Charla con Alberto Blanco González, autor de «No sentiré estar muerto», poemario que ha publicado con Círculo Rojo.
¿Cómo comenzó tu interés por la poesía y qué te motivó a empezar a escribir?
La poesía siempre me gustó. Desde muy pequeño.
Creo que la afición me viene por la influencia de algunos de mis profesores de Lengua de mi época de la EGB y el BUP. También de las obras de teatro que veía por televisión, en el estupendo programa de TVE que era Estudio 1, donde conocí el teatro y los versos de autores como Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, José Zorrilla. En mi casa ver Don Juan Tenorio era una fiesta que no nos podíamos perder. Luego, y gracias a ese incipiente gusto por la poesía, comencé a leer y de esa forma descubrí poemas que provocaron en mí una sensación muy especial. Me gustaba la poesía. Algunos poemas me emocionaban sobremanera. Aún me siguen emocionando
Ya de mayor, hace pocos años, escribí mis primeros versos. Compuse mi primer poema. Después escuché a mi hermana leerlo en alto, y debo reconocer que noté algo muy especial al escuchar en su voz lo que yo había escrito.
Creo que, a partir de ese momento, desde ese instante en que escuché cómo sonaban mis versos en la voz de mi hermana, decidí intentar escribir poesía. Así surgieron mis primeros poemas que me sirvieron para darme cuenta que era algo, escribir versos, completar estrofas, que no solo no me suponía un gran esfuerzo, sino que me relajaba, me hacía sentirme bien.
Disfruto mucho escribiendo. Por eso lo hago.
Dado que eres funcionario público con estudios en Economía y Empresariales, ¿cómo ha influido tu formación académica en tu enfoque y estilo poético?
Creo que no ha influido mucho en mi enfoque y en mi estilo, aunque quizá el hecho de no ser un profesional de las letras haga que mi estilo sea más espontáneo, con un lenguaje sencillo y cotidiano. Estilo este, por otro lado, que siempre me ha gustado y que me gustaría mantener.
La mayoría de los poemas que he compuesto los he escrito pensando en que pudieran ser entendidos por mi madre, y que la pudieran gustar a ella. Ahora que ya se ha ido, sigo escribiendo pensando en que ella pudiera entenderme al leer mis versos, que la pudieran atraer por su tipo de lenguaje, y que a la vez también pudiera sentir emoción al leer o escuchar mis composiciones.
A mí también me ha gustado siempre esa poesía, digamos, simple. Composiciones sencillas, de fácil lectura, sin palabras rebuscadas. Sin una métrica estrictamente convencional, pero sí con una simetría de las voces y con una cierta musicalidad de la acentuación. Como diría mi padre “con ritmo”.
En tu sinopsis, mencionas que «No sentiré estar muerto» es una antología emocional. ¿Cómo describirías el proceso creativo de seleccionar y organizar los poemas para transmitir esa gama de emociones?
Esta pregunta no me resulta fácil de contestar. Seleccionar y organizar los poemas de “No sentiré estar muerto” me supuso varios intentos, algunos cambios y contracambios. Estoy convencido que, si se hubiese publicado un mes más tarde se hubiese cambiado algún poema por otro, y el orden de ellos también.
Este poemario tiene tres partes diferenciadas. Y ahora aún creo que cambiaría el orden de las mismas, después de haberlo cambiado más de una vez antes de publicarlo.
Al final decidí ordenarlo poniendo en primer lugar los temas, quizá más perturbadores, como la soledad, el olvido, el abandono, la muerte. En segundo lugar el amor, los momentos que nos proporcionan ganas de vivir, los instantes que nos hacen sentir. Y por último, la tercera parte es la de la reflexión, la de la poesía, y la de la esperanza también. Un recuerdo, un simple verso, nos puede hacer cambiar nuestro estado y apreciar nuestra suerte, valorar nuestra vida pasada y por pasar.
Has mencionado en tu biografía que tenías cierto miedo a mostrar tus sentimientos. ¿Cómo superaste ese temor y cómo ha influido en tu escritura?
Alguna vez, de pequeño, había soñado con poder escribir un libro. No fue hasta hace unos pocos años cuando pensé realmente en mostrar a la gente algunos de mis poemas, y sacar a la luz mis sentimientos, cosa que reconozco sí me asustaba bastante. Pero que una vez que empecé, también reconozco, me sirvió para sentirme más satisfecho conmigo mismo.
La mitad de la alegría reside en hablar de ella, proverbio persa que siempre he citado cuando me preguntaban el porqué de escribir. De igual manera, las penas se minoran si se comparten. Por eso creo que la poesía en principio surgió como un desahogo. A pesar del temor a mostrar mis sentimientos, la poesía me ayudaba a desahogarme. Después he descubierto que va más allá de un desahogo. La poesía me hace reflexionar y sobre todo me hace sentir y valorar. Me ayuda a vivir.
Estos versos propios pueden explicar un poco mi respuesta: Solo soy yo cuando siento/ cuando sueño me transporto/ y cuando escribo regreso. Escribir versos me hace sentir, me hace imaginar, me hace vivir. Me ayuda a centrarme en las cosas importantes de la vida, por muy insignificantes que puedan parecer. Esto compensa de sobra el miedo a mostrar mi sentir, a mostrar como soy a través de mis escritos.
También creo que el miedo llega a desaparecer. Al final, la satisfacción de crear un poema y sentir con él, y saber que hay gente que también lo va a sentir, minimiza el miedo de mostrarle.
