Conocemos todo sobre “Poemas resueltos e Idolatría a una mujer”, del autor Lorenzo Ramos Jiménez.
-¿Qué te llevó a comenzar a escribir poesía a una edad tan temprana y qué influencias tuvieron figuras como Pablo Neruda en tu obra?
No lo sé, no sé qué contestarte. Si coges una semilla de cualquier árbol y la plantas cerca de la orilla de un rio, esa semilla es muy probable que se convierta en un árbol. Si a un niño de 6 años, le das un lápiz y una libreta, y le dices que dibuje lo que quiera, mientras su madre hace la cena, y así un día y otro, con el paso de los años ese niño se convertirá en un gran pintor. Una cuñada mía, un día puso en mis manos un libro de poesía y me puse a leerlo. Vi las cosas hermosas que se podían hacer con las palabras y seguí leyendo. Más tarde quise imitar a los poetas, escribir mis propios poemas, y así un día y otro, y otro… No leí sólo a Neruda, después vinieron Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Miguel Hernández,… La forma en la que el autor expresa lo que siente, se impregna también en el estilo de otros autores que se inspiran en él, hasta que van encontrando su propia forma sin darse cuenta del proceso. Desconozco en qué me influenciaron Federico, Juan Ramón o Pablo, y tampoco sé cómo se llaman los recursos literarios que estos autores empleaban. Desconozco también, cómo funciona el mecanismo de transformación que convierte un gusano en una mariposa.
-En “Poemas Resueltos e Idolatría a una mujer”, exploras temas de búsqueda espiritual y emocional. ¿Cómo abordas estos temas en tus poemas y qué significado tienen para ti?
Hay un idioma universal que todos los seres humanos de este planeta entienden, sin importar en qué país vivan. Cuando hablas con el corazón, todo el mundo te entiende. Independientemente del carácter de la persona, a todos nos gusta que nos hablen, que nos traten con amabilidad. Llega un momento en la vida en el que te preguntas quién soy, qué soy, qué hago aquí, de qué estoy hecho, por qué me siento así, cómo debo sentirme, qué es la vida, qué es lo que yo quiero,… Ignoras muchas cosas, y te pones a buscar. Al principio es el conocimiento, tomas, aprehendes lo que está a tu alrededor. Aprendes a caminar, a hablar y comunicarte, observas, escuchas, tocas, sientes, hueles, saboreas. Todo está hecho para conocer, para saber, el cuerpo necesita alimento, tu mente necesita conocimiento y el conocimiento es amor. El maestro Krishnamurti en su libro “A los pies del maestro”, dice, de no mantener nuestra mente ociosa, de buscar un pasatiempo para tenerla ocupada. Todos tenemos ego y tenemos que convivir con él cada día; cada día es un encuentro santo con el ego. Para mí, es un recordatorio para no olvidar quiénes somos, de dónde venimos y para no perdernos en el camino. Qué mejor pasatiempo para la mente, que recordarla cada día la verdad.
-En la primera parte de tu obra, mencionas la búsqueda de algo que cada uno define con su propio nombre, como Dios, Paz, Amor o Felicidad. ¿Cómo conectas estas ideas abstractas con la experiencia humana en tus poemas?
No sé cómo explicártelo. Vamos a ver. Cuando uno oye o lee estas palabras, enseguida, ya sea por la educación que hemos recibido de nuestros padres o por la sociedad, nuestra mente las asocia con determinados conceptos o definiciones. Para mí son mucho más que eso. Yo no las considero ideas abstractas, las considero objetos reales y palpables. La poesía, el arte, la forma en la que haces las cosas, tiene una conexión directa con el espíritu, con el corazón, con el alma. En un poema estás describiendo esa experiencia humana con palabras divinas. Aléjate de los conceptos, de las definiciones. Esas cuatro palabras que has dicho, son el mismo objeto, escritas de forma diferente. Cuando haces algo con amor o con cariño y con pleno conocimiento de ello, eso es Dios. Cuando haces sonreír a alguien que necesita una sonrisa, eso es Dios y, cuando digo Dios, también digo Paz, Amor y Felicidad. Esas ideas abstractas que me comentas, dejan de serlo, cuando las palabras de mis poemas te hacen sentir lo que yo sentía cuando las estaba escribiendo. Ahí es cuando se produce la conexión y se conectan automáticamente por nuestra naturaleza humana y divina, creas o no en ello. Yo no las conecto, lo hacen ellas solas. O mejor dicho, son la misma cosa.
