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Conoce «Escribanía de luces y voces», de J. Ramon Talavera

Conoce «Escribanía de luces y voces», de J. Ramon Talavera

Empecemos por lo principal, ¿quién es J. Ramon Talavera?

¡Puf!, … ¡pues empezamos bien!… Si digo aquello de que aún no lo sé, me van a decir que eso es pose, un topicazo, un cliché y de tantos lugares comunes como suele ser esa actitud existencialista y esnob en artistas e intelectuales, generalmente muy cargante para los que nos consideramos gente corriente… Bueno, sí, es muy posible que tengan razón, pero a veces cuesta, la verdad sea dicha, y en estos tiempos más, con tanta confusión en el exterior de tu fuero interno, cuesta mirarse hacia adentro, anda uno muy distraído ya hace tiempo con tantas malas noticias, como que ayuda a que te vayas desdibujando y te lo cuestiones todo, a ti mismo el primero. Así, a voz de pronto, puedo decir que soy un humanista, otro topicazo si con ello pretendiera autocalificarme como un erudito, un diletante, un apasionado de las artes y las letras siempre al borde de convulsionar con un ataque histérico de nervios, por el síndrome de Stendhal, o un multidisciplinario a la talla de un Leonardo o un Erasmo, o un Rousseau,… pero nada más lejos de eso, pues cuando digo ser un humanista me refiero que a mí me gusta y confío en la gente por lo general, en el ser humano, la humanidad, que me gusta más la gente que el tiramisú alcohol-free, aunque por ello tenga que soportar la contradicción de ser muy extrovertido para relacionarme pero a la vez tímido, pero me gusta la gente tanto en sus pequeñas pero gran manifestaciones (el contacto y hablar largo y tendido con la gente en  general, con mis hermanas, la charla con mis vecinos en el café a diario…), como las grandes aunque a veces sean pequeñas, quiero decir que no tienen  que ser, no son, grandes manifestaciones plásticas como Las Meninas (pues la primera vez que lo vi siendo un estudiante de COU me quedé delante del cuadro dos horas de reloj y me hubiese quedado más, aún estaría allí, si no fuese porque ya tenía los pies como Mickey Mouse), o la Basilicata de La Santa Croce en Florencia, sino cosas menos monumentales como es ver actuar en la pantalla a un gran talento interpretativo como el de Anna Magnani, o el de Vivien Leigh, fantásticas casi siempre (algo que ya hoy por desgracia las nuevas generaciones no conocen ni valoran, todo esto se está perdiendo), o contemplar la belleza y el talento expresivo durante largo tiempo, en silencio, del rostro enfocado de actrices de cámara,  de primer plano fijo, como Jean Seberg,  Julie Christie, o, y siempre como una gran presencia, Ingrid Bergman. Ya sé que la humanidad entera está sobrada de momentos históricos de maldad y, mucha a veces, totalmente ignominiosa, deleznable, y solo hace falta escuchar o leer las noticias del día para darte cuenta de que la maldad humana persiste y en cuantía, pero aun así yo no me rindo, no soy nada apocalíptico, no soy pesimista respecto al ser humano, en absoluto. Saldremos adelante, sobreviviremos a esta década mortal, como cantaba Mocedades, porque la espiritualidad humana siempre tiende al final hacia el bien, a que este triunfe sobre la ignominia: el ser humano per se,  o la humanidad como colectivo, tiene un instinto de supervivencia mucho mayor del que podamos sospechar, y, en mi manera de ver las cosas, esta espiritualidad humana benigna, que se soporta en algo a medio camino entre lo espiritual y lo material como es el instinto humano, que es muy animal, por cierto, es causa a la vez que efecto de acuerdo a presupuestos justamente materialistas -en el sentido de la materia, de la corriente filosófica y no del materialismo consumista que mucha gente piensa que eres cuando te adscribes a esa corriente de pensamiento o ciencia- : de la misma manera que las células cancerígenas cada vez van siendo más controladas,  y finalmente serán derrotadas por las células benignas, quizá solo quede una década, tal cual como materia que somos creo que así será nuestra evolución, progresiva y no regresiva con respecto a lo que reduciré como el bien  y el mal en la humanidad: si desde el universo, otro tipo de especie no humana, un alienígena, o Dios, por qué no, para el que es creyente, nos estuviera contemplando, nos vería así, como partículas vistas a distancia con un telescopio, o como si fuéramos células por un microscopio; y, para colofón, hay que añadir que ese proceso material justo es impulsado por materia con espiritualidad, es decir, si al final triunfa el bien en la materia, como las células buenas sobre las cancerígenas como va a ser al final, es mira tú por donde producto de la espiritualidad humanista que quiere prolongar la vida y no la muerte, mediante la ciencia, producto de su bondad e inteligencia, que es el saber filantrópico de los científicos que están por el progreso y conservación de su propia especie, y que no son robots, vaya, sino precisamente seres humanos. Todo queda encerrado en una lógica circular y perfecta, desde mi punto de vista. Puede parecer imposible de darse, difícil de imaginar y creer, de abstraer la lógica de lo que estoy afirmando, pero es como yo lo veo a mi entender. Naturalmente, puedo estar muy o totalmente equivocado, a veces dudo de todo esto, faltaría más…

