A través de mi flequillo: 2. El fuego que llevamos dentro.

¿En qué momento decidimos tomar el control de nuestra vida y hacer caso a ese fuego que llevamos dentro?

Yo decidí hacerlo hará ya un año. Tenía mi vida solucionada: una pareja estable (10 años), una casa sin hipoteca, un trabajo fijo… ¿Qué más se puede pedir a mi edad?

Pero a pesar de tener una vida en la que todo parecía ir bien, me di cuenta de que estaba acomodada en la rutina, en los estándares que la sociedad pide y que lo próximo que me esperaba, era casarme y tener hijos. Algo para lo que no estaba (ni estoy) preparada.

Tenía una larga lista de cosas por hacer, empezando por: coger un avión, conocer otro país…

Así que un día me dije: ¡Lo tengo que hacer, sólo tengo 26 años y me queda mucho por descubrir!

Con muchas historias de por medio (cambiar de trabajo, dejar a mi pareja, volver a vivir con mi madre…), llegó el día en el que me replantee mi vida. ¿Qué es lo que quería hacer? ¿por dónde podía empezar?

Recuerdo que estaba sentada en una terraza con una amiga. Ella me comentó que una prima suya estaba como “Au pair” en otro país, y que era una experiencia increíble. Lo cierto es, que esa idea ya me había rondado la cabeza años atrás, pero cuando tienes tantas cosas que te atan, decides dejarlas pasar.

Pensé que sería una buena oportunidad. Dejaría atrás todos los cambios que estaba realizando en España. Aprendería inglés (algo que me abriría puertas a la hora de viajar, para encontrar trabajo…). Además, conocería una nueva cultura, con todo lo que ello conlleva.

Así que me puse a ello. Empecé buscando vídeos en Youtube, páginas en las que la gente contaba su experiencia… y para cuando quise darme cuenta, estaba hablando con una familia de acogida concretando fechas para ir a Irlanda en un mes.

Me vinieron muchísimas dudas a la cabeza, ¿A dónde iba a ir yo sin saber inglés? ¿Podría llegar a entenderme con mi nueva familia? ¿Iba a ser capaz si quiera de llegar allí?, ¿Qué pasaría si echaba de menos lo que dejaba en España?…

Como detalle diré, que todo esto surgió en mitad de una pandemia, y que ni siquiera sabía si iba a poder viajar sin problema. Quizá no era el mejor momento para vivir la aventura, pero en mi cabeza ya estaba decidido y la pandemia sólo podía ser una excusa más para echarme atrás.

Todo lo que vino después está lleno de momentos (buenos, malos, regulares). No tiene por qué ser perfecto. No te va a salir todo bien a la primera por el simple hecho de decidirte, pero esa sensación de haber salido de tu zona de confort, de atreverte a la aventura, de conocer gente nueva, de visitar lugares increíbles… yo, ¡No la cambio por nada!

Y es que, a veces, nos conformamos con la vida que tenemos por el simple hecho de estar cómodos, sin darnos cuenta de que no somos felices, o al menos no tan felices como podríamos.

Es algo que se dice muy a menudo, lo sé, pero es que la vida es demasiado corta como para vivir estresados porque no llegamos a fin de mes, como para discutir con la gente que tenemos a nuestro alrededor y realmente apreciamos, como para perder el tiempo haciendo nada… ¡La vida es demasiado corta como para no vivirla!

Y no me malinterpretes, puedes tener una vida cómoda y ser la mar de feliz, ¡Y yo que me alegro! Pero si hay algo dentro de ti que te esté diciendo que necesitas más, que no estás donde quieres estar, y que necesitas un cambio, no lo dudes y ¡Hazlo! Estoy segura de que no te vas a arrepentir.

Nos leemos en el siguiente post 🙂

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