Charlamos con Angélica Moreno, con motivo de la publicación de su obra “60 minutos”

Para quién no te conozca, ¿quién es Angélica Moreno?
Una soñadora incansable. Una niña que siempre quiso ser escritora y fantaseaba con esa idea. Este objetivo cobró fuerza con el paso de los años, y la ilusión de ver un libro tangible, con mi nombre estampado, me impulsó a dejar que me leyeran por primera vez en 2007.
Me considero una persona creativa; me atrae toda disciplina que implica imaginar (fotografía, pintura, ¡incluso repostería! La creatividad, sumada a un pellizco de hiperactividad, hace que mi mente trabaje en algo siempre.
¿Cuántos libros has publicado ya?
Cinco publicaciones desde que, en 2015, vio la luz «Bajo secreto de confesión». Le siguió en 2019 «Hasta que LA NOVELA nos separe». 2021 fue un año prolífico, vieron la luz «Perdida en el tiempo, enredada en mis sueños» y, «Yo Isabel. Diálogos con mi nieta».
Aunque en 2007 mis lectores conocieron una historia de la que guardan un grato recuerdo. A veces me cuesta integrarla, pero debo admitir que obviarla sería como negar que nuestros antepasados vivieron en cavernas. Ese inicio está ahí y es innegable.
Además de estas cinco publicaciones, he colaborado en más de una docena de antologías con algún relato de mi autoría. La mayoría con la Asociación de Escritores Insomnes de Talavera de la Reina. Otras, con la editorial Círculo Rojo.
Eres una escritora muy prolífica. ¿De dónde sacas tanto tiempo y tanta inspiración para escribir?
La inspiración me busca a mí. Yo no puedo forzarla, así no fluye. Las historias vienen a mí, me enfundo el disfraz de protagonista y, a partir de ahí, surge la historia. Narrar en primera persona me permite escribir desde las emociones. Independientemente de si se trata de un personaje femenino o masculino, me siento cómoda en esa voz narrativa.
El tiempo sí que hay que buscarlo. A veces no es fácil. El estrés de la vida diaria no me permite la calma mental necesaria, pero siempre encuentro un periodo de vacaciones o algún momento más relajado para que la magia ocurra. Cuando esto tiene lugar, a veces es desbordante.

Hablemos de tu última obra. ¿Qué es lo que más destacarías de “60 minutos”?
Con esta novela he tenido una sensación muy diferente a lo que había escrito hasta el momento. La historia llegó a mí de forma repentina, mi cabeza iba más rápido que mi capacidad para desarrollar la trama. Nunca había sentido algo parecido. Esto me hizo lanzarme y sentir deseos de publicarlo de inmediato (no suelo hacerlo, me gusta que repose). Mi instinto me decía que esta historia tenía que ver la luz porque contenía un mensaje esperanzador. Es una historia realista, intensa, cargada de temas sensibles en la que el personaje femenino cobra especial relevancia.
¿Alguna anécdota sobre ella que puedas contarnos?
Cuando ya estaba escrita, comencé a bromear en mis redes sociales lanzando la incógnita de cuál sería el título que llevaría mi quinta publicación. Este estaba claro desde el inicio, pero creo que no se entendió bien, y comenzaron a lloverme sugerencias de personas conocidas, basándose, en algunos casos, en experiencias recientes. Algunas de estas sugerencias fueron: «La boda de mi prima», «El dedo asesino» y «El libro de las desgracias», entre otros.
¿Qué crees que vas a provocar en el lector con la lectura de tu obra?
Espero que el lector se emocione, pero, sobre todo, mi intención es invitar a la reflexión. La historia de esta mujer es intensa y creo que, en alguna medida, por pequeña que sea, es posible que nos veamos reflejados. Deseo de corazón que pueda servir no solo como entretenimiento, sino que la historia cale y nos ayude a ser más felices, porque de eso se trata la existencia. Liberarnos de lo que nos oprime, emprender las acciones necesarias, cuidar nuestras emociones como el tesoro más preciado.
¿Qué consejo te gustaría darle como escritor a tu yo de hace unos años, cuando publicabas tu primer libro?
Según mis lectores ha habido una evolución en mis trabajos. Lo cierto es que debo admitir que así lo percibo, pero, aun así, considero que no me hallo aún en el punto en que esté en disposición de dar consejos, ¡ni a mí misma! Creo que me seguiría diciendo lo mismo de entonces: «No te rindas, sigue intentándolo, no importa el resultado obtenido, algún día, quizá, obtengas el fruto de tu esfuerzo».
¿Cuál ha sido tu experiencia con la Editorial Círculo Rojo? Tras publicar 5 libros con ellos, imaginamos que excelente, ¿no?
La verdad es que la satisfacción que produce el trabajo bien hecho por su parte es algo adictivo. Desde mi primera publicación no se me ha ocurrido plantearme la posibilidad de probar con otra editorial. Ni he comparado. Estoy plenamente satisfecha. Tanto es así que lo he recomendado a otros autores.
¿Qué autores te han inspirado más a la hora de escribir?
Creo que no podría decir uno concreto. No me baso en la obra de otros, me dejó llevar por mi instinto, sea o no acertado. Lo único que sí tengo claro es que el primer libro de adultos que leí fue «El misterio de la cripta embrujada» de Eduardo Mendoza y me impactó ese peculiar aire que tienen sus personajes. De hecho, posteriormente, leí gran parte de sus títulos.
¿Dónde se pueden conseguir tus libros?
Mi forma de distribución es bastante personalizada. Me gusta hacer dedicatorias especiales y entregarlo en mano a ser posible. El contacto con el lector es la mejor parte de publicar. Yo escribo por placer, y así lo disfruto. No obstante, mis publicaciones están disponibles a través de la web de Círculo Rojo y en la Librería Páginas de Talavera de la Reina (Toledo).
Para terminar, ¿nos recomiendas alguna lectura?
Me gusta leer los libros de mis compañeros de la Asociación de Escritores Insomnes; hay plumas que merecen mención, como la de Jesús Yébenes, cuyas publicaciones nunca defraudan. «La conjura de Marte» es su último título, publicado también con Círculo Rojo.
Por otra parte, acaba de caer en mis manos «El último tirador del KGB» de J. A. Franco. Es su primera obra, pero es un trabajo concienzudo y pulido que cuenta con toda mi admiración. Reflexionando en este punto quizá este es el consejo que debía dar a mi yo del pasado: «más reposo, menos impulsividad…». Pero entonces, no sería yo.

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