Tu poema «El lenguaje del silencio» fue premiado en el Certamen de Poesía El Último Templario del Bierzo. ¿Cómo influyó este reconocimiento en tu carrera y en tu confianza como escritor?
Primero me provocó una gran alegría. Fue mi primer reconocimiento sin que no viniese de mi gente. Hasta ese momento mis amigos, mi familia, y gente a la que más o menos conocía, me habían hecho llegar su felicitación por mis textos, por mis poemas. Pero esta era la primera vez que unas personas que no sabían quién era, a las que yo no conocía, me hacían un reconocimiento público por un poema que, además, hacía referencia a la tierra en la que llevo viviendo más de veinte años, que la siento ya como mía, y por tanto a la que quiero mucho.
Segundo debo decir que supuso una enorme confianza para mí de cara a seguir escribiendo. Hizo que me decidiera a concluir mi segundo poemario (Solanas, silencios y musas), que publiqué a finales de 2017 con Círculo Rojo y del cual me siento enormemente satisfecho.
En octubre de 2019, recibiste el segundo premio en el Certamen Internacional de Poesía Maribel Sansano. ¿Cómo ha afectado ese reconocimiento internacional a tu enfoque y compromiso con la poesía?
Enlazando con la anterior pregunta este premio hizo que ganara muchísima confianza en mi poesía. Hasta entonces me producía rubor que algunos amigos me llamaran poeta. Me parecía que yo no podía ser más que un aprendiz de “escribidor” pero, el premio que lleva el nombre de Maribel Sansano, su reconocimiento entre los muchos poemarios de calidad presentados al certamen, y el conocer a esa estupenda mujer y a los integrantes del jurado, hizo que creyera que mi poesía valía realmente la pena.
Lo mejor del premio, sin duda, aparte de la gente a la que conocí, fue el creerme que podía considerarme poeta.
Sé, no obstante, que siempre debe uno trabajar para conseguir un mínimo de calidad que, junto con la sensibilidad del poeta, hagan que el sentimiento de un verso pueda llegar a la gente a la que se espera que llegue. Para empezar es imprescindible que llegue al propio autor, y siempre debe ser este el primer y principal crítico.
Tu poemario ha sido publicado por la editorial Círculo Rojo. ¿Cómo fue tu experiencia trabajando con la editorial y qué consejos darías a otros escritores que estén considerando publicar con ellos?
Como ya indiqué, ya había publicado otro poemario con Círculo Rojo, “Solanas, silencios y musas”. Creo que es la mejor prueba de mi satisfacción con la editorial.
Espero poder seguir publicando con ellos.
Consejos no me atrevo a dar. Pero sí puedo decir que creo que Círculo Rojo no les decepcionara.
Motivación que te llevó a escribir tu poemario “No sentiré estar muerto”
Pues la reflexión siguiente:
El alcanzar una edad, la época incierta de la pandemia que hemos sufrido, las pérdidas de personas amadas, la falta de un después o las dudas en su existencia.
También la reflexión sobre cómo se puede superar ese pensamiento perturbador, cómo se puede disfrutar del camino pendiente, y sobre todo cómo ser feliz con independencia del camino que reste.
Debemos pensar en lo que nos queda por caminar y que debemos ayudar a los que nos acompañan haciéndoles más fácil su andar.
Y siempre debemos valorar también lo que tenemos, y disfrutar de ello, y compartirlo durante el recorrido pendiente.
«No sentiré estar muerto» aborda temas como la reflexión existencial y la importancia de disfrutar momentos felices. ¿Cómo esperas que los lectores se conecten con estos temas y qué mensaje específico buscas transmitir a través de tu poesía?
La muerte es un hecho. La desaparición de este mundo, tal como lo conocemos al menos, parece que es un hecho. Creo que esto sin más, podría conectar con posibles lectores.
Con independencia de las creencias o no creencias, se puede admitir la muerte de una manera serena. Quizá este poemario para algunos pueda resultar triste, pero creo sinceramente que no lo es. Es una reflexión y el reflejo de una certeza, y cómo con simples recuerdos, canciones, versos, momentos vividos y por vivir, amor, actitudes y gestos, se puede superar muchas cosas: la soledad, el abandono, el olvido.
Esto es una de las cosas que quiero transmitir con este poemario.
Y en general con mi poesía intento transmitir sentimiento. Creo que la gente debe sentir. Cuando sentimos nos acercamos a nuestros semejantes, y así podemos comprender mejor a los que nos rodean, y también a nosotros mismos.
En la sinopsis, se destaca la importancia de encontrar la felicidad en detalles simples. ¿Podrías compartir alguna experiencia personal que haya inspirado algún poema del libro y que refleje esa idea de encontrar la felicidad en lo cotidiano?
El poemario tiene varios poemas inspirados en experiencias personales.
El poema “Mi chica” es de ese desayuno del chocolate de madrugada, cuando se regresa a casa a la vuelta de una fiesta, un chocolate y un primer beso.
Los dos poemas de “Encuentros” también se corresponden con experiencias personales muy gratas.
En el primero recuerdo la ayuda de una bella mujer que me ayudó tras tropezar mientras caminaba. En el segundo recuerdo a un chico que, en las noches de verano, se sentaba cerca de mi casa con su guitarra a cantar junto a sus amigos. La canción “Che sarà” de Jimmy Fontana sonaba todas las noches en versión española, y a mí me hacía pensar en que un día me iría del pueblo yo también. Es una de mis canciones favoritas.
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