¿A qué edad sientes la necesidad de empezar a escribir?

El momento realmente inspirador me llegó sobre los 8 años: chafardeando en el escritorio de mi hermana María, la que queda justo en medio, descubrí su diario, que aparte de relatar cosas de su experiencia personal, nada íntimas, ya lo adelanto aquí, sino los típicos soliloquios  llevados a un cuaderno de una adolescente de 15 años, que simultaneaba con pequeños relatos: fue como descubrir el placer de probar por primera vez el chocolate o la Coca-Cola…Aunque improductivamente, también por inseguridad personal a lo largo de casi toda mi existencia, me puse en materia a los 9 años, es decir, hace unos 47 años. Ahí sería cuando empecé a escribir, escribir, si aceptamos por escribir lo que entendemos como la actividad de empezar a plasmar en un cuaderno, aunque muy secreto, y comprado expreso con ese fin también de manera secreta, para plasmar un diario personal, o mis primeras narraciones, cuentos y “novelitas”, … Aparte de un diario, que rompí, me lancé con los cuentos, inspirado en un libro de cuentos rusos, y sus increíbles ilustraciones en las que intentaba introducirme mirándolas fijamente. Mi primer cuento era a la vez un cuento de hadas con carácter social, ya ves tú, porque era el ambiente que se respiraba en el 1975 en la mayoría de las casas de los ciudadanos de este país, añadiendo en el caso de mi tierra la cuestión de la lengua prohibida para hablarla con normalidad en la calle al hecho de que muchos padres u   otros familiares entre tus mayores militaban en algún sindicato u organización en la clandestinidad: mi protagonista eran dos hermanos ,”hijos del pueblo”, perseguidos por los campos y bosques que rodeaban mi barrio, todo Horta y el Guinardó…por una bruja aristócrata que era facha…ja, ja,, ¡qué ingenuidades! Los sábados mi madre nos ponía una mesa plegable muy larga en un cuarto vacío lleno de sol donde mis dos hermanas pequeñas y yo escribíamos y pintábamos entre botes de cola cao y madalenas, yo, el más pequeño, siempre queriendo aprender de ellas en las dos inquietudes, dibujar o pintar y leer. Ni mucho menos se parecía esto al clan de los Brontë, en especial Charlotte, Emily, Anne y su hermano Branwell, pues no estábamos rodeados de páramos desiertos y nublados en el Yorkshire, con sus cementerios atestados de víctimas de la tisis, nada era tan romántico o gótico, en absoluto: si levantaba la vista, veía toda esa Barcelona de campos hasta el horizonte y la sierra por mi ventana. Desde la puerta de casa, se veía la torre rosa salmón, como llamamos en mi tierra a las fincas y mansiones no muy grandes, de la marionetista Herta Frankel, con sus arboledas quietas pero inquietantes que rodeaban la casa tras sus muros…La Frankel estaba lejos de ser una bruja, sino más bien un hada que vivía en esa torre que se me antojaba algo parecido a Disneylandia o el país de las maravillas…la imaginación nerviosa y la fantasía estaban a la orden del día. Después escribí dos o tres novelitas desde los 10 a los 18 años más o menos (a los 10, otro relato de “tipo social”, donde una campesina era agredida sexualmente por un desclasado criado que a su vez tenía como amante una aristócrata cruel y despiadada, ya me vale, qué cosas, a la vez que alguna pieza de teatro, y alguna novela corta, todo oculto ya bajo llave y por fin desterrado  en un altillo, puesto que me di cuenta que nunca sería un buen