normalmente es lo más cómodo y fácil de aceptar en este momento. Por eso, creo que no siempre nos creemos lo que es correcto para todos sino lo que nos conviene. 

¿Qué esperas que los lectores encuentren en «El viaje a Aztalán»?¿Cuál es el mensaje principal que deseas transmitir a través de tus historias?

Van a encontrar suspense, terror y diversión. El poder de la mente. El poder de la imaginación, que reside en cada uno de nosotros. Van a encontrar que la vida no es convencional, que es fruto de lo que queremos creer y ver. Nada está escrito y pueden hacer con su vida lo que se propongan. Espero que no lleguen a acabar como algunos de mis personajes, y espero que por muy mal que lo estén pasando lo superen.  Que ellos son los artífices de sus vidas y que la felicidad no se encuentra, reside dentro de nosotros. Todo depende de cómo te tomes cada detalle de tu vida y que se den el tiempo necesario para superarlo. Que empiecen a escucharse, que sean valientes en sus vidas y que no se dejen tumbar por la realidad que les rodea porque no tiene por qué ser esa. Que sepan elegir y que sean responsables y autoexigentes. Que, si la cagan, intenten enmendarlo pero que si no pueden hacer nada, que se perdonen. Creo que el ser humano está lleno de frustraciones porque les han dicho lo que tienen que hacer en cada momento y como. Creo que cada uno es como es y vamos a diferentes tiempos, no hay que ser cruel con uno mismo. Esforzarse por ser la mejor persona que se te ocurra ser. 

¿Cómo ha sido el proceso de pasar de esconderte y refugiarte de posibles ataques a no tener miedo de darte a conocer como escritora?  ¿Qué te llevó a dar ese cambio y cómo ha afectado tu forma de escribir y presentar tus obras?

Cuando te expones a la vía pública, te expones a sus opiniones y eso hay que aceptarlo. Tanto las malas críticas como las buenas. Actualmente, las malas críticas no me hunden, sino todo lo contrario, me ayudan a mejorarme. Si no son constructivas sencillamente las ignoro. 

Cuando era joven, me daba miedo no estar a la altura de las situaciones, de las personas, de no poder hacerlas felices. Era un trabajo titánico el tener que contentar a todo el mundo, pero es que me daban miedo los enfrentamientos, las discusiones. El terror que sentía en libros y películas era menos terrorífico supongo que la vida real. Escondía mi manera de pensar o de ver las cosas por no entrar en polémica. Finalmente, descubrí que pensar diferente no era malo. Las historias de cuentos fantásticos me encantaban y me sacaban de la realidad y me hacían entender que hay muchas maneras de ver la realidad. Los animales eran mi sustento, ellos no me juzgaban, me entendían y no tenía por qué esforzarme en ser mejor o peor. Hablo de mis años mozos, preadolescentes. Una vez en la edad adulta, seguía sintiendo esas ganas de satisfacer, pero me iba descubriendo a mí misma a su vez. Empecé a escoger lo que sí y lo que no. Hacer teatro me abrió la mente, empecé a ser todo aquello que quería con la excusa de que era actriz. Lo que en realidad estaba haciendo, era todo un proceso liberador. Finalmente, hoy en día puedo decir que soy yo misma y a veces incluso demasiado, jaja. Digo y hago lo que quiero, teniendo en cuenta mi entorno, reduciendo el daño lo mínimo posible, pero sin responsabilizarme del trabajo de los demás. No soy perfecta ni mucho menos, pero me esfuerzo por equilibrar mi manera de hacer las cosas con las del resto del mundo. Me preocupan los demás, sí. Eso siempre será así, pero ya no sufro desmesuradamente. Perder a animales y personas que me importan en la vida también me ha dado impulso para vivir lo que ellos no vivirán. Algún día moriré, pero cada día puede ser el último y por eso mismo hay que quererse y respetarse tanto como uno pueda. Hay que encontrar el equilibrio cueste lo que cueste y conocerse a uno mismo, luego, serás libre. 

Un buen amigo mío y escritor, Pablo Piñeiro, me dio un consejo antes de corregir el libro. Me dijo que no cambiase mi forma de escribir ni mi humor, por pensar que no se va a entender, que es mejor mostrarse tal y como eres, porque eso es lo que nos hace especiales como escritores. Tan solo quería hacerlo un poco más comercial para que no fuese demasiado complicado, pero él, al decirme aquello, me hizo dar el paso y lo dejé tal cual salió de mi corazón y mi mente. Mi libro es mi esencia, es mi manera de funcionar por la vida y de pensar.  


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