“Corazones rotos”, la adictiva novela de Vicente Vázquez.
Si tuvieras que definirte en pocas palabras, ¿Cómo lo harías?
Estoy de vuelta, tras 45 años de trabajo, empezando una vida nueva, más creativa, y más mía:
¿Qué te inspiró a escribir sobre un asesinato en el contexto de una reunión de antiguos alumnos?
La propia reunión de amigos. Pensé que tenía que escribir algo festivo, como homenaje a la amistad, y nada mejor que el asesinato, imaginario claro, del hombre que había sido director de nuestro colegio, con el que teníamos muchas cuentas pendientes sin saldar.
¿Cómo abordaste la investigación para escribir sobre las sustancias dopantes y las mafias del tráfico de drogas?
No fue necesaria ninguna investigación sobre sustancias dopantes, ya que lo que necesitaba saber sobre marihuana o coca, eran cosas de dominio público. Sin embargo sí necesite documentarme sobre el mundo de las mafias del tráfico de la coca y del tráfico de armas, en particular desde Sudamérica. Yo había viajado por motivos profesionales a Bolivia, Colombia, República Dominicana, Argentina, Uruguay y Paraguay. O sea que algunas ideas al respecto ya tenía. Pero dediqué bastante tiempo a leer artículos y documentos sobre las mafias, los sicarios, el tráfico, las cárceles de Perú y Bolivia y, también, sobre los mercados negros de armas y los delincuentes implicados. No necesitaba demasiada precisión para mis necesidades; la abundante información disponible en internet era suficiente.
¿Qué desafíos enfrentaste al escribir sobre un género tan específico como la novela de crimen?
Yo he sido siempre bastante aficionado a este género, desde Agatha Christie hasta Dashiell Hammett, pasando por Patricia Highsmith, o por James M. Cain. Por tanto, mis conocimientos sobre el tema me permitían seguir ciertas pautas que ya estaban asentadas en mi cerebro. Me parece que la novela negra obedece, generalmente, a una tipología incuestionable de trama muy bien consolidada. Es como un rompecabezas que se resuelve en sí mismo cuando se descubre al asesino. Es, por otra parte, muy adictiva, ya que todos los lectores se ven obligados a analizar la secuencia de los acontecimientos y dar sus propias soluciones que, a veces, difieren de las que aporta el autor en su obra.
¿Cómo construiste a los personajes del libro y qué elementos tomaste en cuenta para su desarrollo?
Una parte de los personajes son tipos más o menos construidos a partir de personas reales, amigos personales de mi juventud, con el filtro deformante de mi imaginación. Un filtro que los idealiza en alguno de los aspectos de su personalidad. La construcción de los filtros es muy divertida.
Otros personajes son pura invención, pero con referencias también a personas que he conocido a lo largo de mi vida. Por ejemplo, el comisario Barrientos es pura creación literaria, pero es lo que pudiera haber sido, si no se hubiese dedicado a otras cosas, uno de mis íntimos amigos de la infancia. Por supuesto, el inspector Fonseca es uno de mis divertidos inventos, pero es que resulta ser un tipo genial, tierno, encantador y enamoradizo, algo así como me hubiera gustado llegar a ser yo mismo. Me da risa pensar en ello. Es una traición de mi inconsciente. Y para colmo, se enamora de la bella Paula y consigue casarse con ella. ¿Se puede pedir más? Por cierto, ahora caigo, Paula se llamaba también mi abuela paterna, ¿en qué estaría yo pensando?
¿Cuál es el mensaje principal que quieres que los lectores se lleven de “Corazones rotos”?
Algo así como que la vida, ya que hay que vivirla, si nos empeñamos, puede resultar muy entretenida y hasta divertida. Basta con echarle ganas.
¿Por qué elegiste ubicar la historia en una iglesia mesetaria sin especificar la localización?