novelista y/o dramaturgo, en todo caso, ya me di cuenta,  me sentía mejor escribiendo,  más resuelto, cuando me daba por los versos. Y ya me lancé a ello en mi primera etapa universitaria, mientras trabajaba en correos y telégrafos, durante 13 años, estudiando filología románica, carrera que no acabé, para pasarme a la de Historia, con la que sí me licencié, alentado por compañeros de la facultad, profesores, y amigos que me convencieron a seguir con mi vocación a escribir versos. El estudio de la historia, y la arqueología en especial, me volcó hacia un pensamiento más cientificista que me fue apartando de mi interés por la ficción, y haciéndome que me interesase más por el ensayo y la docencia; fui profesor durante un tiempo, creo que tres años, que me apartó de la posibilidad de realizarme en el ensayo: la verdad es que la experiencia docente casi acaba conmigo, y acabó definitivamente con mi vocación hacia ella. Entonces, y también durante trece años, me dediqué a la traducción e interpretación en una gran empresa de cosmética barcelonesa de alcance internacional. No tenía tiempo de consagrarme a los versos tampoco, pero aún así y entonces,  a pesar de todo, vino el primer certamen de poesía que gané con el primer puesto, El II Festivá Andalú de poesía de Rota, Cádiz, en 2018, con un poema que incluyo en esta antología, Poliédrica transversalidad (Sin límites de demarcación), adaptado y acortado, eso sí, y también fui finalista y/o seleccionado con otros poemas en cuadernos de poesía, como el del Instituto de Segovia Francisco Giner de los Ríos, de antologías de poesía, de haikus de un concurso internacional, etc. Por un escritor amigo de mi hermana, J.M. Fajardo, tuvimos la oportunidad de conocer a Ana María Matute, que durante un tiempecito corto venía a visitarla y yo iba a darme el gustazo de escuchar y  hablar con la Matute. Un día, en un momento y rápido sin que nadie me viese, le pasé un poema para que me diese su opinión, porque es bueno que un literato profesional te oriente, y al acabar de leerlo me dijo que tenía condiciones para escribir poesía, y que no se me ocurriera dejarlo. No la importuné nunca más, pues ella ya era mayor y venía sobre todo a comer la tortilla de patatas que le hacía mi hermana menor, mientras ella se deleitaba con los cuentos que le explicaba de viva voz la Matute. Además, me producía rubor el hecho de enseñarle mis poemas.

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¿Cuántos libros has publicado desde entonces?

Solo uno, este mi primera antología o poemario. Y encima llego tarde… Se ha publicado ahora en el 2022, pero es verdad que en el 2018 ya tenía dicho poemario más o menos como ahora se encuentra publicado. A mis 52 años lo concluí, aunque aún tengo una vasta colección de poemas que van desde mis años de bachillerato a los escritos últimamente, la semana pasada. Sí, llego tarde, muy tarde, pero cada uno se sabe lo suyo de su vida laboral, formativa, de sus inquietudes artísticas y de su vida personal. Lo único que puedo alegar en mi favor es que el así llamado síndrome del impostor hace estragos cualitativa, y cuantitativamente: en mucha más gente de lo que nos podemos imaginar…Sí que tengo varios poemas publicados en revistas literarias, culturales, cuadernos, antologías colectivas, en páginas web, por ejemplo del ayuntamiento de mi ciudad, pero como libro de mi sola autoridad, este es el primero.