-En la segunda parte, “Idolatría a una mujer”, expresas la mujer como símbolo de creación. ¿Podrías profundizar en el papel que asignas a la mujer en tu poesía?
Pregúntate por el origen de todas las cosas, de todas, incluidos nosotros. Cuando hablas de amor, también hablas de Dios. Date cuenta de una cosa, todo cuadra. La ley del talión egipcio dice, que todo lo que es arriba es abajo; que todo lo que sucede en el macrocosmos, sucede en el microcosmos; que todo lo que pasa en lo grande, pasa en lo pequeño. Todo lo que pasa en este mundo, es un reflejo de lo que sucede a una escala superior, tanto en lo físico como en lo metafísico o, en la forma en la que suceden o se hacen las cosas. Si esto, lo extrapolamos a la mujer en mi poesía, la adoración que siento por la mujer, es la misma que la que tengo por Dios. Buscándola a ella también lo busco a Él. Dios es el origen, de donde todos venimos, estamos hechos de pedacitos de Él. La mujer es el reflejo de ello. Es real, al igual que Dios.
-Tu estilo utiliza un lenguaje espiritual y sencillo para hablar de temas profundos. ¿Cómo logras transmitir ideas complejas con palabras simples en tus poemas?
Mi padre no pudo ir a la escuela, tuvo una vida dura, pero aún así, en su alma albergaba más conocimiento que todos los libros de sabiduría juntos. Soy testigo de primera mano de ello. Explicaba las cosas de una manera natural y sencilla, con palabras cotidianas que todo el mundo podía entender y de forma breve y amable. No necesitaba decir ningún discurso para enseñarte algo. Era un hombre sencillo y cariñoso. Sus actos y cómo los hacía, hablaban por él. Un día cometí una locura, y le pedí perdón más tarde. Él me contestó secándose las lágrimas y dándome un abrazo… ¿Te suena de algo la parábola del hijo prodigo? Una amiga me dijo una vez, que en sus poemas, a las lágrimas las llamaba dolores de plata. Tomé nota para no plagiarlo en mis poemas y tomé nota también de su hermosura para decirlo yo de otra forma. No lo he conseguido. Tan solo sé, que la lluvia que no cae del cielo, cae del corazón. El error está en creer que para hablar de temas tan profundos y trascendentales, hacen falta palabras y expresiones más elaboradas, o explicaciones más académicas, echando mano de las palabras de los libros de filosofía de cátedra universitaria. También se podía pensar que, con utilizar recursos literarios más o menos rebuscados, quedaría más ocurrente, estético y hermoso. Vamos, que quedaría mejor. Hay muchas formas de decir las cosas, no hace falta tanta parafernalia, Dios lo va a entender igual y en cualquier idioma. Así era como me lo contaba mi padre.
-¿Tienes alguna rutina o proceso específico para escribir poesía que puedas compartir con los lectores interesados en la escritura creativa?
En una entrevista de televisión salió Mario Vargas Llosa, contando sus costumbres a la hora de escribir y, encontré varias coincidencias o similitudes con las mías. Suele levantarse temprano, muy de madrugada y se pone a escribir; después se va a darse un paseo… Algo parecido a mí. Un poeta leones, Gamoneda, decía en una entrevista para una revista cultural, que solía escribir también de madrugada. Una amiga mía, escribió un poema precioso y me dijo que lo escribió de madrugada, porque no podía conciliar el sueño y que después se durmió. Todos estos poemas los escribí de noche o de madrugada. Todo esto quiere decir algo, pero cada uno tiene alguna forma o costumbre de hacer las cosas. Que hayan coincidencias no quiere decir que se tenga que hacer así. Es algo digno de estudio, eso sí. Lo más importante es que tienes que sentir de verdad cada cosa que escribas, que sea cierto, que te salga de las entrañas, o como decía mi padre, del alma. Busca el momento del día más tranquilo, en el lugar de la casa donde estés más cómodo, sin ruido, sin prisas. Vete a algún lugar que te sugiera algo hermoso por dentro, deja que lo que hay fuera te enseñe a estar en paz, no pienses o no te tomes muy en serio tus pensamientos, escucha a aquellos sentimientos que te hagan sentir bien, deja que las palabras fluyan solas…Cada uno puede tener una rutina determinada. Yo tengo esta.
