Blas Fernández Tomé publica “En busca de «otra» Marlene Dietrich. Un recorrido por «otra» África”
Para quién no te conozca, ¿quién es Blas Fernández Tomé?
Es una persona con ganas de conocer, de superarse, de viajar y vivir. Un mochilero cuando tiene la oportunidad de serlo ya que, al depender de su actividad laboral, viajar siempre es una manera de desconectar. Aunque lo desea, viajar no es aún una forma de existencia.
¿Cómo nace tu vena escritora?
Escribo porque me gusta. Si tuviera que detallar el momento en que nace ese interés por escribir, diría que comienza cuando me inicio como ‘blogger’. Las entradas o ‘post’ en el blog personal siempre me han atraído, siempre he disfrutado con el momento ese al ponerme delante del ordenador y contar alguna experiencia o alguna ocurrencia. Pero si me remonto a época aún más lejana, ya en época escolar disfrutaba haciendo redacciones. Si, esas redacciones que el profesor te obligaba como práctica educativa.
¿Cuántos libros has publicado ya?
Es el primer libro. Me lancé en época de confinamiento a recoger recuerdos de mis viajes, revisarlos, y a organizar una trama, en cierto modo, novelada, pero con momentos reales y vividos. Sobre todo, el camino recorrido es un trayecto real, disfrutado con otras motivaciones, pero que ocurrió realmente. Había escrito relatos cortos. En alguna ocasión, he sido premiado en los concursos en que he participado.
¿Qué es lo que más destacarías de “En busca de «otra» Marlene Dietrich. Un recorrido por «otra» África”?
La búsqueda. Es un relato de búsqueda, en principio, de un sueño obsesivo y, luego, de una total liberación que se convertirá en pasión. Destacaría, también, el camino, que nunca pasa desapercibido y, a veces, es referente de todo lo que ocurre. Se convierte en lo importante de la narración. Disfrutar ese camino, es en realidad la disculpa de todo lo que aflora en la narración.
¿Alguna anécdota que puedas contarnos?
En el viaje, muchas anécdotas, alguna de ellas ya relatada. En la elaboración del libro, únicamente destacar que el personaje de Waldo, es un personaje que existió y que he construido siendo exhaustivo en todo lo que él, hace años, me contó. Durante largas charlas de café, él rememoraba su juventud con simpatía y gracia. Era un gran conversador y comunicador.
¿Qué opinas de la sociedad actual para el trabajo del escritor?
Bueno, no creo que sea una sociedad, en este terreno, muy diferente a sociedades pasadas, como soporte para un contador de historias. El escritor se alimenta de vivencias y en esta sociedad actual hay un cúmulo de elementos con los cuales el escritor puede interactuar y de estos se puede alimentar para trabar relaciones y trabajar historias o hechos narrativos.
¿Qué consejo te gustaría darle como escritor a tu yo de hace unos años?
Hubiera sido fundamental que ese yo hubiera sido más observador, más detallista. Haber alimentado más la imaginación de donde parten la mayoría de las ilusiones y los momentos de felicidad diarios. Fue lector, pero nunca hubiera venido mal ser más obsesivo con las lecturas infantiles; los cuentos de entonces fueron válidas historias que sirvieron para alimentar la imaginación presente.
¿Qué autores te han inspirado más a la hora de escribir?
He pensado muchas veces mientras estaba escribiendo en Javier Reverte, que, además ¡casualidad!, me encontré un día en Mwanza, Tanzania. Pero no hay duda que quien inspira no es uno solo sino el conjunto de escritores referentes que cada uno tenga, y en ese grupo pondría a Javier Reverte, a Paul Theroux, Ryszard Kapuscinski, Vargas Llosa, o Javier Marías. En su momento, me extasiaron Kafka o Kundera,… y tantos otros.
Para terminar, ¿nos recomiendas alguna lectura?
Más que recomendar, expresaría aquí lo que a mí me gusta y que cada uno entresaque las ideas. Me apasiona la literatura de viajes, esa literatura que dedica sus páginas a contar cosas de territorios que, en cierta medida, son lejanos. Habla de cosas que tienen una profundidad vital para las personas que las han vivido, por ejemplo, los conflictos, o escenas que traspasan la barrera interior del lector. Disfruto con las descripciones de todo tipo de situaciones, disfruto con la redacción bien construida de Vargas Llosa; el simpático e informal enfoque de Javier Reverte; el detalle con que nos muestra la realidad actual Xavier Aldekoa o Paco Nadal; las inteligentes argumentaciones de Ryszard Kapuscinski y su capacidad para absorber todo lo que rodeaba sus pasos. Leo con pasión al Waugh de ‘Gente remota’; al Forbath de ‘El río Congo’, o al Moorehead de ‘El nilo blanco’.
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