¿Qué es lo que más destacarías de esta primera antología?

Aparte de, y mejorando lo presente, las ilustraciones de Alison Buchanan, la variedad de temas a encontrar, los contenidos, bajo la variedad potencial de formas, tanto clásicas, de la métrica castellana o catalana, el soneto, encadenamientos de versos clásicos… que aún pueden ser perfectamente usados invariablemente en conceptos tanto tradicionales o más contemporáneos indistintamente.

Hablemos de tu obra más reciente. ¿Cómo nace la idea de escribirla?

Quizás por la necesidad de expresarme por medio del verso, la necesidad de expresar mi amor por la vida desde mi infancia., a toda mi gente, la que quiero, mis gracias a la vida por, por ejemplo, todo lo vivido, bueno, claro, a lo largo de mi vida, o toda la fantasía e imaginación con que envolvieron mi niñez. Claro, que Violeta Parra cantaba aquello de Gracias a la vida, que me ha dado tanto…y la pobre acabó como acabó. Quizás expresar la épica de la Historia y sin épica, el cine y sus mitos, Barcelona… mis amigos, mis seres queridos. Mi barrio lleno de lugares misteriosos e inquietantes, bellos y soleados campos y caminos que se perdían al horizonte. Aquí repito que desde niño me lancé con los cuentos, inspirado a los ochos años por los relatos secretos que escribía mi hermana María Chules a sus 14 años, y en un libro de cuentos rusos, de la Editorial Molino, y sus increíbles ilustraciones, que me regaló mi madre justo al cumplir los 9 años. Soñaba con los bosques profundos, amenazantes a veces, refugio de criaturas amenazadas otras, las praderas, los lagos y las estepas rusas que había que atravesar corriendo si no querías caer en las garras de feroces ogros y brujas.

También a lo largo de mi vida, hasta la presente, si nos ponemos freudianos, debe haber la necesidad imperiosa e inevitable de sublimar todas las frustraciones personales, amorosas, laborales, de realización artística y reconocimiento, etc. Aunque también nos podemos poner conductivistas o biologistas, para los que no creen en la sublimación freudiana, buscando compensar los sinsabores de la vida comiendo, bebiendo alcohol, en el juego o el sexo, o escribiendo. O todo a la vez; es igual, todo, por cualquier explicación desde la psicología o la neuropsiquiatría más científica, de cualquier manera, muy humano.

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¿Qué pretendes conseguir en el lector con su lectura?

Muy difícil plantearse esta cuestión…Primero que me lea, eso está claro, y a poder ser que me entienda, pues que me sienta y a la vez le guste, va a ser muy pretencioso por mi parte, creo, bueno, pero lo intento ,por qué no… Bueno, al menos lo he intentado ahora, aunque para mí ya se me ha pasado un pelín el arroz. No sé, quizás intento hacerle sentir, o que, aunque lejanamente, o rozando, pueda llegar a la reflexión acerca de varios asuntos y temas de mi experiencia emocional pero que siento que es fácil que cualquiera se sienta identificado. De cosas del presente, pasado y futuro que a muchos nos inquietan o directamente preocupan, algunas de rabiosa actualidad. Por ejemplo, me preocupa la desmemoria de este país, desvirtuando la historia de hechos y personajes, cayendo en el olvido gente que dio su vida para que las generaciones de hoy día viviesen mejor, como Miguel Hernández: no entiendo cómo se le quitan sus versos de un espacio público con el argumento de dejar una ciudad “neutra” en sus homenajes, para evitar posturas tendenciosas. Miguel Hernández era un demócrata por encima de todo, no salió a hacer una revolución social radical como sí otros, sino a defender una república democrática por muy burguesa como ellos pensaban que esta fuera. Se comprometió con la democracia como la mayoría de los de su partido, de los dirigentes a los militantes base, eran demócratas convencidos, querían hacer la transformación social a través de las urnas, no eran estalinistas ni revolucionarios radicales quemando conventos y asesinando a curas y monjas del todo inocentes. Esas cosas, ya como estudioso de la historia, me preocupan: desvirtuar a toda esa gente es peligroso, ya aunque solo sea por aquello de que un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla, muy manido, ya parece un cliché muy usado, pero que sigue siendo alarmantemente cierto.