-¿Cuál fue el desafío más grande al componer un libro que abarca temas tan diversos como la espiritualidad, el amor y la búsqueda personal en un formato poético?
No lo sé, yo no lo planeé, creo que Dios se puso en mis manos para decirles lo que tenían que escribir, para ordenar los poemas y ponerlos tal y como están, y para elegir el tema de cada poema. El poeta no sabe que es filósofo y el filósofo no sabe que es poeta, pero, cuando se encuentran frente a frente se reconocen uno en el otro. Realmente no sé cuál fue el desafío, solamente escribí lo que me salía del alma, las palabras salían solas, puse lo que creí que tenía que poner sin tener ni idea de lo que estaba poniendo. La complejidad solo está en la mente. Si te doy mi más sincera opinión, creo que todos esos temas son el mismo tema, todo habla de Dios, Dios es todo, y la mente para comprender esto, lo diversifica, lo separa, lo clasifica, cuando en realidad son la misma cosa. Comprendo tu pregunta, pero yo no sabía lo que estaba escribiendo, no entendí de ningún desafío, estaba escribiendo con el corazón.
-¿Qué mensaje esperas que los lectores encuentren al sumergirse en tu obra “Poemas resueltos e Idolatría a una mujer”?
Buscad y reflexionad, somos algo más que lo que vemos. Buscad por todas partes y llegaréis a la conclusión, de que en todos los lugares donde habéis estado buscando, estaba lo buscado.
-En tu experiencia como autor primerizo, ¿cómo fue tu experiencia al publicar con la editorial Círculo Rojo?
Muy buena. Han tenido mucha paciencia conmigo y me han dado la oportunidad de que el mundo me conozca.
-¿Cómo crees que la poesía puede influir en el entendimiento humano de la espiritualidad y la conexión con el mundo que nos rodea?
Alguien dijo, que la poesía es un arma cargada de futuro. Yo creo, que la poesía es la puerta con acceso directo e inmediato al espíritu. Es la puerta que da al alma. Date cuenta de una cosa. Los animales del resto de la creación no organizan conciertos de música, ni obras de teatro, ni montan espectáculos, ni recitales de poesía… No lo necesitan, ya son conscientes de la naturaleza en la que están inmersos y de lo que son. Nosotros en cambio con nuestra mente velada, a través del arte, de la poesía, conectamos con nuestra verdadera naturaleza, necesitamos de esta herramienta para ser conscientes de lo que somos. Cuando lees un poema, en tu mente se produce una transformación, tu cerebro cambia; cuando escuchas una canción; cuando le dices a alguien en cualquier idioma te amo… Lo he comentado en otra pregunta. La poesía le dice a nuestra mente, que deje de cuadricular las cosas que hay a nuestro alrededor, que deje de medirlas, que hay cosas que no se pueden medir, inexplicables, difícilmente indefinibles, que las sienta y punto, no hay nada que entender. Deja que la belleza del sonido de las palabras te envuelva, siéntelas, vívelas. La mente no tiene que entender nada, tiene que dejar de funcionar, simplemente tiene que sentir y dejarse llevar, porque hay otras formas de entender las cosas. La poesía para mí es una terapia. El entendimiento humano cree que la espiritualidad es algo especial, un mundillo a parte, algo complicado o difícil de hacer, de entender o de alcanzar, con una serie de rituales que tienes que hacer al milímetro para llegar a ser un iluminado, un sabio, alguien que lo conoce todo. Mi padre no fue a ninguna universidad y era uno de ellos. Cualquier cosa que hagáis ya es algo espiritual. Yo escribo poesía, y en ella vierto el conocimiento que recibí de mi padre y mi madre. La poesía es algo hermoso, un medio maravilloso e ideal para transmitir información, y si cuentas las cosas con claridad y con palabras sencillas en este medio, la poesía despejará cualquier duda que la gente tenga de la espiritualidad. La poesía puede decirte claramente que Dios está más cerca de lo que crees; que la espiritualidad está en lo cotidiano y es cosa de todos, creyentes o no.
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