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Conoce la apasionante historia contada en «Yo estuve en la Antártida», de Gerardo Giacinti.

Conoce la apasionante historia contada en «Yo estuve en la Antártida», de Gerardo Giacinti.

La Antártida es un lugar único y con condiciones extremas. ¿Cómo describirías la belleza y la majestuosidad de este continente con tus palabras?

Aprecio lo increíble que es toda la Antártida, una paz incontable. Un espacio mágico, terrible; la nada, el blanco absoluto, el silencio autoritario el aire puro y yo. Estar en ella, es un golpe en el alma, una sensación poderosa y una energía desconocida. Así es esta zona del planeta enigmática y colosal.

Mencionas “sin sabores” y “fechorías “en tu libro. ¿Podrías contarnos un poco más sobre estos aspectos y Cómo influyeron en tu visión de la Antártida y de ti mismo?

Las “fechorías” eran un pasatiempo, siempre entre nosotros, marineros y nunca con los superiores; se aceptaban y se toleraban. Era una forma juguetona  de divertimento.

No hay peor cosa para un pinchado (argot marinero), persona que está descompuesto, con vómitos, en cama, con dolor de cabeza, exhausto, todo motivado por el movimiento constante del buque, que  le pases por la nariz el aroma de un trozo de carne recién hecho o, lo peor, una bocanada de humo de cigarrillo. Y yo lo he hecho con gente que son malos bichos, pero el problema es si te descubren. Hay que maquinar muy bien la estrategia: ir al baño; controlar y esperar que no haya nadie; entran en uno de los escusados, mejor el central; cerrar la puerta abatible, como que vas a defecar. Mirar si entra alguien; acto seguido, encender el cigarrillo y retener el máximo de humo sin tragarlo, para que sea más denso y tenga más efectividad. Arrojar al inodoro el cigarrillo y tirar de la cadena para que no haya pruebas, por si te pescan en el intento. Salir de los baños, dirigirse al objetivo ya señalado y, si no hay moros en la costa, controlar si está dormida la víctima. Levantar lentamente la sábana…

A los “sinsabores” les llamo a esos momentos diarios desapacibles, molestos, incomodos, fatigosos, engorrosos, nostálgicos e incomprensibles. Estos momentos influyeron en mi persona como aprendizaje de vida. Eran muchos pero son contratiempos que tienes que asumir; o los superas o los superas!, no hay alternativa; estamos en una campaña antártica.

Son sensaciones personales, por ejemplo, uno de ellos: no tener una continuidad en el sueño; verdaderamente cuesta encontrarlo, el problema radica en una constante lucha por dormir, derivado del movimiento del buque y las guardias tan dispares. Así como el calor sofocante en los sitios de descanso, que estando en la Antártida es contradictorio. Otro muy destacable: todos los días de la navegación por el continente es de día, no existe la noche.

¿Qué te llevó a escribir “Yo estuve en la Antártida”? ¿Cuál fue tu motivación para compartir tus experiencias en ese continente?

Compartir este increíble viaje a uno de los continentes menos habitados del mundo es algo que no podía guardar solo para mí, un privilegio que descubrió en mí unas sensaciones  que dejaron una huella inimaginable.

¿Cómo describirías tu estilo de escritura en este libro?

Es un diario de viaje. Una escritura desenfadada, en la que se mezcla el discurso narrativo y descriptivo acompañado por la historia y la geografía del recorrido

¿Qué impacto tuvo en ti, la participación en la campaña antártica?

Es como si durante estos escasos meses en este mundo tan especial y enigmático hubiera tenido una abducción  mental, creo que enfrascarme tanto en este viaje y vivirlo con tanta intensidad ha provocado que sea el mayor acontecimiento de mi vida; espero tener otros que lo superen, pero lo dudo muchísimo.

¿Cuál fue el mayor desafío al que te enfrentaste al escribir “Yo estuve en la Antártida”? ¿Hubo algún momento en el que consideraste abandonar el proyecto?

¿El mayor desafío? La constancia, los miedos, la inseguridad, la dejadez.

Si, hubo muchísimos momentos que consideré seriamente abandonar el proyecto. Pero pudieron más las ganas de contar mi experiencia que dejar el folio en blanco.

¿Podrías compartir, algunas de las vivencias más destacadas, anécdotas o momentos inolvidables que experimentaste durante la campaña 1973/74?

Si, paso a comentarte algunas:

He ido hasta el puente de mando y lo he encontrado lleno de gente. Quizá estén viendo el espectáculo. En el horizonte se vislumbra una capa de nubes rosada en la parte superior, debajo una rosa más suave, otra amarilla y gris combinadas, una más de un rojo fuerte, seguida de una violeta para cerrar y completar el sándwich de nubes de múltiples facetas multicolores. Acto seguido un gris más oscuro fue cubriéndolo todo, como una cortina o un telón teatral que cerraran la función. Duró poquísimo y tuve la gran suerte de verlo soy un afortunado.

Otra experiencia.

Me he acostado después de no dormir durante veintiséis horas, por las guardias y por haber visitado una de las bases. Estoy fatal, muy cansado. Me he despertado sobresaltado. Estaba traspirando, con la boca muy seca y pastosa, soñando que estaba comiendo empanadas con los oficiales, en el puente de mando, todos bastante bebidos, riendo entre trago y trago de una botella de whisky. Lo ridículo es que estábamos sentados en círculo en el suelo y en el medio había un revolver Colt 45. Jugábamos a la ruleta rusa, fueron disparándose varios del círculo y se festejaba cada “clic” de los disparos. Nos abrazábamos y reíamos de forma muy alocada; era un gran acontecimiento, me felicitaban y me sacaban fotos con flash. En el momento que me tocaba a mi jugar, se pusieron todos una capucha negra y se quedaron en absoluto silencio… vaya sueño…, menudo disparate; menos mal que no apreté el gatillo del Colt. Los sueños, que increíbles resultan, y más si los vives con tanta intensidad.

Otra experiencia, el cruce del Círculo Polar Antártico,  con la fiesta con disfraces: el rey, la reina, las princesas y los policías… El bautizo. Los castigos según el comportamiento de los neófitos…

Descubrir la base Belgrano bajo los hielos, su entorno y su interior…


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