¿Eres un escritor ambicioso de los que quiere llegar lejos, o te conformas con escribir lo que quieres y publicar a tu ritmo, con diferencia del éxito que puedas conseguir?

Me quedo con la segunda frase de la oración claramente: lo que quiero es expresarme y que me lean, aunque solo sean mis familiares, amigos y vecinos.

¿Cuál ha sido tu experiencia publicando con la Editorial Círculo Rojo?

Francamente muy buenas, tanto la de la publicación en general, su proceso, todo y teniendo en cuenta todas las dificultades, que tanto mi ilustradora, Alison Buchanan, como yo, tuvimos que encarar, propias de los que publican seriamente por primera vez, dada su inexperiencia total al hecho, como la concreta realizada conjuntamente con Círculo Rojo, ahí justo se explica que la primera concluyera siendo del todo satisfactoria, porque ahí entra dicha editorial solventándolo todo en la medida de lo posible, con su amable y excelente prestación, ayudando a los autores noveles como nosotros: aún  estoy viviendo las sensaciones agradables, que sentiré por tiempo, de la posibilidad que me ha brindado esta editorial, su personal, primero de todo, como no puede ser de otra manera, claro, de experimentar la primera publicación de una antología de mis poemas, algunos escritos hace muchos años.

Aquí, pues, va nuestra recomendación a todo aquel que se lo esté pensando, sea del género literario que sea, y no se decide a mandar su borrador a una editorial, sea con mayor o menos síndrome del impostor, …Precisamente a aquellos que lo acusen más, más se lo recomiendo: seguid mi consejo, contactad con la editorial Círculo Rojo, intentadlo por muy descabezado que lo veáis, aun así, hacedme caso y ya diréis, …si no, … ¡al tiempo!  Para mí ha sido y será una experiencia ya para siempre en el recuerdo. Les doy las gracias con el corazón. Sensacional experiencia, memorable. Espero, esperamos, poder repetir una nueva ventura con Círculo Rojo.

J. Ramon Talavera
J. Ramon Talavera

¿Qué autores te han inspirado más a la hora de escribir?

Bueno, ahora aquí, …  ¡suelto el trapo!, … mejor dicho… ¡la sábana!…

César Vallejo, Borges, Lewis Carroll, los cuatro evangelistas, en especial Mateo y Lucas ( y aquí tengo que mencionar a Óscar Fábrega, que releyendo algunos ensayos suyos sobre Jesucristo  y otros personajes de los textos bíblicos me ha hecho renacer en mí la inspiración y el interés hacia la belleza de dichos textos, tanto los del Viejo como los del, en especial y sobre todo, Nuevo testamento), Garcilaso, Góngora, San Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Hernández, Alberti, María Teresa León, Pedro Salinas, Jorge Guillén, León Felipe, Giacomo Leopardi, Emily Dickinson, T. S. Eliot, Shakespeare en verso lírico, sobre todo sus sonetos, y dramático, Rimbaud, François Villon, Verlaine, Mayakovski, Esenin, Ierenburg, Josep Carner, Carles Riba, Pere Calders,  Mercè Rodoreda, Maria Lluïsa Pazos, Enrique Parma, J. M. Fajardo, Edgardo Dobry, E. Scott, …y otros que me dejo en el tintero, muchos más, pero no quiero apabullarles ni a ustedes con mi listado, ni a los lectores…Basten los que yo ahora mismo destacaría en primer lugar, y repito que  seguramente me he dejado unos cuantos, sin duda, …

¿Dónde se pueden conseguir tus libros?