A nadie le gusta que se sepa que en su pueblo se cometen asesinatos, ¿no? Por desgracia, en mi pueblo he visto cometer varios asesinatos y, la verdad, eso lastra muy negativamente la convivencia en comunidades pequeñas. Por esa razón no quería que se vinculase un lugar al luctuoso suceso. Pero, además, una iglesia mesetaria, de ubicación indeterminada, no deja de ser un lugar muy sugerente para que se descuba un horrible crimen, creo yo. Es un escenario muy literario, que aporta misterio añadido. Pasa lo mismo con el lugar concreto, el trascoro, el lúgubre emplazamiento elegido para dejar abandonado el fiambre. El asesino es truculento, pero tiene también, el tío, un toque poético, a lo Alan Poe.
¿Cuál fue la escena más desafiante que tuviste que escribir en el libro?
Yo no diría desafiante, aunque sí, pensándolo bien, el intento de asesinato de Barrientos en Oviedo. Lo sitúo en la parte antigua de la ciudad, que es un lugar que me encanta. Quizá estuviese recordando las andanzas amorosas de los personajes de La Regenta. El caso es que la escena, a lo comix, con el sicario disparando contra el comisario, en la oscuridad de la noche, Barrientos sabiendo salir del peligro, son eventualidades que he recreado con gusto, lo reconozco.
Otra escena estupenda, a mi juicio, no desafiante pero sí exigente, es la del momento en que el inspector Fonseca consigue obtener muestras biológicas, para posteriores análisis de ADN, de un presunto asesino, por el expeditivo método de darle un buen pellizco hasta hacerle sangrar. O la conversación de los Pupas, ahítos de ron, con el comisario Barrientos, en la feria de muestras de Santa Cruz de la Sierra.
¿Crees que la novela negra tiene un papel importante en la sociedad actual para abordar temas como la violencia o las drogas?
Creo que la novela negra no hace otra cosa que ser el reflejo de lo que ocurre en la sociedad. Por supuesto, siempre tiene una función moralizante. Lo cierto es que ya hace mucho tiempo que las drogas están presentes en nuestras vidas y son una de las causas más determinantes de la destrucción de una buena parte de nuestra juventud, incluyendo, por supuesto, el alcohol. Y donde hay drogas, qué duda cabe, hay violencia. Pero, sin embargo, en mi novela, Corazones rotos, el problema es la codicia y el desamor. No es una novela en la que el papel de las drogas sea ni siquiera mínimamente relevante. Lo relevante es el desamor, el despecho, el desengaño y la traición.
¿Cómo describirías la evolución del comisario Barrientos a lo largo de la novela?
Barrientos es un intelectual. Su carrera policial le ha llevado a la conclusión de que, en esta vida, todo es relativo. No queda claro si la causa ha sido la experiencia o sus lecturas de física cuántica. Sin embargo, él sabe perfectamente que una cosa son los átomos, los protones y los electrones, y otra muy diferente las personas. En cuanto a las personas, él ha sacado dos grandes premios a resultas de la investigación llevada a cabo en estos corazones rotos. La amistad inquebrantable de Fonseca y Argüelles.
¿Tienes algún proyecto futuro en mente que quieras compartir con tus lectores?
Colaboro de forma habitual con La radio de la montaña leonesa, una emisora local que tiene su residencia en Boñar (León) y que publica mis colaboraciones en su periódico digital. Escribo y publico, en ese medio, más o menos, una narración corta cada quince o veinte días. La temática tiene que ver con la vida y costumbres de los pueblos de la montaña palentino-leonesa, aunque no necesariamente. Me siento cómodo en esta actividad y creo que llegará el día en que acumule todas estas narraciones en un volumen y las publique. Ya veremos. Me interesan sobre todo los temas relacionados con la vida de mis gentes, mi tierra, mis raíces, tanto familiares como del paisanaje que habita en los lugares donde ha transcurrido mi existencia.
¿Dónde se pueden conseguir tus libros?
En todos los portales de venta por internet. Los distribuye LOGISTA, de manera que cualquier librería los puede encargar y cualquier persona interesada los puede adquirir en la venta on-line.
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