En el FNAC, El Hogar del Libro/ La Llar del Llibre, El Corte Inglés, Amazon. En Barcelona, en concreto, en la Llibrería Campus, en el barrio de Sants, librería de más de 50 años de experiencia en el sector del libro docente, de texto, su especialidad, como en la venta de libros comerciales en todos los géneros de la literatura de ficción, novela, poesía, o ensayo científico como del campo de la filosofía, la historia y otras disciplinas en el campo de las artes y humanidades, etc.

Para terminar, ¿nos recomiendas alguna lectura?

Si por alguna, se entiende unas pocas, ahí va:

Por géneros: Teatro, de los clásicos: Otelo y Ricardo III de Shakespeare, Las tres hermanas, de Chéjov, El círculo de tiza caucasiano de Bertolt Brecht y Las criadas o Estrecha vigilancia deJean Genet. Más contemporáneo, la adaptación de Josep Maria Pou de La vida ante sí de Romain Gary, y más si, llevado sobre el escenario, el papel de la protagonista es interpretado por Concha Velasco, como hace poco pudimos ver en el teatro Goya de Barcelona. Poesía: Los sonetos de Shakespeare, o De Profundis de Oscar Wilde, como clásica,  Recolección de superficie de Enrique Parma, como contemporánea.  Novela: El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón, me salto el orden, y en contemporánea, ya del siglo XXI, y entre los clásicos, Anna Karénnina, de Tolstoi, y, mención aparte, La desheredada de Benito Pérez Galdós, para mí sin duda la mejor de Pérez Galdós, disputándose ahí el primer puesto con Fortunata y Jacinta o Los Episodios Nacionales,  a la vez que es una de las mejores obras de toda la literatura en lengua castellana. Que yo sepa nadie, y si la hay lo desconozco por completo, y eso que la he buscado, le ha dado por adaptar una versión fílmica desde un guion cinematográfico, y/o uno para una serie televisiva esta incomparable obra de Galdós. Me imagino, desde que la leí a mis veinte años, interpretando el papel de Isidora, la heroína de La heredera, a una actriz de talento dramático como Victoria Abril, que me convenció del todo cuando vi lo magnífica actriz que es en el film Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, donde está fantástica: además, lo vi más claro porque hay muchas similitudes entre la heroína de este film, tal cual la excelente prestación de la Abril, y la de la novela de Galdós. Hay gente que dice que es nuestra Madame Bovary, la adaptación de este personaje a la española, y que tiene otra réplica en la Ana 0zores de La Regenta. A mí entender, las dos son personajes bovarianos, o quijotescos en versión femenina, pero no son un calco de la Bovary, si acaso hay más paralelismos con la Ozores, pero tampoco: de todas maneras y definitivamente Isidora es otro personaje muy distinto,  una criatura que lucha contra el determinismo genético y social, más que el de género (como sea estamos ante una tesis de la corriente naturalista literaria postromántica), como sí podría estar denunciando la Bovary o la Ozores, ambas víctimas del histrionismo o la histeria propia de las mujeres desconsideradas de aquella época por la sociedad patriarcal burguesa. Isidora es un personaje más social, desgarrado, castizo hasta la médula, real  y prosaico como un cocido madrileño, pegada a la tierra sin dengues ni vahídos de hipocondría, pues en su debilidad y desventaja social no le espera la coartada catártica de la neurosis histérica , sino aún peor, de tan real es su desventura y desgracia que le espera la locura más alienante que la aleje mentalmente de su dura realidad, el delirio psicótico, paranoico persecutorio y el de grandeza. Espero que algún día podamos disfrutarla en la pequeña o gran pantalla con un  talento como el de la Abril.


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